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Quilpué es el corazón del aikido tradicional en Chile

El Aiki Shuren Dojo Chile, cuya casa matriz está ubicada en la Ciudad del Sol, es el único lugar del país donde se enseña la forma pura de esta disciplina.
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Nicolás Arancibia Bórquez

Para muchos es un arte desconocido, pero quienes lo practican, han encontrado en el aikido tradicional una forma de enfrentar la vida. Esto debido a que la forma pura de esta disciplina, a diferencia de otras formas que se practican en Chile, requiere de tres componentes fundamentales: Que la técnica funciones, que el Senpai (alumno antiguo) trabaje y apoye a Kohai (alumno nuevo) y que la práctica sea realizada en un ambiente de disfrute y camaradería.

El Aiki Shuren Dojo Chile existe desde el 2004, y si bien tiene sedes en Santiago y Rancagua, su casa matriz se encuentra en Quilpué. Hace 10 años, recibió su nombre cuando su Soke (título japonés de los herederos o cabezas de estilo de las escuelas de artes marciales clásicas), Hitohira Saito, reconoció a la escuela y principalmente a Fernando Delgado, 4° dan de la disciplina, como Sensei y único representante de su legado en Chile. Hitohira es hijo Morihiro Saito, alumno directo, por más de 24 años, de Morihei Ueshiba, creador del aikido, lo que lo convierte en heredero de la técnica original.

"El aikido es un arte marcial que además de entregar herramientas de defensa personal, es una forma de crear un camino de crecimiento personal que no solo tiene que ver con adquirir la técnica, sino con adquirir la forma desde la tradición, que también le da mucha importancia a lo ético desde sus orígenes", nos indica Mónica Ramírez, 2° dan de aikido y coordinadora nacional del Aiki Shuren Dojo Chile, complementando las diferencias entre la versión oficial y tradicional de esta disciplina, ya que "por seguir la línea tradicional, nosotros tenemos enseñanzas no solo de la técnica, sino de los valores fundamentales que están de la mano de la práctica. Nosotros no vamos a competencia, tú vas a una práctica, donde entrenas junto a un compañero, el grupo va variando y todos se van complementando".

Casa quilpueína

Mónica, que junto a Fernando son los encargado de dictar las clases en el dojo de la Ciudad del Sol, hace un llamado a alejarse de los estereotipos cuando del aikido se trate, ya que según ella misma nos cuenta, "nuestra escuela, siguiendo la línea del fundador, desarrolla trabajo que tiene que ver con cuidar la tierra, donde trabajamos con un huerto, también con temas de reciclaje y con hermosear el entorno. Por eso como que además el sector se pone bien alineado con nosotros", para luego además agregar que "la gente entiende que como los alumnos practican un arte marcial, entonces son cabezas de músculos o casi militares y no. El aiki se entiende no solo como la paz y el amor, el aiki tiene que ver con saber unirse y acoplarse junto con el otro, con un amigo, con el entorno. Tiene que ver con un tema de formación humana muy contundente. Yo soy licenciada en sicología y el aikido me ha servido mucho en mi formación profesional".

Para finalizar, la sensei de niños, jóvenes y mujeres, hace un llamado para que quien quiera conocer el mundo del aikido, se atreva a dar el gran paso, ya que "cualquier niño puede venir, esto abierto para todas las personas. También tenemos un trabajo con mujeres exclusivamente, porque de pronto hay un cierto estigma que romper. No hay ninguna condición en términos de edad, solo que no haya una contraindicación médica, pero nosotros hemos tenido alumnos que han tenido inmovilidad o cierta parálisis de un lado del cuerpo, y hemos trabajo de la mejor forma. Yo tengo niños con autismo, con Asperger, y están integrados absolutamente al grupo".