Carla Fardella: "De los hombres siempre se espera más"
Doctora en sicología social se ha dedicado a estudiar la igualdad de género en el trabajo científico en Chile. Desde esa mirada, advierte que las cifras de mujeres dedicadas a la investigación son "tristes" y que se trata de una estigmatización que proviene desde la cuna y se proyecta hasta la vida adulta.
Un "destape". Esa es la palabra que resume, a juicio de la sicóloga y doctora en sicología social, Carla Fardella, lo que significan los movimientos feministas de los últimos meses en nuestro país y que han puesto en la agenda pública temas que hasta ahora estaban reservados a las investigaciones académicas. De hecho, a juicio de la investigadora, estos temas no son nuevos y las universidades llevan años estudiándolos, sin que permearan al resto de la sociedad.
En conversación con Región F, Fardella afirma que ahora "se está destapando mucha información que teníamos guardada hace tiempo en las universidades", lo que determina que no se trate solo de denuncias, sino de procesos más amplios, que "nos permite releer nuestra experiencia".
En ese sentido, hace hincapié en que los problemas de género provienen de una cultura que instala diferencias desde la cuna, pero que no existen per se. Fardella lo grafica con estudios de otros investigadores, que advierten que "no existe diferencia de rendimiento en etapa preescolar, niños y niñas entre tres y cuatro años tienen exactamente el mismo rendimiento en la última etapa del jardín infantil, pre-kínder o kínder", pero que esas distinciones sí se dan en cuanto a las "expectativas" de los docentes y parvularias.
Eso se verifica, afirma Fardella, en que los profesores de esos niveles "esperan que un niño tenga mayor rendimiento, por ejemplo, en matemáticas que una niña". Lo anterior se nota en situaciones muy puntuales, como por ejemplo, "estás repartiendo los resultados de una prueba. Ana se saca un cuatro y Juan se saca el mismo cuatro, pero la profesora cuando le entrega la prueba le dice 'esperaba más de ti'. Es un detalle, pero lo que dice es que de Ana no se espera más y de él sí".
El tema es que ese comportamiento se proyecta en el tiempo y termina convirtiéndose en una profesía autocumplida. Según explica Fardella, "se le llama efecto Pigmalión. En el fondo, convenciste al otro, a través de tus expectativas, que no había que esperar más, entonces está bien con lo que está dando, está bien lo que está haciendo y de los hombres se espera más".
Esos contrastes han quedado de manifiesto en las distintas mediciones estándar que se hace en el sistema educativo, como el Simce de octavo básico y aun más en la PSU, de acuerdo al mismo estudio que cita la académica. Allí lo que se verifica "es una creciente ansiedad de las niñas frente a las pruebas, que tiene que ver con un miedo o una inseguridad frente a la evaluación", lo que termina permeando también a la llegada de esas jóvenes a la educación superior. "El mayor porcentaje de mujeres entra a universidades no tradicionales, que son justamente las menos prestigiosas, ¿por qué? porque no se esperaba más. También, por ejemplo, las mujeres entran a carreras, tradicionales o no, que son peor pagadas, o feminizadas".
En esa misma línea, Fardella califica como "tristes" las cifras de participación de las mujeres en la ciencia y la academia, mundo que conoce bien. "Somos el país latinoamericano que tiene una participación de mujeres en ciencia más bajo. En magister, por ejemplo, partimos siendo cincuenta y cincuenta. Pero cuando llegamos al doctorado ya es cuarenta por ciento mujeres, sesenta por ciento hombres".
De hecho, advierte que "el conocimiento se ha construido con el cincuenta por ciento de la población, con el cincuenta por ciento de la cabeza", con conocimientos construidos históricamente por los hombres y que podrían cambiar radicalmente en la medida que una mayor cantidad de mujeres se integre al mundo de la ciencia y la investigación.
Sin embargo, aquello no parece fácil. Las mujeres que se dedican a esto apenas llegan al 30%, según la académica, y luego disminuyen para representar al 25% de quienes se adjudican dineros para investigación científica en el país. "De un fondo de 800 millones anuales, que serían los anillos, los núcleos, los fondos grandes, los más importantes digamos, ahí solo tenemos un diez por ciento de mujeres, o sea, los puestos clave, donde hay mucho fondo por repartir, muchas decisiones que tomar, de verdad estamos ausentes en la ciencia", dice y advierte que en ese nivel, se trata mayoritariamente de mujeres que "tienen que elegir entre la familia y el trabajo".
En ese sentido, aclara que no se trata de si opta por uno o por otro, lo que carece de importancia, sino del hecho de que "los hombres no tienen la tensión o la responsabilidad de elegir, entonces es el derecho a la conciliación de lo que estamos hablando, es el derecho a poder participar de manera sana en ambos espacios".
Consultada sobre el rol de la flexibilidad laboral como medio para compatibilizar ambos roles, Carla Fardella advierte que si bien en Chile se ha avanzado en esta línea, no necesariamente ha sido una ayuda, pues en rigor ha ido en paralelo hacia una precarización del trabajo.