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Oficial: el "18" te hace subir de peso, aunque no tanto

Después del periodo de Fiestas Patrias, donde nuestro modelo debió pasar por los tormentos de la carne y el alcohol, comprobamos que todavía le entran las camisas.
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Nicolás Arancibia B.

Ni la más terrorífica de las películas podría haber generado la misma cara que nuestro modelo puso al momento de tener que probarse una de sus camisas regalonas tras seis días de fiesta producto del cumpleaños de nuestro querido Chile. Uno a uno fue subiendo los botones del tejido hasta que finalmente llegó al penúltimo botón (no se la cerró completamente) y con alivio comprobó que, a pesar de sentirse más pesado, su ropa aún le entraba.

Como bien se adelantó en estas mismas páginas durante la semana pasada, decidimos someter a un chileno promedio (25 años, estatura media, relativamente sedentario y amigo de la buena -y no tan buena- mesa), a una complicadísima prueba: comer, bailar, tomar, y pasarlo chancho hasta que su cuerpo (e hígado) resistiera durante los días festivos que el primer acto de soberanía nacional, que es lo que en rigor se conmemora el 18 de septiembre, tan gentilmente le regala a una población chilena tan acostumbrada a trabajar duro y abstenerse de su deseo de comer y beber como si no hubiese un mañana.

El variado menú

Completamente entregado al profesionalismo que requirió ser parte de esta investigación digna de cualquier centro de nutrición, nuestro "conejillo de indias" comenzó con su periplo gastronómico el viernes 14, almorzando un costillar con tres papas doradas, mote con huesillo y terremoto. Algo poco. A lo que posteriormente agregó tres empanadas de pino y dos vasos de cola de mono en la celebración de su trabajo.

Dado que el sueño (y probablemente la guata) no lo dejaron continuar con la fiesta, nos pasamos al sábado 15, donde una empanada, un choripán, dos trozos de costillar, y otro de vacuno, fueron el saldo de un día que haría sangrar los ojos de cualquier vegetariano. Una copa de vino fue la guinda de la torta para tener una buena digestión y así continuar con su labor el día domingo.

Nuestro profesional decidió seguir con los asados, sirviéndose un delicioso trozo de entraña, dos prietas, un pedazo de pulpa y otro de lomo, todo acompañado de bebida, para mantener la línea. Por la tarde, eso sí, la garganta no perdonó, y empujado por el sentimiento patriota, nuestro hombre se vio obligado a servirse dos vasos de terremoto y un litro de cerveza.

No sabemos si fue la conciencia o su cuerpo gritándole "basta", pero los demás días, nuestro modelo decidió sacar el pie del acelerador gástrico, variando sus almuerzos entre los siempre bien recibidos fideos, arroz y puré, bajones clásicos de un soltero que prefiere disfrutar jugando playstation que perder tiempo en la cocina. Todo ello fue siempre acompañado de infaltables tazas de café.

Los resultados

Antes de llevar a cabo la esforzada prueba, nuestro catador de carnes pesaba exactamente 73 kilos, con un índice de grasa del 15,8% de su cuerpo. Una vez sometido al mar de trago y la estampida de animales sobre las brasas, el profesional que arriesgó su integridad por el bien de la ciencia, subió apenas 1.3 kilogramos, pesando 74.3 kilos, aumentando, eso sí, un kilo completo de grasa, elevando su índice a un considerable 16,8%.

Eso no fue todo, ya que al momento de medir su cintura, también notamos un cambio: 5 milímetros más de "ponchera" que se verá obligado a bajar de cara a la venidera época veraniega.