La historia de la joven pionera del negocio de las eco bolsas
Años antes de que rigiera la ley que prohibe las bolsas plásticas, "Organic Style" se abría paso con una apuesta arriesgada que hoy goza de altas ventas y hartos clientes.
Siete años atrás. Danixa Becerra visitaba Francia como parte de su programa de intecambio de estudios. Cuando visitaba negocios, locales de ropa y tiendas varias notaba que los clientes llegaban con un trazo plegado bajo sus brazos. Eran bolsas, bolsas ecológicas que todos los franceses llevaban cuando iban a comprar ropa, comida o mercadería. Esa experiencia en el viejo continente fue la chispa que encendió un emprendimiento que hoy goza de mejor salud que nunca.
Hoy, Danixa es la flamante propietaria de un emprendimiento de bolsas ecológicas que acopia cientos de clientes. Su pasantía en Francia la hizo pensar: "Si aquí está pasando y lleva muchos años, esto de las bolsas amigables con el medioambiente es lo que se viene a Chile".
A su regreso a Chile, postuló a un capital de Sercotec que le permitió germinar su negocio. Aprendió serigrafía, montó un pequeño taller y comenzó a fabricar las eco-bolsas, en aquel lejano año 2012. Su título de Ingeniería en Gestión de Negocios tenía poca o nula relación con el rubro, pero su vasta experiencia como Boy Scout ya la encaminaba a una vida amigable con el planeta.
Una empresa verde
"Deja el mundo un poco mejor a como lo encontraste", es una cita histórica del fundador de los Boy Scouts, Robert Baden-Powell, y al mismo tiempo, el eslogan de la marca fundada por Danixa.
"Tuve que aprender a hacer las bolsas, mi mamá me dijo que las estampara en serigrafía, tuve que aprender qué era y cómo se hacía", recuerda. Poco a poco fue estudiando, fabricando y vendiendo. Era la única opción de este rubro en la región, y así fue acumulando una lista de clientes. Tiendas de ropa, panaderías y otros negocios le encargaban regularmente al punto que su negocio creció sin que se diera cuenta.
Cambió a una oficina más grande y más céntrica, sumó más gente a su equipo y fue aumentando su producción progresivamente, hasta que el boom de las eco-bolsas explotó con la aprobación de la ley que prohibe el plástico, en un punto en que ella ya tenía su negocio debidamente conformado y listo para ampliar su oferta.
"Creció muchísimo la demanda, fue como súper explosivo. Llegaron más clientes, algunos que me compraban otras cosas empezaron a pedir bolsas y los que ya tenía, me empezaron a pedir mucho más. Si un cliente me pedía 100 bolsas al mes, pasó a pedirme 1.000 de un momento a otro", comenta.
Sobre el lado verde de su negocio, explica que las bolsas son fabricadas principalmente con TNT (tela no tejida), y fabricadas con un "pulpo serigráfico", una vistosa máquina industrial simétrica de seis brazos que permite trabajar en paralelo y sin electricidad, "a la antigua".
La mujer detrás de Organic Style explica que el aporte medioambiental no descansa sólo en el material sino que en su modalidad reutilizable.
"Si bien se degrada en menos tiempo que el plástico, el objetivo no es ese sino que el reutilizarla, usas siempre la misma bolsa ecológica para que no estemos constantemente adquiriendo las de plástico que se usan una vez y se botan", ilustra.
A pesar de ser un negocio, el emprendimiento de Danixa partió casi como una declaración de principios que ha derivado en cientos de locatarios que optaron por la ecología. Sobre esta faceta, la joven comenta que "me llena de orgullo, porque se cumple el objetivo de dejar de usar plástico. Yo creo que esto es un tema de hábitos, va a costar pero con el tiempo se va a lograr el cambio".
Un nicho comercial
Con un equipo de seis personas trabajando en diversas áreas, una amplia oficina en el plan porteño, hoy tienen entre sus clientes productoras de eventos, boutiques, panaderías, tiendas de artesanía, negocios de ropa, locales de sushi, y más rubros que piden periódicamente sus distintos productos y bolsas con estampados, en distintos tamaños y en diez colores disponibles. Su catálogo de productos incluye bolsas de TNT, de papel kraft, de crea y de yute, además de morrales, poleras y tazones hechos por ellos mismos.
Venden al por mayor, con un mínimo de 100 unidades por orden, e incluso reciben pedidos desde Santiago. Al mismo tiempo funcionan como taller para otras empresas e imparten cursos de serigrafía artesanal.