Les llueve sobre mojado a los vecinos "sin techo"
Una pesadilla: el viento les voló la techumbre del edificio y ahora el agua causa estragos en sus casas, arruinando pisos, murallas, muebles y ropa.
El techo arrancado de cuajo sigue descansando en el suelo del condominio. Los departamentos, desprotegidos, se humedecen y forman pozas en el suelo. La peor lluvia que han vivido los vecinos de Gómez Carreño: pasaron toda la noche baldeando el agua y estrujando ropa.
El block de departamentos de la calle Cantábrico sigue sumido en los problemas. Sin haber repuesto el techo, el agua se filtra por todos lados y daña lo que encuentra a su paso. Silvia López vive en el piso superior, el más afectado. Al caminar por su hogar, el agua chapotea en el suelo, el living está revuelto entero, cubierto por nylons, las toallas absorben el agua que se acumula en el suelo, y una docena de ollas se esparcen por el lugar, debajo de las goteras más grandes. Hasta los maceteros están desbordados de agua de la lluvia.
"Estuve toda la noche baldeando el agua, llenaba el tiesto, la botaba y empezaba de nuevo. En la noche, como a las 04.00 de la mañana, cuando la lluvia se disparó estaba ahí yo, dale que dale, sacando el agua", cuenta la mujer de 60 años.
Esa es la tónica de todos los vecinos, mover los sofás, esconder los electrodomésticos, y cortar la luz para evitar corto circuitos. Con la escoba barren el agua hacia afuera, al poco rato se vuelve a anegar. Es una tarea de nunca acabar.
La mayoría de las residentes son mujeres de edad, sus rostros evidencian como la situación las supera. Algunas suspiran, se arremangan y siguen sacando el agua. Caminando por la torre, en no más de cinco minutos, se entumecen los pies del frío. La sensación de humedad es abrumadora.
Desde el municipio informaron que no pueden ayudar mucho, porque se trata de una propiedad privada. Para ayudar en algo, llegaron unos plásticos para cubrir los departamentos.
Soledad Monsalve, presidenta de la Junta de Vecinos lamenta la poca ayuda que han recibido. Un trazo de plástico está lejos de solucionar sus problemas, "muy lejos", asegura.
"Si estuviéramos empantanados en el tierral, claro ahí dirían 'se necesita ayuda', y vendrían, traerían de todo. La idea es que la ayuda sea para todos iguales. Nos iban a venir a ayudar a retirar el techo, todavía está allí. Yo misma tuve que reunir a una cuadrilla con mis hermanos para el día sábado retirar el techo, y ver si podemos recuperar algunas de las latas", cuenta la mujer.
"Necesitamos que vengan a ayudarnos, de alguna forma, porque esto está causando un daño tremendo", ruega.