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Falleció Víctor Contreras: el mar porteño perdió a su gran tiburón

El histórico nadador, dueño de múltiples récords en aguas abiertas, dejó este mundo sin haber recibido el homenaje en vida por el que tanto clamó durante sus últimos días. El porteño será sepultado hoy en el mausoleo de Los Panzers.
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Nicolás Arancibia B.

De niños, lo primero que nos dicen antes de nadar es que al agua no hay que tenerle miedo, sino respeto. El mar, sin embargo, majestuoso e indomable, le tuvo eterno respeto y admiración a un porteño que por años, aleteando como el más feroz de los tiburones, dejó una y otra vez el nombre de Chile en lo más alto del deporte mundial. Se trata de Víctor Contreras Olguín, quien a las 02.30 horas de la madrugada del martes, falleció en la unidad de pacientes críticos del Hospital de Quilpué producto de una miocardiopatía dilatada e insuficiencias cardiacas.

El "Tiburón", que hace un tiempo venía delicado de salud producto de una avanzada diabetes que lo llevó incluso a perder una pierna y a pasar gran parte de sus últimos días internado en el recinto hospitalario de la Ciudad del Sol, fue despedido ayer por sus amigos y familiares en la Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso, donde se anunció además que hoy, antes de llegar al mausoleo de Los Panzers del cementerio tres de Playa Ancha, donde sus restos serán sepultados, su féretro hará un recorrido partiendo en Independencia, subiendo por Francia, para luego pasar por Colón, -lugar donde Víctor vivió muchos años-, cortar hacia avenida Argentina, luego a Pedro Montt hasta Edwards, bajar por Errázuriz y finalmente emprender dirección hasta Playa Ancha.

Uno a uno, los hijos del histórico nadador porteño fueron llegando hasta el velorio de su padre, todos, coincidiendo en que el gran legado que les dejó su fallecido progenitor, es "la escuela de nadadores, también los triunfos que le dio a nuestro país", según nos contó Jessica Contreras, hija mayor del "Tiburón", quien agregó que "mi padre tuvo mucha fuerza, y eso es lo que más destaco, era muy perseverante en el deporte, y ojalá que ahora se le de más énfasis a la natación, porque esta es una disciplina que arrastra a toda la familia, y a los más jóvenes, que necesitan hacer algo distinto. Eso es lo que quería mi papá, quien ahora tiene una larga travesía por completar, la más larga de todas, que es descansar junto a Dios".

Homenaje en vida

Hace unos meses, ya hospitalizado en Quilpué y con graves problemas de salud, Víctor clamaba para que el Estado le pudiese rendir un pequeño homenaje, algo que su propia hija Jessica confirma al indicar que "él quería un homenaje en vida, quería que reconocieran lo que él había hecho. Faltó eso, un homenaje, yo creo que es importante que se considere a los deportistas que destacan en nuestro país".

La misma tesis es avalada por Víctor hijo, quien es nadador como su padre y que recalca la importancia de los reconocimientos, ya que estos deberían llegar "no solo a Víctor Contreras, sino a cualquier deportista destacado. No tienen que esperar que esté muerto para hacerle un homenaje, eso es lo que siempre hemos peleado. Él (Víctor) decía que no le servía un homenaje cuando estuviese bajo tres metros o cuando saliera por los pies por delante, él quería uno en vida. El diputado Andrés Longton inició algo y estuvimos a semanas de poder concretarlo, de hecho habían tres planes, que eran hacerlo en Valparaíso, hacerlo en Viña o hacerlo hasta en el mismo hospital. Queríamos sí o sí hacer el homenaje, pero no se logró por tema de tiempo, aunque estoy tranquilo porque con Andrés Longton se hizo mucho más que lo que se hizo antes, ya que en el pasado no había nada, ningún tipo de intención".

Una triste realidad que el propio nadador, en conversación con La Estrella en agosto de 1982 luego de cruzar el Canal de la Mancha, ya retrataba al señalar "por lo menos pensé que en la avenida Argentina habría unas cinco personas esperándome; mal que mal, soy el primer chileno que cruza el Canal de la Mancha (...), como que ya estoy acostumbrado, fui el primer chileno en cruzar el Estrecho de Magallanes y solo estaban mis familiares".

Hazañas y anécdotas

El nadador porteño, que dejó este mundo con 73 años, completó varias hazañas en cada rincón del planeta. Cruzó el Estrecho de Gibraltar (entre Europa y África), en 1981, con una marca récord de 3 horas y 27 minutos, que mantuvo durante catorce años, además de haber atravesado el Canal de la Mancha (entre Francia y Reino Unido), el Estrecho de Magallanes, el Canal Beagle, el Cabo de Hornos (en el extremo sur de Chile) y el Canal de Chacao (Chile).

Todo lo anterior, lo hizo nadando sin su traje de protección, lo que lo hacía aún más formidable. Pero como todo gran artista, porque Víctor hacía arte sobre las aguas, ocultaba un gran secreto: impermeabilizaba su piel con aceite de lobo de mar, sustancia que si bien lo protegía del frío y lo ayudaba a flotar mejor, también expelía un aroma tan fuerte y desagradable que se sentía a muchos metros de distancia.

Dentro del libro de sus imperdibles anécdotas, se encuentra la que también contó a este mismo periódico febrero de 1979. En aquella época, Contreras ya había cruzado el estrecho de Magallanes y ya se aprontaba con todo para hacer lo mismo en el Canal Beagle, aunque para poder lograr su objetivo, su propia madre, ideó un plan tan triste como efectivo: le ocultó la muerte de su padre para que pudiese prepararse y afrontar la mejor manera el nuevo desafío que se había impuesto. "Mi padre murió hace una semana, pero por orden de mi madre nadie me informó de eso. Solo lo supe en el aeropuerto", aseguró el nadador a La Estrella de la época.

El panzer del mar

Tanta es la admiración que produjo Víctor "Tiburón" Contreras en la historias del deporte de Valparaíso, que hace un tiempo la agrupación Los Panzers 68, que reúne a los ex jugadores de Santiago Wanderers, decidió nombrarlo de manera honorífica como el Panzer del Mar. A raíz de ello, los restos del nadador que vivió los últimos meses de su vida en Quilpué, serán sepultados en el mausoleo de Los Panzers en Playa Ancha, convirtiéndose así en el único de los hombres que allí descansan que no tiene pasado como futbolista.