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Impacto en Longotoma por cura condenado por delitos sexuales

Reportaje de televisión develó lo que muchos habían escuchado, pero que nadie les había confirmado. El vicario pastoral de Trapiche había abusado de una menor el 2006.
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Carla Olivares Rojas

El sector de Trapiche, en la localidad de Longotoma, La Ligua, por estos días está convulsionado. La apacibilidad de sus calles, sus casas y sus familias se han visto sacudidas por lo que era un secreto a voces: el vicario pastoral de la iglesia Santa Ana de esa comunidad había sido condenado por estupro reiterado.

Fue el año 2006 cuando el sacerdote Juan Carlos Orellana Acuña, de 50 años en ese entonces, cometió el delito de estupro en contra de una acólita de 17 años de la parroquia Inmaculada Concepción de la comuna de Santa María de San Felipe donde se desempeñaba como párroco.

Según se comprobó en la investigación desarrollada en ese entonces, entre los meses de mayo y agosto de 2006, el sacerdote mantuvo relaciones sexuales en al menos cinco oportunidades con la menor donde, según señala la sentencia "el acusado abusaba de la relación de dependencia que tenía sobre la menor y además, engañándola, abusando de la inexperiencia e ignorancia que la víctima tenía respecto de las relaciones sexuales".

Juan Carlos Orellana fue condenado por la justicia civil a cuatro años de pena remitida y su nombre forma parte del registro de inhabilidades para trabajar con menores de edad. La justicia canónica, en tanto, aplicó la condena de tres años de suspensión del ejercicio público del ministerio sacerdotal.

De vuelta a la iglesia

Cumplidas ambas penas, la iglesia volvió a insertar al sacerdote a una parroquia y fue así como a fines del año pasado llegó a la localidad de Trapiche donde celebra misas, bautizos, confesiones, entre otros sacramentos.

La Estrella de Quillota concurrió a la localidad de Longotoma y, al llegar lo primero que dijo un par de vecinas fue "dejen al curita tranquilo", sin embargo, no todos opinan igual. En definitiva, hay una división entre los feligreses de ese lugar.

Una de las vecinas, que pidió reserva de su nombre señaló que mucho se había escuchado del sacerdote, pero que el hecho fue confirmado tras un reportaje emitido por Canal 13.

"Todos se enteraron con el reportaje, la gente no sabía y están contentos con que haya salido a la luz lo que era un rumor porque nos afecta a todos, especialmente por los niños porque uno como adulto tiene que protegerlos, no podemos esperar a que pasen las cosas para actuar. Por las cosas que se han sabido, creo que estamos en peligro", señaló.

La vecina asegura que el sacerdote no es un hombre cercano con sus feligreses, es una persona seria y algo lejana que siempre está solo en la casa parroquial.

Apoyo férreo

Junto a la casa del sacerdote vive un matrimonio que también pidió reserva de sus nombre. Ellos mostraron su molestia con todo lo que se había emitido por televisión.

"Nosotros sabíamos lo que había pasado y los católicos nos hemos visto muy afectados, pero lo hemos tomado con altura de miras para que pase luego", dijo la mujer y luego su esposo recalcó que, "me parece tan extraño que vengan a molestar a la comunidad, si para eso hay autoridades. Qué tengo que estar juzgando yo a ese caballero, para qué si no me molesta en nada. Él ya cumplió y punto, a nosotros no nos corresponde opinar, no le hace daño a nadie, es muy serio, caballero y respetuoso, una excelente persona, nada que decir de él".

Metros más adelante, la señora Soledad Valdivia asegura sentirse en peligro por sus hijas que asisten a catequesis a la iglesia.

"Habíamos escuchado comentarios, pero fue fuerte, yo tengo dos hijas que van a catequesis y ahora me da miedo dejarlas ir solas, aunque me han dicho que no tienen contacto con el cura. Todos podemos cometer errores, es cierto, pero yo lo quiero lejos de mis hijas, me siento amenazada con su presencia, ojalá se fuera", señaló.

El vecino, Luis Marchant reconoce que hay división en el pueblo frente al tema y pese a que es un tema complicado abordar, espera que una situación así no se vuelva a repetir.

"Fue malo lo que hizo y no tiene que cometer más errores, uno no es nadie para decirle váyase. Aunque no tengo relación con él, se ve que es una persona correcta, ahora, puede llegar otro párroco nuevo, pero hoy en día como está la Iglesia Católica quién sabe, el remedio puede ser peor que la enfermedad", aseveró.

Medidas del obispado

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Tras el reportaje, el obispado de San Felipe emitió un comunicado donde se aplicaron nuevas medidas para el sacerdote Juan Carlos Orellana que consisten en " Las nuevas condiciones aplicadas al sacerdote consisten en: la derogación de su condición de vicario parroquial, la prohibición de todo contacto pastoral con personas menores de 25 años, la revocación de la facultad de confesar a personas menores de edad, la fijación de residencia en la casa perteneciente a la parroquia de Santa Ana de Longotoma, limitación del ejercicio público de su ministerio dentro de los límites de la parroquia antes mencionada, y solo ante la solicitud del párroco y una recomendación particular de acompañamiento a los adultos mayores de esta parroquia". Además, "teniendo presente la controversia que su presencia produce en el pueblo de Dios a causa del delito por el que fue condenado, y asumiendo que este mismo ambiente y rechazo podría encontrar en cualquier otra comunidad, como hermano y pastor, el obispo aconsejó al sacerdote solicitar al Santo Padre la dimisión del estado clerical". A través del mismo comunicado, el obispo de San Felipe, monseñor Cristián Contreras, "expresó a la comunidad diocesana su petición de perdón por no haber ponderado antes la gravedad de este caso".