Empresario le tendió una mano al profe de Quilpué
Buen samaritano contactó al participante de "Pasapalabra" y le donó el dinero necesario para el trasplante de córneas que necesita su hijo.
El final de esta historia tiene cinco letras, y termina con la última letra del abecedario: "feliz". Armando Labra, el profesor que participó en "Pasapalabra" ya tiene el dinero necesario para operar a su hijo.
Su historia es conmovedora. Tras haber perdido en el rosco (la última prueba del programa de concursos) se extinguían las posibilidades del quilpueíno para operar de la vista a su hijo, que estaba quedando ciego mientras el reloj corría.
Los amigos y familiares de Armando iniciaron una "lucatón" para reunir el dinero necesario, y la meta se cumplió mucho antes de lo esperado, pero gracias a la donación de un samaritano anónimo.
"El día sábado, me llamo personalmente Julián Elfeinbein, de quien sólo tengo buenas palabras que decir, él ha estado preocupado del caso personalmente e hizo el contacto de tal manera que el mismo sábado a las 17.00 horas yo me enteré", cuenta con alegría el profesor de castellano.
Sobre la persona que donó el dinero, cuenta que "es un empresario de Santiago, anónimo, que no quiere dar su identidad por razones personales". Gracias a este generoso aporte, se podrá pagar el envío de las córneas desde el banco de la especialidad, en Estados Unidos. Traer las córneas era el obstáculo más importante, pues llegan a costar cinco millones de pesos, cifra inalcanzable para un profesor que ha estado cesante hace ya un tiempo.
Asimismo, han sido varias las ayudas que ha recibido Armando luego de haber participado en el concurso de CHV. Por ejemplo, los costos de la intervención y todo el tratamiento post operatorio será gratuito, por gentileza del Centro de Visión de la Clínica Las Condes.
Del mismo modo, el Club Los Leones, de Las Condes, pagará una deuda de la familia por una operación previa que se hizo para retrasar el avance de la enfermedad que padece su hijo.
Como una película
"Ha sido todo muy rápido, como una cosa muy explosiva, repentina, a la que todavía no me acostumbro incluso, ha sido algo muy extraño para mí", cuenta Armando, quien todavía no da créditos de lo que le ha ocurrido en la última semana.
Lo más importante, y por lo que decidió participar en primer lugar, es el bienestar de su hijo, que si no se operaba en un plazo de un año podía perder la vista de forma irreversible.
"El objetivo siempre fue mi hijo, conseguir el dinero para la operación", dice Armando con el pecho inflado de emoción.