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Incautan 3.500 anabólicos en el paso Los Libertadores

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Funcionarios del Servicio Nacional de Aduana incautaron ayer 3.500 unidades del medicamento Triacana (Tiratricol), ocultas entre las ropas y pertenencias de una pasajera que intentaba ingresar al país en un bus proveniente de Mendoza.

El Tiratricol es un potente anabólico y, según indica el Ministerio de Salud, es un fármaco de riesgo que no está reconocido para el tratamiento de la obesidad. Por ello su importación y comercialización está prohibida en Chile.

El examen físico permitió a los funcionarios de Aduana de Los Andes encontrar algunas unidades del fármaco prohibido en su bolso, chaqueta y billetera de la mujer. La revisión detallada por parte de los fiscalizadores constató la presencia de gran cantidad de pastillas ocultas entre su ropa interior.

El administrador (S) de la Aduana de Los Andes, Nelson Ortega, señaló que "esta pasajera estaba intentando entrar al país con una cantidad importante de medicamentos que el Instituto de Salud Pública ha prohibido".

¿Qué dice la ciencia sobre la apiterapia?

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Sus adeptos aseguran que sirve para tratar enfermedades de distinta índole, pero la comunidad científica se resiste.

Desde hace algunas semanas la apitarapia fue puesta en entredicho cuando a nivel mundial se conoció la muerte de una mujer española de 55 años, quien tras una sesión con abejas y permanecer varias semanas internada perdió la vida por una falla multiorgánica. Este fue reportado como el primer caso de un deceso por someterse a esta técnica.

La apiterapia es un tratamiento milenario, que aunque es difícil de identificar su origen exacto, se asocia a la antigua China, Grecia y Egipto. En rigor, ésta basa su tratamiento en el empleo de productos derivados de las abejas, que pueden ir desde la miel o la jalea real, hasta estimular la picadura de una abeja en el cuerpo del paciente. Esto último, como una forma de aprovechar la apitoxina o veneno de estos insectos, que es producido por una glándula de secreción ácida y otra de secreción alcalina, incluidas en el interior del abdomen de la abeja obrera.

Quienes se dedican a esta técnica argumentan que puede emplearse para una variedad de afecciones, como resfríos, enfermedades del sistema inmunológico, de las articulaciones, problemas circulatorias y hasta como tratamiento integrativo en algunos tipos de cáncer. Pero, ¿qué dice la ciencia?

Sin estudios serios

Basta revisar internet para darse cuenta de que existen estudios hechos, principalmente por apicultores, donde se detallan las cualidades que tendría el empleo de este tipo de tratamiento. No obstante, advierte el infectólogo y docente de la Universidad de Valparaíso, Rodrigo Cruz, que, "no hay trabajos. Lo que pasa es que en medicina, no quiere decir que no pueda ser útil, lo que sí no hay trabajos científicos que lo demuestren; trabajos bien hechos, bien diseñados. Entonces lo que hay son recomendaciones de personas que se dedican a este tipo de tratamientos, pero en realidad trabajos científicos bien hechos, bien diseñados, no hay".

Entre las dolencias que también podrían tratarse con esta técnica y que son descritas por los apiterapeutas están las traumatológicas. Respecto a su posible utilidad en ellas, el traumatólogo y docente de la Universidad de Valparaíso, Fernando Leiva, indica: "Que yo sepa no tiene evidencia científica. La apiterapia actuaría como antiinflamatorio (...) que podría aliviar parcialmente, pero no hay evidencia científica concluyente".

Efectos graves

Dentro de las formas en que se ejecuta la apiterapia, la que despierta mayor debate en el mundo es la picadura de la abeja. En general, explica Cruz, la gran parte de la población no es alérgica a la picadura de insectos. Sin embargo, "el problema es que hay personas que tienen una susceptibilidad mayor, hay personas que son alérgicas a la picadura y que pueden desarrollar alergias graves, incluso llegar a la muerte en algunos casos (...) uno no sabe nunca cuando es alérgico a un producto o, en este caso, a alguna picadura".

La reacción que puede tener el organismo es inesperada, y eso es precisamente lo que entrega mayor incertidumbre respecto a los efectos que pueda tener en un paciente el uso de la apitoxina. De hecho, apunta el infectólogo, "una persona que no es aparentemente alérgica y que se somete a este tratamiento perfectamente aunque sea una persona sana podría tener complicaciones graves (...) Yo no la recomiendo en mis pacientes porque no hay evidencia científica dura que demuestre que es útil y, por otra parte, uno nunca sabe cuando un paciente, incluido uno mismo, es alérgico a algún producto o una picadura de insecto".

Otra variable que se debe considerar cuando alguien piensa en someterse a la apiterapia y, en particular al uso de la apitoxina, es que si alguna vez se recibió una picadura de abeja y no se experimentó ningún tipo de reacción alérgica, no quiere decir que eso no vaya a ocurrir en próximas ocasiones. Esto ocurre, explica Cruz, porque "la persona puede sufrir una picadura y sensibilizarse y después cuando sufre otras picaduras las reacciones van a ser generalmente de mayor intensidad, más graves. Entonces puede ser que la primera vez no te haya pasado nada, pero la segunda o la tercera si te va a pasar y las próximas picaduras te van a dar reacciones alérgicas con mayor intensidad o más graves. Por eso yo como médico no lo recomiendo (la apiterapia), pero las personas tienen libre albedrío y pueden tomar sus decisiones", finaliza el médico.

Mirian Mondaca Herrera.

salud@estrellavalpo.cl