Claudia Carvajal R.
Amediados de los años '80, el productor de eventos Eduardo Gaete, trajo a Chile a Charles Aznavour, quien ofreció un concierto en el Teatro Municipal de Santiago y en el Casino de Viña del Mar.
"Fue la segunda vez que estuvo en nuestro país. Había venido en los '62 a filmar una película. Me acuerdo que no era muy simpático. Andaba en una etapa de su vida en que tenía muy mal genio muy distinto a como estaba en los últimos años, que se le veía más amoroso", recuerda Gaete.
Cuando lo fue a buscar al aeropuerto, Aznavour le puso de inmediato las cosas claras a Gaete y le dijo "yo voy a cantar 50 minutos, no canto ni un minuto más". "Yo le decía -relata el productor- que la gente era muy fanática de él, que tenía que entender porque no venía hace veintitantos años a Chile. La gente que llenó los conciertos se paró a aplaudirlo, pero él no hizo ningún bis".
El éxito de esas presentaciones fue total. Las entradas para el recital en Viña del Mar se vendieron con dos meses de anticipación. "En ese tiempo el salón cabaret no era como ahora, tenía 600 sillas", comenta Gaete.
Esa vez se alojó en el antiguo hotel Miramar, recorrió la ciudad e incluso salió a cenar con Eduardo Gaete. "En ese contexto era muy diferente, mucho más sociable, pero en el escenario era muy quisquilloso".
Aquella vez en el Casino de Viña del Mar llegaron al concierto dos conocidos futbolistas que conocían a Aznavour porque jugaron en Francia: Ignacio Prieto y Alberto Fouillioux. "Iban con sus señoras y le llevaron flores a Charles, pero así y todo no quiso cantar nada más. Fueron como 56 minutos de concierto", manifestó Eduardo Gaete.
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