Reírse con facilidad y ser bastante sociables son aspectos que generalmente son vistos positivamente tanto en niños como en adultos, porque enfrentar la vida con optimismo es algo que ayuda a que las situaciones problemáticas no se vean tan oscuras. No obstante, en algunos casos (prevalencia de 1 en 15 mil personas), éstos podrían ser indicios de que se está frente al desconocido síndrome de Angelman. De esta condición poco se conoce incluso a nivel mundial; en Chile la escuchamos de manera masiva cuando el cantante Rigeo reveló en la Teletón del año 2016 que su hija vivía con ella.
Para conocer un poco más acerca de este desconocido síndrome, "Salud, Cuerpo & Mente" tuvo acceso al mundialmente reconocido doctor Benjamín Philpot, profesor del Departamento de Neurociencias de la Universidad Carolina del Norte, en Estados Unidos, que ha centrado sus investigaciones en la base sináptica para el síndrome de Angelman y otros trastornos del desarrollo neurológico. El encuentro del científico con Chile se realizó en el marco de la charla "Angelman Syndrome Treatment Opportunities and Clinical Biomarkers", realizada la semana recién pasada en la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar.
¿Cómo ocurre?
El síndrome fue descrito por primera vez el año 1965 por el pediatra inglés Harry Angelman. En aquella ocasión, el especialista observó a tres niños que presentaban unas características similares que nadie había descrito hasta ese momento, pensando que se podía tratar de un nuevo síndrome.
Durante unas vacaciones en Italia, el médico descubrió una pintura llamada "Un niño con una marioneta", creada por el artista del Renacimiento Giovanni Francesco Caroto, en el museo Castelvecchio en Verona. La pintura le hizo pensar en los niños que eran sus pacientes y le condujo a publicar un artículo profesional en que describía lo que el llamaba "niños marionetas." En aquel momento, la importancia de su artículo no fue reconocida, pero desde entonces se denominó a estos niños, por sus rasgos físicos, como "niños marioneta".
Algunos años más tarde, Bower y Jeavons observaron que existían otros afectados por este síndrome y lo denominaron "síndrome de la marioneta feliz". Sin embargo, aquel término no fue muy bien recibido por las familias de quienes lo padecían y se utilizó hasta 1982, cuando se cambió por Síndrome de Angelman, en homenaje a su descubridor.
Philpot detalla que Angelman es un síndrome neurológico raro, que tiene una causa genética que ya está identificada. "Se produce por una lesión o una mutación en un gen que se llama UB3A y ese gen muta pero especialmente sólo en la copia materna del gen. Todos tenemos genes maternos y paternos cuando nacemos, pero el que falla es el que heredamos de la madre", explica el científico.
Aquella mutación o lesión a la que se refiere el estadounidense ocurre espontáneamente, por lo que - aclara- "no hay una transmisión, no se hereda desde la madre (…) En este caso, espontáneamente falla el del materno, pero no es que la madre lo herede".
Si bien el problema genético ocurre de manera espontánea, por lo que hasta el momento no existen mecanismos científicos para impedir que se produzca, Philpot aconseja que "lo importante en este caso en particular es que si una pareja ha tenido un hijo con síndrome de Angelman, la idea es que se haga estudios para ver cuál es la probabilidad de que tengan otro hijo que tenga la enfermedad". De esta forma, podrán prepararse de manera anticipada ante la posible llegada de un retoño con esta condición.
Cómo identificarlo
Tras la inédita charla dada por el científico, que en su estadía en el país también tuvo un paso por la sede de la casa de estudios en Santiago, Philpot detalló que los pacientes tienen algunas características bastante puntuales, que ayudan a identificar la condición. Esto ayuda al diagnóstico tras el nacimiento, pero el investigador enfatiza nuevamente en que lo ideal es la detección del síndrome antes de que el alumbramiento ocurra.
Quienes viven con Angelman, "son pacientes muy felices, que están muy estimulados todo el tiempo. Tienen hiperactividad, tienen también trastornos motores, trastornos del sueño, algunos problemas metabólicos también, crisis epilépticas", dice el especialista. En particular, el síndrome es un trastorno neurológico que se asocia a un retraso mental.
La intensidad de estas señales también puede variar, ya que -según explica el célebre investigador- "en general, se establece que mientras más grande sea la mutación o la lesión del gen involucrado son más graves los síntomas. Mientras que al revés, mutaciones que son más pequeñas y puntuales y que no son tan graves tienen efectos más moderados en los pacientes".
De hecho, agrega que existen alrededor de cuatro subclasificaciones que tienen que ver con la zona dañada: cuando se renueva una parte del cromosoma, otra es por mutaciones puntuales en el gen UB3A, y dos adicionales, siendo las más grave cuando falta una parte del cromosoma.
Ante este incierto panorama del síndrome, cuya aparición es espontánea y por ende tiene cierto grado de azarosa, es imposible no intentar comparar la prevalencia actual de éste con lo que ocurría décadas atrás. Ante este enigma, Philpot sostiene que no se puede establecer una comparación válida. Esto "porque la gente antes no era diagnosticada, entonces no sabían si tenían o no el síndrome. Ahora, se están identificando cada vez más casos porque las herramientas diagnósticas nos permiten hacer eso, lo que no quiere decir que el síndrome esté en aumento", recalca.
