Nicole Valverde S.
Lo busqué por avenida Pedro Montt y Plaza Victoria, hasta Condell. Pero el único rastro que el suplementero Juan Lillo dejaba a su paso eran diarios repartidos a los comerciantes ambulantes, quienes leían afanados las páginas de La Estrella de Valparaíso.
Me dijeron que lo esperara porque siempre volvía a cobrarles. Hice caso. Y luego de unos minutos escuché venir el inconfundible pregón: "¡Ella, ella, ahora ella... La Estrella!".
Al encontrarnos sonrió. Sabía que lo estaba buscando, sus clientes y conocidos se lo informaron en el camino. Y no dudó en conversar con nosotros para, -a través de su persona- poder rendir un humilde y cariñoso reconocimiento a todos los sumplementeros, quienes contra viento y marea continúan ejerciendo el noble oficio, y hoy celebran su día.
Oficio de toda la vida
"Yo empecé a trabajar a los 9 años. Cuando era chico, La Estrella y todos los diarios se vendían más que ahora. ¡La pega era buena!", recuerda Juan Lillo, quien lleva 58 años en el oficio de suplementero.
Todos los días Juan se levanta a las 5:30 de la mañana para ir a buscar los diarios. Y así comienza su rutina.
"Mi recorrido siempre ha sido por Pedro Montt. Parto desde General Cruz y llego hasta Pudeto. Y así se me acaban los diarios. La gente ya me conoce, todos me dicen el 'Ella, ella', y hay otros que me dicen 'Saquero' porque también soy árbitro de fútbol amateur", relata el único árbitro y suplementero de Valparaíso.
A sus 67 años, Juan dice estar lleno de vida y energía para rato. "Soy rápido para caminar. Y mientras me den las piernas, no voy a dejar de trabajar en esto porque me gusta mucho. Además, por los diarios crié a mis hijos que ahora son adultos y tienen sus hijos".
Contra viento y marea
Tan importante es para Juan su trabajo, que incluso sale a la calle cuando llueve. Se ayuda de un nailon para que no se le mojen los diarios, y hace el mismo recorrido de toda la vida, ese que tantas sorpresas que le ha brindado.
"Nunca me han tratado de asaltar, ni nada malo. Solo tengo buenos momentos, como cuando la gente me pide fotos o que grite: ¡Ella, ella, La Estrella!".