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Querella contra conductor de bus

Víctimas de accidente ocurrido en marzo en Santos Ossa llegaron hasta el tribunal porteño.
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El 1 de marzo pasado, Manuel Gómez Marín fue una de las 47 víctimas del horroroso accidente múltiple en que un bus volcó y chocó a otros dos vehículos menores, en la intersección de Santos Ossa con avenida Argentina y rápidamente se transformó en una de las caras más visibles, ya que fue fotografiado mientras un carabinero lo abrazaba para darle consuelo.

Él iba manejando el Chevrolet Optra que quedó justo debajo del bus y donde además iban su señora, su nieta y su nuera.

Así recuerda ese momento: "Comienzo a bajar por Washington y venía otro vehículo al lado mío; ese pasó primero y luego yo lo hice despacio y de repente siento el puro golpe encima. Mi señora quedó metida debajo del tablero del auto. La sacaron dos horas después para trasladarla al hospital Carlos van Buren".

Este relato lo hizo ayer en el Tribunal de Garantía de Valparaíso, hasta donde llegó en compañía de su mujer y su abogado para poner una querella por cuasi delito de lesiones graves, gravísimas, y por los delitos de daño que sufrió él y su familia.

Perjudicados

Los cuatro ocupantes del vehículo resultaron con distintos tipos de lesiones. Según detalló Manuel Gómez, su señora tiene fracturado el cuello y la columna, obligada a ocho meses de reposo absoluto; su nieta -que es enfermera- lentamente se recupera de un esguince cervical y la rotura de un tendón del brazo derecho y no ha podido trabajar desde el día del accidente. A esto se suman los tratamientos sicológicos y siquiátricos de cada uno.

Al respecto, el abogado de la familia, Andrés Roldán, comentó que "ellos viven en el sector de Santa Elena y tienen que cruzar el sector del accidente y les da pánico hacerlo hoy día".

El profesional detalló que la querella va dirigida en contra del conductor, quien es el responsable del vehículo. "Queremos llegar a un juicio oral y eventualmente después a reparar en materia civil en el mismo tribunal. Los que deben responder civilmente son lo dueños del bus y estamos viendo quién es el verdadero dueño de la máquina".

Actualmente el conductor del bus se encuentra cumpliendo arresto domiciliario nocturno, arraigo nacional y firma mensual, mientras dure la investigación, la que se fijó en 120 días el día de la formalización, ocurrida el 2 de marzo.

El fin de los

Con ganas de discutir con los divulgadores de la tele, el piloto de Ejército Rodrigo Bravo publicó el libro "Los extraterrestres han muerto". Se necesita, dice, un poco de sano escepticismo.
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Una nueva corriente de científicos e investigadores ha surgido para arremeter con fuerza en el debate sobre fenómenos aéreos anómalos, extraterrestres y demases. Con el Premio Nacional de Ciencias José Maza -éxito en ventas con su libros "Somos polvo de estrellas"- a la cabeza, buscan quitarle terreno a los amantes de las conspiraciones y a aquellos que vinculan el fenómeno ovni -acrónimo de objeto volador no identificado- únicamente con la vida más allá de la Tierra.

Hace unos días se presentó en la Qué Leo de Valparaíso el libro "Los extraterrestres han muerto. El mito Ovni-ET, contactismo y abducciones", un trabajo literario del capitán y piloto del Ejército Rodrigo Bravo Garrido, correspondiente a una investigación que lleva haciendo desde el año 2000, cuando le fue asignado este tema para su tesis.

Comenzó investigando fenómenos aéreos a partir de la necesidad del Ejército por resguardar la seguridad del aire, para llegar a la conclusión de que el fenómeno ovni asociado a lo extraterrestre se ha convertido en una religión. De ahí que quiera contar a sus lectores sobre el auge y caída de un mito que se inició en 1947, cuando el también piloto Kenneth Arnold aseguró haber visto nueve objetos inusuales volando en cadena cerca de Mount Rainier, Washington.

