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Carolina Orellana de Mujeres en Zona de Sacrificio:

"Es un genocidio a largo plazo"

Arsénico, plomo, cadmio, cobre… prácticamente "toda la tabla periódica", metales pesados que por más de 50 años se han acumulado en el organismo de los habitantes de Quintero y Puchuncaví.
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Afinales de agosto la zona de Quintero-Puchuncaví se instaló en la agenda pública debido a la "crisis ambiental" que la aqueja. Las comunas -históricamente relegadas a ser el patio trasero del mundo industrial- pasaron a la primera plana noticiosa, cuando masivos casos de intoxicación salieron a la luz. Se estima en cerca de 1300 el número de afectados; de ellos, el 80% son menores de edad. Dirigentes sociales y habitantes denuncian desidia y falta de compromiso para arrancar el problema de raíz.

"Es una expresión de negligencia, es una expresión de violencia por omisión. Cuando una autoridad se niega a hacer lo que corresponde para resguardar el territorio, la salud y la vida de las personas, está violentando a la comunidad". La afirmación es de Carolina Orellana, activista, vecina del sector por más de 30 años, miembro del "Cabildo Abierto de Quintero y Puchuncaví" y también del movimiento "Mujeres en Zona de Sacrificio en Resistencia". Esta última organización fue la primera en entregar un petitorio a La Moneda para enfrentar la profunda crisis.

La entidad agrupa no solamente a mujeres de Quintero y Puchuncaví, sino que, como destaca Orellana, también de Valparaíso, Concepción y Santiago. El objetivo, aclara, es proteger los derechos humanos en zonas contaminadas. "Nos empezamos a dar cuenta que si nosotras como mujeres vivimos en un medio ambiente degradado nuestra vida también se degrada". El acento en el género no es un dato menor; metales inhalados se acumulan en el cuerpo femenino con un alto riesgo de traspasar enfermedades congénitas.

Tabla periódica

"Estamos respirando casi toda la tabla periódica. Hay gente que se burla y le da risa, pero a nosotras nos duele tener que decirlo porque no debiéramos ni siquiera tener que luchar por nuestra dignidad y por nuestra salud, son derechos". Una suerte de "genocidio a largo plazo", que permite perfectamente comparar la situación de Quintero-Puchuncaví con zonas afectadas por crisis nucleares. Esto, porque según explica Orellana, los daños biológicos pueden traspasarse hasta la sexta generación. "Hay negligencia y falta de voluntad política", agrega enérgica.

Carolina se molesta al recordar algunas "declaraciones desafortunadas" por parte de autoridades, relativizando los síntomas de los vecinos en un intento por "bajarle el perfil" a la situación, algo que Orellana critica tajantemente. Para la activista, estos comentarios perpetúan una estrategia de ocultamiento que, según ella, ha afectado a su comuna desde siempre. Declara sentir "vergüenza ajena" al ver que las propias autoridades que debieran velar por el bien común "son capaces de violentar a la comunidad con ese tipo de frases".

Una invisibilización y oscurantismo cuyo primer daño colateral es el proceso de diagnóstico. "Nosotros sabemos que los médicos han hecho todo lo posible por trabajar lo mejor que pueden dentro de este grave hermetismo. En la medida que las autoridades no nos digan cuál es la fuente emisora responsable, qué gases que se han estado respirando, etc.; los médicos no saben a qué se están enfrentando y es súper difícil poder diagnosticar". La consecuencia inmediata de ello, agrega, es la imposibilidad de seguir el protocolo específico vinculado a la intoxicación por un determinado metal. "Se diagnostica a ciegas, y el tratamiento se da a tientas", resume.

Invisibilización

"Quintero-Puchuncaví son responsables del 70% de la energía para Chile, entonces claramente hay estrategias de invisibilización permanentemente atacando a la comunidad para que no se sepa lo que ahí vivimos". El núcleo de este gran problema estaría en la carta fundamental, misma que, según la entrevistada, permite normativas demasiado laxas para el desarrollo de parques industriales "para que algunos pocos se enriquezcan en desmedro de comunidades completas". Canadá, por ejemplo, cuenta con políticas medioambientales internas sumamente exigentes, y, sin embargo, empresas canadienses "vienen aquí a ensuciar nuestro país y a destruirlo", denuncia.

Y continúa: "si la base de nuestra constitución es neoliberal y extractivista, no podemos esperar que los seres humanos sean respetados en sus derechos fundamentales". Por eso, insiste, parte del petitorio de su movimiento es que Chile homologue las normativas propuestas por la Organización Mundial de la Salud, "no lo estamos pidiendo sólo para nosotros, lo estamos pidiendo para todo Chile", concluye. Mientras tanto, los niveles de azufre en Quintero son doscientas veces mayores a lo recomendado por OMS.