Priscilla Barrera Llanos
Podría haber sido una mala broma o hasta una cámara indiscreta, pero para tristeza de 33 estudiantes viñamarinos de octavo básico, fue la más cruel de las realidades, que les hizo despertar de manera abrupta del sueño por el que tanto habían luchado.
Ocurrió el pasado viernes 7 de diciembre, cerca de las 19.00 horas. Un grupo de 78 personas, entre ellos 33 alumnos de octavo básico de la escuela municipal Arturo Prat Chacón, de Viña del Mar, llegaban elegantemente vestidos junto a sus padres para celebrar su graduación de enseñanza básica en el recinto donde funciona el Club de Tenis Unión.
La directiva de los apoderados había reservado con antelación -así consta en un recibo de dinero por 400 mil pesos con fecha 8 de agosto de 2018- la fiesta en el recinto que funciona al interior de las instalaciones del Valparaíso Sporting Club. Debían completar un millón de pesos para el día de la fiesta, pactada para el 7 de diciembre.
Por eso y para chequear que todo marchaba bien, dos días antes la apoderada a cargo de las gestiones llamó a Marcelo Novoa, concesionario del Club de Tenis, para saber si la actividad estaba en regla. La respuesta, según cuenta la directora del establecimiento educacional, Marta Álvarez, fue que todo estaba en orden.
Sin embargo, cuando los estudiantes llegaron al Club de Tenis no había nada. Un balde de agua fría para los jóvenes licenciados de la enseñanza básica.
"Llegaron todos mis chiquillos hermosos vestidos, con sus ternos, las niñitas muy peinadas de peluquería, porque los papás hacen un enorme esfuerzo para la licenciatura y llegan allá y este señor les dice que no había reserva, que se le había olvidado y les devuelve el dinero. Les ofrece un almuerzo para el domingo y les dice que se vayan a tomar una foto a la playa", relató Marta Alvarez.
Los papás quedaron de una pieza, las niñas lloraban y los niños se paseaban de un lado a otro nerviosos, pensando que se trataba de una broma.
"Esta actividad la organizan los papás con sus niños, realizan actividades todo el año para juntar dinero, es un esfuerzo enorme el que hacen. Por eso me llamaron ese día, los papás no sabían qué hacer. Yo lamentablemente no estaba con ellos, estaba fuera de la ciudad, pero igualmente llamé a este señor y él me trató muy mal diciéndome que le reclamara a quien quisiera", recordó.
Y agregó: "Le dije que no podía hacer esto con niños que son de un sector vulnerable, que entendiera el esfuerzo de los papás, pero nada".
Marta Álvarez, que en todo momento se mantuvo en contacto con los apoderados del octavo, añade que Novoa, junto con devolver los 400 mil pesos, les entregó otros 100 mil pesos "para que se quedaran callados".
La directora admite que dado que es la primera vez que una licenciatura se realiza en una instalación como ésta -por lo general consiguen una sede vecinal o deportiva- nunca firmaron un contrato.
"Mis pobres niños con sus familias terminaron en un tenedor libre en la calle Valparaíso. Lo encuentro terrible, muy triste y frustrante para ellos", reflexionó la directora.
La situación fue puesta en conocimiento de la alcaldesa Virginia Reginato y del gerente de la Corporación Municipal de Viña del Mar, quienes, junto con lamentar la situación, ofrecieron orientar jurídicamente a los apoderados afectados a fin de analizar escenarios legales en este caso.
"Este daño no tiene reparación, pero en algo mitigar la mala experiencia que vivieron. Ellos se quedaron sin su fiesta que durante todo el año esperaron", precisó Marta Alvarez.
Culpas compartidas
Marcelo Novoa tiene a su cargo hace un año la concesión del Club de Tenis Unión. Dice que lo que han publicado los padres y los alumnos afectados en redes sociales lo ha perjudicado enormemente y que no quiere aparecer en un medio por este tema.
Sin embargo, ante la insistencia dice que si bien los apoderados hicieron una reserva en agosto, nunca firmaron el contrato que, según dice, les informó que debían firmar para definir incluso el menú.
"Yo no quería dar ninguna declaración porque ésta es cosa de ellos. Nosotros hicimos un contrato y ellos nunca vinieron a firmar el contrato ni tampoco lo que íbamos a servir", se defiende Novoa.
-¿Pero ellos lo sabían? ¿Usted les dijo que debían venir previamente?
-Mire, yo no le saco el poto a la jeringa, culpa de nosotros también hay porque debimos haberlos llamado, pero ellos tampoco hicieron nada (...) Dos días antes ellos llamaron y dijeron 'estamos listos'. Yo les dije que iba a ver el cuaderno, porque yo no me acordaba y de ahí no me llamaron más hasta que aparecieron acá el viernes y nosotros sin saber.
Marcelo Novoa asegura que esta situación daña enormemente a su negocio y que confía en que esto no le volverá a ocurrir.