Cinthia Matus O.
Lorena Olivares no es deportista, pero sin querer se ha transformado en una buena atleta corriendo todos los días a las 08.00 de la mañana. A esa hora, mientras algunos se dirigen hacia el trabajo y otros para el colegio, ella sale de su turno en la casa de reposo "El Rosario" y corre por la calle Belgrano de El Belloto para llegar lo más rápido posible a su departamento.
Su objetivo, según explica, es estar allí antes de que sus hijos Byron (7) y Felipe (21), que sufren diversas enfermedades, despierten. "Mi hijo Byron tiene una neurofibromatosis tipo 1 y Felipe, mi hijo mayor, un retraso que le impide comunicarse bien", detalla.
Lorena Olivares, además, trabaja cuidando a una abuelita de manera particular y hace el aseo en otra casa. Con suerte, duerme entre cuatro y cinco horas diarias.
"Lo que pasa es que mis hijos necesitan mucho de mí, su único sustento. Mi hija de 19 años se queda con ellos en las noches, pero en la mañana se va a estudiar su 2x1 y ahí quedan solitos. Por eso me apuro, para que no se den cuenta de que no estoy", dice.
Hasta el momento sus corridas no han fallado y la mujer siempre llega antes de que sus hijos despierten.
Otro tumor
Si bien su hijo Felipe es de cuidado, en este momento su mayor preocupación es Byron, quien hace dos semanas desarrolló un tumor en el cerebro.
"Yo me estaba duchando cuando empezó con mucho dolor de cabeza y vino al baño a gritar 'me duele, me duele'. Lloraba incontrolablemente y para calmar un poco su dolor, le di un paracetamol y empecé a sobarle la cabeza", cuenta Lorena Olivares.
Como el dolor no cesó, la madre pidió que la atención que le brindan en el Hospital Calvo Mackenna de Santiago, fuera adelantada. "La doctora me dijo que tenía un tumor en el cerebro que le estaba haciendo una presión, pero que lamentablemente no lo podía operar por el riesgo que significa. Es terrible, porque a él le duele, y al final, ella me dijo que se podía controlar con medicamentos y que yo sólo tenía que intentar hacerlo feliz", relata la mujer.
Este tumor maligno se suma al que el pequeño tiene en su ojo derecho y que, según su madre, crece cada día más.
"A los 2 meses lo operaron de glaucoma y si al año hubiese estado con terapia, al Byron se le habría salvado su ojito. Al final se lo tuvieron que sacar y para que lleve una vida más o menos normal, le coloco una prótesis", explica Lorena Olivares.
Byron, quien es amante de los dinosaurios- quiere tener una gran colección- y hace poco se hizo voluntario de la Primera Compañía de Bomberos de Quilpué, está consciente de su mal, pero como niño, no le da mayor importancia. Mientras su madre explica lo que sufre, él juega con sus figuras de dinosaurios y con el casco que le regalaron los bomberos. No habla, puesto que los tumores le dañaron sus cuerdas vocales. Sin embargo, eso no es impedimento para que con besos y abrazos, le demuestre a su mamá que la quiere como a ninguna.
Lo van a operar
En junio, Byron Gallardo va a ser operado en el Hospital Calvo Mackenna de Santiago. Allí, le van a sacar una parte del tumor, le harán un levantamiento del párpado y le colocarán una prótesis definitiva del ojo. "Después, como a los 3 meses, le van a hacer una construcción maxilofacial para estirarle su carita. Los médicos no quisieron hacer todo junto porque es muy arriesgado por la anestesia", comenta la mamá. Para todos estos procesos, la familia necesita dinero. No tanto por la operación, ya que va a ser costeada por el Gobierno, sino por lo que implican los viajes y medicamentos. Así que toda ayuda es bien recibida en la cuenta Rut de Lorena Olivares, número 11.830.386-5.