Nicole Valverde S.
Contenta, tranquila, almorzando un rico menú de domingo junto a sus nuevas amigas, y recibiendo toda la atención y el cariño de las monjitas de las Hermanitas de los Pobres. Así encontramos a doña Alicia de las Mercedes Cabrera Morales, la misma señora que la semana pasada conocimos viviendo en precarias condiciones de abandono en una habitación de un antiguo cité de cerro Barón.
En ese entonces fueron sus propias vecinas las que, conmovidas por la triste situación de doña Alicia, buscaron ayuda difundiendo su historia a través de los medios de comunicación. Fue así que la historia de la abuelita de 82 años llegó hasta la Madre Provincial de la Congregación Hermanitas de los Pobres, quien alertó a las hermanitas del hogar ubicado en Gómez Carreño.
Vida digna
Con una sonrisa en el rostro doña Alicia asegura que en el hogar de ancianos se siente como en familia.
Y es que las Hermanitas de los Pobres fueron las únicas que lograron convencer a la abuelita de salir del lugar que habitaba. Un lugar oscuro y húmedo que se caía a pedazos, no tenía murallas, ni servicios básicos. Pero bastó con que ellas la fueran a visitar para que Alicia accediera a dejar atrás todo para irse con ellas al hogar donde hoy le brindan una vida digna, al igual que a los 80 abuelitos que viven en el hogar.
La hermanita Luz Angela, a cargo del hogar de ancianos de Viña del Mar, aclara que: "Este es un hogar sin fines de lucro. Es un hogar privado, donde acogemos a ancianitos pobres, porque vivimos de la limosna".
La hermanita Luz Angela y doña Alicia nos invitan a conocer su nueva pieza. Un espacio cálido, calientito, luminoso, limpio y ordenado. Y sobre el velador que hay junto a su cama, hay un cartel que dice "Bienvenida", y que Alicia atesora desde el día en que fue recibida por las hermanitas y sus nuevas compañeras del hogar.
"El día que fuimos a buscarla ella nos dijo que tenía que pensarlo. Entonces yo le dije que lo pensara acá", relata la hermanita Luz Angela.
Desde su llegada, Alicia se ha adaptado muy rápido a su nueva vida. Y muy segura dice que es aquí donde le gustaría pasar el resto de sus días, incluso no descarta volver a coser.
Faltan hermanitas
Por otro lado, además de la ayuda económica y aporte monetario para los abuelitos y abuelitas que viven en el hogar, las monjas hacen un llamado para motivar a la juventud a unirse a su noble misión, que en esencia es: el servicio gozoso y desinteresado a los mayores de la familia humana, acogidos con ternura y acompañados hasta el términos de su vida.