Así se da origen a lo que él llama la subcultura de una vida más allá de la Tierra que, si bien echa sus raíces en la antigua Grecia, desde mediados del siglo XX que se mantiene vigente en buena parte de occidente, viviendo su clímax en los años '90 en el Estados Unidos post Guerra Fría.

Cuenta Rodrigo Bravo que al principio sólo era el avistamiento, pero luego, en los '50, proliferaron el contactismo (comunicación con alienígenas) y las abducciones (secuestros extraterrestres), así como aquellos que separaban a los extraterrestres buenos de los malos.

Con el tiempo eso quedó atrás. Ni en Chile ni en Norteamérica surgen nuevos mitos sobre estos fenómenos y para qué hablar de las abducciones, de las que no hay registro desde hace varias décadas.

Hay en nuestro país 450.000 operaciones de aeronáutica cada año, civil y militar, de entre las cuales sólo siete dan cuenta del surgimiento del algún objeto volador no identificado. Las cifras sobre este tema no paran de caer y de los que hay, que el piloto Bravo reconoce que son fenómenos aéreos anómalos, "difícilmente pueden ser asociados a una vida más allá del universo. Puede que antes sí, con la existencia de mucha menos tecnología, pero con el paso del tiempo se hace ridículo".

no más SALFATES

Le gustaría a este escritor poder sentarse alguna vez en un panel de televisión o en un foro público, delante de divulgadores de los extraterrestre como Juan Andrés Salfate, Sixto Paz o el Doctor File, por nombrar sólo algunos, los más conocidos en nuestro país. Aunque, según cuenta, "casi siempre rehusan de la conversación con altura de miras, porque no están dispuestos a que alguien eche por tierra la base de su trabajo".

Bravo cree tener las pruebas y argumentos necesarios para anular a personajes como los recién nombrados. Casos históricos que tanto en Chile como en Estados Unidos y el mundo marcaron la agenda de una época que, con el tiempo, pasó a ser nada, a raíz de investigaciones rigurosas, que parten del escepticismo.

Nombra, por ejemplo, la farsa de Isla Friendship en nuestro país, o el ya desmontado caso Ummo de España, en el que cayeron millones de personas y que incluso dejó muertos, y que no era más que un experimento social.

Si los casos de avistamientos supuestamente extraterrestre disminuyeron es porque, al haber más tecnología, se pueden descartar como ovnis aquellos fenómenos considerados dentro de la climatología. Hasta hace unas décadas, solamente, buena parte de los avistamientos escondía su origen en extraños brillos o luminiscencias como la aurora boreal.

Esto no despoja a Rodrigo Bravo de su capacidad de discutir y de entregarse a la duda sobre otras tantas rarezas cuya procedencia es totalmente opuesta a la climatológica. Encuentros producidos en nuestro país, con ovnis tecnológicamente desarrollados que si bien Bravo asegura no se deben asociar a lo extraterrestre, "podría decirse, por qué no, que corresponden a tecnologías foráneas".

Para librarnos de lo que el conoce como "el mal de los seudo divulgadores que andan por ahí, muchas veces, asustando al público", la clave que entrega es el pensamiento crítico. Escepticismo y duda por sobre la fe ciega a este tipo de historias que, sin pruebas, asegura, se reproducen en buena parte de los medios de comunicación.

De igual forma, Bravo está seguro de que Estados Unidos alimentó todo el mito ovni, de una manera tal que en la actualidad la palabra se encuentra desvirtuada, argumentando que toda obsesión por los extraterrestres nació por su necesidad de tener siempre un rival. Cayó el muro de Berlín y con ello la posibilidad de enemigo externo. Ahora, lo que le queda a este escritor, además de publicar su segundo tomo, es intentar recuperar el verdadero significado del acrónimo ovni, más allá de los extraterrestres que, para él, están muertos.


alienígenas

Por Sebastián Mejías

La corriente científica sale al paso de los Salfates del mundo