Priscilla Barrera Ll.
A34 días desde que se iniciara el paro de los trabajadores portuarios en Valparaíso, los efectos negativos del movimiento que hasta ahora parece no tener solución entre las partes - portuarios eventuales y la empresa TPS - comienzan a reflejarse no solo en la macroeconomía sino en las llamadas microeconomías, esas que se sostienen en el día a día y que a 33 días de paro, logran sostenerse con dificultad.
Si bien, la mayoría de los comerciantes porteños solidarizan con las demandas laborales de los trabajadores eventuales, sostienen que el conflicto se ha extendido más de lo esperado y que los efectos negativos no sólo se extienden a los directos involucrados - trabajadores y empresa concesionaria del Terminal 1 - sino también en los pequeños comercios existentes en el entorno del puerto, los que acusan bajas en sus ventas cercanas al 50%.
"Para nosotros estos han sido pésimos días, nos ha ido muy mal, nos han bajado a la mitad las ventas. Tenemos abierto todo el día pero la gente no viene, no se queda acá. Estamos perdiendo almuerzos, desayunos...la gente no viene a ninguna hora del día. Los días difíciles han sido el lunes y el martes", planteó Carmen Collao, encargada de la cafetería Café Con Letras ubicada en plena Plaza Sotomayor.
Con 12 años en el sector, Carmen habla con propiedad y asegura que el efecto no es sólo para los locales sino para toda la cadena.
"Al final todos estamos perdiendo algo, ellos luchan por lo que tienen que luchar pero nosotros también estamos perdiendo, es toda la cuadra la que está perdiendo, esto es un efecto dominó porque dejas de comprar a los proveedores, ellos ya no vienen, porque la gente ya no viene. Los tacos son kilométricos. Ojala se solucione pronto", planteó Carmen.
En la Farmacia Cruz Verde de la misma plaza los clientes también han disminuido notoriamente. Estas últimas jornadas han debido cerrar antes de las 22 horas.
"Ha sido nefasto, de hecho ayer (lunes) tuvimos que cerrar a las 19 horas. De hecho los clientes ya no vienen, estamos bien complicados. Todos los locales están muy mal porque la gente ya no viene. Este efecto ha sido gradual, de mal en peor", comentó Marcos Falk.
Con su pequeño stand de artesanías Carlos López comenzaba ayer a desocupar su puesto para irse. Eran recién las 16 horas pero comenta que ha optado por cerrar antes de que se inicien las protestas.
"Ojala les paguen a los muchachos lo que están pidiendo y que podamos trabajar tranquilos para poder hacer algo de plata para la Navidad", planteó el pequeño comerciante.
Para el vendedor de postales y cuadros porteños, Freddy Lillo lleva 7 años a la entrada del Muelle Prat. Ayer saltaba en una pata. A las 16.30 horas hacía su primera venta del día a unos turistas orientales.
"Han sido días muy duros. Llevamos más de un mes. Diciembre es un mes complicado, pronto se inicia el período fuerte, ojala se resuelva antes de la temporada y eso es después de la Navidad. No anda nadie en el muelle".