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Sobrevolar por Viña, Concón y Valpo: un imperdible a 15 luquitas

Un equipo de La Estrella de Valparaíso aceptó el desafío de volar y disfrutar con los "Vuelos Populares" que este fin de semana ofrecerá el Club Aéreo Valparaíso y Viña del Mar, desde su aeródromo en Rodelillo. Lo que vivimos y sentimos -en esta inusual travesía a dos mil pies de altura- en la siguiente "Historia Estrella".
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Manuel Gómez Poblete

Todo comenzó con un sobre en mi escritorio. Sí, es cierto, un sobre que en época de millennials y nuevas tecnologías, parece a estas alturas, algo obsoleto. De igual modo lo abrí y el remitente era Klaus Knop Pisano, presidente del Club Aéreo Valparaíso y Viña del Mar, cuyo centro de operaciones está enclavado en el aeródromo de Rodelillo, en la Ciudad Jardín.

En la misiva nos informaban que el club celebraría sus 83 años de vida, realizando "Vuelos Populares" los días 17 y 18 de noviembre próximos y, por cierto, nos invitaban -a un periodista y un reportero gráfico de La Estrella- a formar parte de esta actividad, realizando un recorrido aéreo por Viña del Mar, Reñaca, Concón y Valparaíso.

Y si bien, mi ámbito común de acción tiene relación con el fútbol y el deporte en general, la verdad, que no lo pensé mucho. Siguiendo a Wanderers o Everton, ya había tenido la oportunidad de abordar vuelos comerciales y realizar la cobertura en Montevideo, Buenos Aires, Tunja y Bogotá, al margen de ciudades ya más alejadas, dentro del país.

Lo de ahora, era distinto. Primero, porque el vuelo era más bien corto (de unos 15 a 20 minutos, aproximadamente) y porque en el aeródromo de Rodelillo nos esperaba un avión Piper PA-28, bastante más pequeño que los que yo conocía. De hecho -y pregunté, porque mi peso no es menor- el límite total de kilos que podía sumar la tripulación, la cual no debe exceder las cuatro personas (el piloto y tres pasajeros).

Con mi amigo Jorge, reportero gráfico del diario, llegamos a la hora pactada a Rodelillo y antes de abordar, solicitamos detalles de los vuelos populares que nosotros viviríamos con anticipación.

Don Klaus Knop, que también fue el guía y piloto en nuestra aventura (Sebastián Cáceres, nuestro contacto inicial, nos esperó en tierra), nos comentó que "en total van a ser 7 los aviones Piper PA-28 que vamos a usar para el festival aéreo de este fin de semana, desde las 09.00 horas y hasta el fin del crepúsculo (pasadas las 20.00 horas), los días sábado y domingo", nos comenta este piloto que suma alrededor de 350 horas de vuelo en el cuerpo.

"Aprovechando nuestro aniversario, que el Club Aéreo Valparaíso y Viña del Mar se abrirá a la comunidad en estos dos días. Y en tal sentido, cualquier persona que quiera volar (mayores de dos años, por cierto), podrá hacerlo", nos señala el presidente del club, quien agrega, que la entrada general al recinto -en ambos días- costará $2.000 por persona y que quienes quieran volar, tendrán que sumarle otros $13.000, por lo que el recorrido aéreo por Viña, Reñaca, Concón y retorno por Barón hasta Rodelillo cuesta apenas 15 luquitas y ... les cuento, están muy bien pagadas.

Imperdible

"La idea es invitar a la comunidad para que se empape de la actividad aérea y acercarlos también al aeródromo. Y es por ello que invitamos al público, a precio costo, bastante accesible, para que asistan y cumplan con el sueño de volar", recalca el presidente Knop.

Cabe recalcar que esta actividad se realizará -de manera única y exclusiva- este fin de semana, ya que el Club Aéreo, al estar de aniversario, recibe una autorización especial para realizar vuelos populares y/o turísticos por Viña del Mar.

Lo anterior, porque el ámbito de acción principal de la institución tiene que ver con la prestación de ayuda social en combates de incendios a través de la Conaf o la utilización de aeroambulancias, lo que se suma a otra actividad denominada "Aguiluchos del aire", que se hace dos veces al año, y en donde alrededor de unos 200 niños (por actividad) de escuelas de riesgo social de la zona, cumplen con el sueño de volar.

A volar...

Tras el diálogo con el piloto, llegó la hora de subirnos al avión. Mi compañero Jorge fue el primero en abordar y como en un automóvil de dos puertas, ingresó por el lado del copiloto para sentarse atrás. De ahí podía tomar sus fotografías, desde una u otra ventana lateral. Yo me ubiqué en la parte delantera de la cabina, a la diestra de Klaus. Tras ajustar y abrochar los cinturones y recibir los audífonos que nos aislarían del ruido y nos permitirían escucharnos y comunicarnos entre nosotros), Sebastián Cáceres cerró la puerta... ya no había, vuelta atrás.

De inmediato, sentí mucho calor. Con el sol de mediodía, la cabina toma temperatura, pero luego, un sistema de aire nos hace relajarnos y sentirnos algo más cómodos. Al frente mío, una serie de instrumentos que no mucho entendía y un doble comando que suelen utilizar los pilotos, para impartir sus clases de vuelo.

Antes de volar, nuestro piloto realiza una inspección de rigor, chequeando que todo el instrumental y los parámetros estén en orden. Hay una lista de chequeos que nuestro avión Paper PA-28, matrícula CC-KVN, cumplió a la perfección. El vuelo -que sería de alrededor de 20 minutos- tendría un trazado por Viña, línea de costa hacia Reñaca y retorno por Barón hasta Rodelillo.

Tras un último protocolo (la prueba de motor) y una posterior comunicación con la Torre de Control "Valparaíso Informaciones", iniciamos el vuelo. Los dos mil pies de altura (unos 600 metros por sobre el nivel del mar) que alcanzamos, nos permiten apreciar -y por cierto, admirar- la belleza natural de la Ciudad Jardín, con imágenes y postales que tienen que ser filmadas y/o fotografiadas. Y el resto, mejor usted mismo vívalo este fin de semana, ya que para nosotros al menos, fue una experiencia más que recomendable.