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Reos disfrutaron de empanadas en su fonda 'El mal condenado'

Todos los años, el taller gastronómico del colegio Juan Luis Vives, prepara el ambiente para que los internos del penal porteño puedan celebrar un "18" como cualquier chileno.
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Cinthia Matus O.

Los 30 reos que están en "El mal condenado", la ramada oficial del Complejo Penitenciario de Valparaíso, se preguntan si les darán chicha "o algún vinito" para celebrar las Fiestas Patrias, pero Jazmín Dapik, profesora de Ciencias del colegio Juan Luis Vives, les dice que no, que "con bebidita no más van a comerse las empanaditas, chiquillos".

Uno de los reos, que viste chaqueta roja, hace una mueca de desagrado. En voz baja bromea diciendo, "para qué me invitan si saben cómo me pongo", pero rápidamente cambia de ánimo cuando uno de los internos del taller de Gastronomía, le entrega una empanada recién sacada del horno. "Ya, igual se ve buena y se agradece", comenta y le da la primera mascada.

Carlos Arancibia, otro interno que llegó a participar de la actividad, se ríe del nombre de la fonda, porque siente que realmente los representa a todos. "Si usted hace una encuesta por los módulos, se va a encontrar con que todos los reos están mal condenados, pero obviamente es algo irónico", afirma sonriendo.

"No todo es malO"

Pedro Navarro, profesor del nivel técnico profesional del colegio Juan Luis Vives, explica que todos los años celebran las Fiestas Patrias de esta forma, y que la noche anterior, junto a sus alumnos, estuvo preparando el pino de las empanadas que se están repartiendo.

"En la medida en que estos jóvenes perseveren a través de la educación, se consiguen grandes cosas. Nosotros con nuestro taller, hemos tenido la oportunidad de preparar una vez más estas empanadas, para nuestra ramada, lo cual ha resultado muy bonito. No todo es malo, también hay cosas buenas que no se dicen", expresa.

Uno de los internos que hizo las empanadas y que pide reserva de identidad para este artículo, comenta que lleva un año participando del taller gastronómico. "Aquí he aprendido hartas cosas. A cocinar comida, a hacer postres, queques y ahora empanadas. Esto hace bien para la reinserción de todas las personas que estamos aquí, porque nos distraemos, salimos de lo habitual y vamos aprendiendo cada día cosas nuevas. Lo que más me ha gustado aprender han sido los postres y las tortitas", detalla.

Otro reo argentino, que anda con su mate para todas partes, agrega que a las empanadas también les dan un "toque sano" para que los internos se mantengan en forma. "La cultura del 18 acá es algo muy bueno, porque en Argentina es un sólo día de fiesta. Aquí aprendí a hacer las empanadas hace 5 años, después de terminar la escuela. Ahora con el tema de la obesidad, que se nos enseñó en la escuela, tratamos de sacarle los condimentos a las cosas, un poco la sal. Todo tiene, pero no en exceso como antes", manifiesta.

Códigos en el penal

Cuando las empanadas y el vaso de bebida se terminan de repartir, la profesora Jazmín Dapik le pregunta a los internos si quieren bailar unas cuecas. La mayoría de ellos mira para el lado, por vergüenza, y también por códigos, porque aunque están en una actividad de entretención, no se olvidan de quiénes son en la cárcel.

"A ellos les gusta mucho participar, pero son medios tímidos a la hora de bailar porque aquí hay jerarquías, hay que mantener cierta compostura y no se quieren mostrar mucho tampoco", explica la profesora, quien lleva 15 años trabajando en uno de los tres colegios del penal.

Minutos después, cuando los reos terminan de comer, los gendarmes los vienen a buscar para escoltarlos a sus respectivos módulos. La profesora se queda bailando unas cuecas con algunos funcionarios, mientras espera a que llegue el otro grupo de internos para comer.

En total, se repartieron 600 empanadas durante la jornada.