Desde que el niño nace, más allá de mirarlo con chochera, siempre es bueno observar su comportamiento para identificar posibles patologías y ante alguna alteración acudir rápidamente a un pediatra. Él será el encargado de evaluarlo y realizar alguna derivación si es necesario.
En particular, para el síndrome de Angelman, Philpot, indica que "dentro de las alteraciones que uno puede buscar están, por ejemplo, que las guaguitas no gateen o que no sean capaces de moverse. Son generalmente problemas motores, como guaguas que no se paren al año, o que tengan problemas para desplazarse. Eso puede ser un indicador (…) Y el otro es que no hablen, que tengan problemas para comunicarse".
En ocasiones incluso pueden llegar a ser erróneamente diagnosticados con autismo, pero la gran diferencia con estos pacientes es que las personas con Angelman "pueden ser muy ansiosos y buscan contacto con otras personas; siempre están felices, se acercan, son muy sociales, a diferencia del autismo, que son más retraídos. Además tienden a estar contentos, se ríen mucho, se mueven mucho", detalla el científico. A esto se suma un tamaño de cabeza pequeño, con la parte posterior plana. Cuando crecen, las mujeres con Angelman generalmente tienden a desarrollar obesidad.
El diagnóstico de confirmación del síndrome de Angelman se realiza mediante un estudio genético, realizando un cariotipo (estudio de los cromosomas) que permita detectar las anomalías características que produce este síndrome. También se pueden realizar otras pruebas como el test de hibridación in situ (FISH) o el test de metilación del ADN, que permiten estudiar alteraciones en el cromosoma 15.
Generar lazos
Al ser crónico, actualmente el síndrome de Angelman no tiene cura y acompañará a la persona durante toda su vida. Por ende, el tratamiento actual se centra en controlar los problemas médicos y de desarrollo. No obstante, adelanta Philpot, "hay que tener una sensación de esperanza, porque hay terapias posibles. Las farmacéuticas están poniendo recursos y sólo ponen recursos cuando saben que van a obtener un resultado favorable. Entonces, probablemente en los próximos años pueda algunas de estas terapias funcionar. Está bien aspectado el síndrome de Angelman".
Actualmente, de acuerdo a los síntomas que tenga cada persona, el tratamiento puede involucrar medicamentos anticonvulsivos para quienes tienen crisis epilépticas; fisioterapia, para ayudar con los problemas para caminar y moverse; terapia de comunicación, que puede comprender lenguaje de señas y comunicación mediante imágenes; y terapia conductual, para ayudar a superar la hiperactividad y los períodos de atención cortos y para colaborar con el desarrollo.
Junto al tratamiento médico que se haga, es recomendable que las personas con Angelman y sus familias se reúnan con otros en su misma situación, lo que ayuda a compartir experiencias y entender el síndrome. "No tan sólo serviría para compartir experiencias y soluciones sino que también objetos y cosas necesarias, concretas. De repente los niños con Angelman necesitan camas especiales y a veces les quedan chicas, entonces alguien podría venderla más barata o regalarla", finalizó el científico antes de abandonar tierras viñamarinas.
Figura trascendental
El 2009, Philpot fue coautor de un estudio realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke y la Universidad de Carolina del Norte, quienes descubrieron en ratones cómo un único gen alterado podía causar el síndrome de Angelman. Los resultados de ese trabajo se publicaron en la edición digital de la revista "Nature Neuroscience".
En esa ocasión, los científicos descubrieron que cuando los ratones eran privados de estimulación sensorial, las conexiones cerebrales se recuperaban, lo que indicaba que podía aplicarse un tratamiento farmacológico o conductual en el futuro. Un afán que actualmente aún quita el sueño a investigadores de todo el mundo.
A partir de aquel trabajo, los investigadores se dieron cuenta que las células cerebrales en los ratones con el síndrome carecían de la capacidad de fortalecerse o debilitarse en la corteza, un área del cerebro importante para las habilidades cognitivas.
Con ese hallazgo entre sus manos, tras presentar el estudio hace casi diez años, Philpot, sostuvo que, "cuando tenemos experiencias, las conexiones entre las células cerebrales se modifican para que podamos aprender. Cuando las conexiones adecuadas entre las células cerebrales se refuerzan o debilitan, un proceso denominado plasticidad sináptica, somos capaces de aprender y adaptarnos a un ambiente en continuo cambio". La incapacidad de las células cerebrales para codificar la información a partir de las experiencias en el modelo animal de síndrome de Angelman sugirió que esta es la base de las profundas dificultades de aprendizaje en estos pacientes.
Se describió por primera vez en la década del '60 y luego fue bautizado como síndrome de Angelman.
Benjamín Philpot, célebre científico y estudioso del tema, visitó Viña del Mar y explicó de qué se trata.
Mirian Mondaca Herrera
salud@estrellavalpo.cl