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"El poder judicial no se ha sensibilizado con lo que es ser víctima"

En medio de las celebraciones de Fiestas Patrias, Carolina Figueroa, directora de la Fundación que lleva el nombre de su fallecida hija, sigue luchando para crear conciencia y empatía, tarea que se hace difícil en medio de una sociedad que sigue hablando de accidentes en lugar de siniestros y un sistema demasiado blando con los imputados.
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Septiembre es un mes caracterizado por la buena mesa, los pie de cueca (o de cumbia) las reuniones familiares, en fin, un legítimo "espíritu dieciochero" que, generalmente, se corona con grandes dosis de alcohol. Detrás de este ambiente de celebración se esconden oscuras cifras. En Chile, más de veinte personas fallecieron el año pasado en fiestas patrias producto de conducción en estado de ebriedad. Números que se repiten cada año y que demuestran que el tema de fondo no está solucionado. Carolina Figueroa, madre de la niña que inspiró la promulgación de la "Ley Emilia", conversa con Región F sobre la falta de sensibilidad que aún debemos superar como chilenos.

A comienzos del año 2013 un chofer conducía en estado de ebriedad y colisionó contra el automóvil en donde iban Carolina y su familia. Producto del siniestro, Emilia Silva -de nueve meses de edad en aquel entonces- perdió la vida. No fue un accidente. La madre de la pequeña es clara en concientizar que aquel suceso pudo haberse evitado. Primero luchó para que cambiara la legislación y hoy en día, trabaja incansablemente en la "Fundación Emilia", en honor a su hija, apoyando a todas las víctimas de delitos viales.

Actualmente Figueroa se encuentra en una campaña junto a Diego Muñoz y Los Marujos, quienes han compuesto una cueca, llamada "Recuerdo de Emilia" en honor a este emblemático caso. Un relato que sensibiliza y una canción que ha nacido producto de grandes esfuerzos, gracias a una familia y una madre que jamás han descansado por buscar justicia y por prevenir que estos trágicos sucesos sigan pasando. "La cueca se la entregamos a Chile como sociedad en su conjunto, porque creemos que todos juntos podemos prevenir y salvar vidas. Es un llamado de atención en una cosa que sana el alma también, que es la música".

Durante los últimos años la Fundación ha acompañado a más de 600 víctimas en causas legales y ha impartido talleres educativos en empresas y colegios para sensibilizar en torno al tema. Asimismo, Figueroa destaca el avance de la sociedad chilena. Eslóganes como "pasa las llaves" o el uso de algunas aplicaciones móviles para reemplazar al taxi, son precauciones que hemos adquirido como comunidad. Sin embargo, Figueroa cree que aún queda un largo camino por recorrer. "Hasta que la gente no se pone en el lugar del otro, en los zapatos del otro, no siente cuál es la magnitud de una pérdida de este tipo y creo que en eso no hemos logrado avanzar".

La falta de empatía, según Figueroa, también se expresa en el poder judicial y la manera en que las víctimas quedan desamparadas frente a este tipo de situaciones. "El poder judicial no se ha sensibilizado con lo que es ser víctima", dice enfática mientras critica la serie de garantías que obtienen los imputados versus la falta de amparo que reciben los deudos frente a casos tan dolorosos como complejos. Casos que se deben enfrentar sin siquiera la orientación necesaria: "La mayoría de las familias que llegan a nuestra fundación no entienden cómo avanza el proceso penal, porque el fiscal no habla con ellos, porque nunca los cita, etcétera. Eso también es revictimizar. Cuando tú no informas correctamente la gente se siente totalmente desamparada".

La clave estaría en hacer más énfasis en las víctimas, en el duelo y en el abandono que Figueroa y los miembros de su fundación denuncian. "Las víctimas tienen que pagar un abogado querellante. O sea, tú pierdes a alguien y más encima tienes que buscar los fondos para pagar un abogado querellante y un imputado tiene un abogado que está puesto por el Estado, y tú dices ¿Eso es justo?" En ese sentido, aclara, la génesis del problema está en la manera en que la justicia se aplica y el rumbo es buscar penas más efectivas o formas adecuadas de palear la pérdida de un ser querido.

"Tengo un caso en que la sentencia por robarse un tubo de gas en Punta Arenas es prisión efectiva y en Chile perder una vida no tiene prisión efectiva". Con esta frase se refiere a la sensación de impunidad que prima en muchos casos, trágicos, en donde luego de un largo proceso judicial -que muchas veces dura años- los tribunales dictan sentencias que, finalmente, son desestimadas por el Tribunal Constitucional.

Carolina va más lejos y sostiene que el lenguaje construye realidad y el mero hecho de hablar de "accidentes de tránsito" atenúa la responsabilidad de quien conduce en estado de ebriedad. "Un accidente es como, sí, pobrecito, fuiste parte de un accidente que le podría pasar a cualquiera. No, no le puede pasar a cualquiera. Esto es evitable, es evitable cuando la gente se pone en los otros zapatos y dice yo no le voy a generar este dolor a otro, ni tampoco a mi familia", añade Figueroa y es categórica en señalar "estos son siniestros o delitos, no accidentes".

Las secuelas quedan de por vida y Figueroa cuenta a Región F que, durante dos años, fue incapaz de viajar a Santiago porque no era capaz de subir a su hija Sofía a un auto. Hasta el día de hoy le cuesta. "Todavía viajo con ella atrás en el auto, no soy capaz de dejarla sola en su silla de retención, en cualquier tipo de viaje, aunque sea súper corto". Sin embargo, el paradero de Emilia es el tema más complejo de tratar cada vez que Sofía pregunta dónde está su hermana. Esa pregunta es, todavía, muy difícil de responder.