Estimada Directora, con tristeza leo en las páginas de vuestro prestigioso medio el anuncio del cierre del emblemático Colegio Winterhill de Viña del Mar.
Para los que no lo saben, el Winter, como cariñosamente la comunidad llama al establecimiento, fue creado en el año 1975 con el fin de ser una opción educativa necesaria ante la oscuridad mental que en dicha época se apoderó del país.
Fue un lugar de refugio para aquellos profesores que fueron perseguidos en época de dictadura y que querían seguir enseñando. Fue una casa de acogida hermosa y tibia para aquellos alumnos de padres perseguidos; fue un espacio de distracción, una burbuja blindada dentro de un mar de incertidumbre, de tristeza, de opresión; el verdadero asilo contra la opresión.
La primera generación egresó en 1980 y desde ese entonces, hasta ahora, no han parado de haber egresos.
Hoy el asilo es distinto; la opresión no viene disfrazada de fusiles, sino que de una educación que pretende estandarizar los sistemas de aprendizaje, de adormecer en vez despertar, de negar en vez de contener. Hoy en día el Winter sigue siendo el asilo contra esa opresión.
Este colegio es distinto, es sinónimo de libertad y resistencia y por lo mismo cuesta creer que esa resistencia, que en su momento fue contra la dictadura y que ahora es contra el sistema tradicional de educación, se quiebre por "insolvencia económica".
La Corporación Winterhill no sólo está cerrando un colegio, sino que está acabando con una parte de la historia de Viña del Mar y del país.
Andrés Contreras P.