"Antes hice cosas que no se deben porque no tenía oportunidades, pero ahora he podido aprender y me gustó. Una vez que salga en libertad, me gustaría ejercer esto para no hacer lo que hacía antes".
Guillermo Salaberry llegó a cumplir una condena en el Complejo Penitenciario de Valparaíso, sin saber ningún oficio. Hoy, después de trabajar cuatro meses en el taller de tapicería, es un maestro: no sólo hace sillones, banquetas y puff de alto nivel, sino que los fabrica con materiales reciclados, sin dañar el medio ambiente.
Su profesor Matías Torres, cuenta que es un alumno aplicado y que tanto él como sus compañeros, "se han distraído harto de la rutina carcelaria y se han sentido útiles haciendo algo productivo con las manos".
Sueños de reinserción
Durante este año, Gendarmería realizó 59 cursos de capacitación en toda la región. En total fueron beneficiados 1.077 internos, de los cuales, 300 reclusos son del penal porteño. Boris Tapia, del taller de peluquería, es otro de los internos que se muestra feliz por la oportunidad que le brinda el sistema para reinsertarse en la sociedad.
"Aquí he aprendido desde lo valórico hasta lo laboral, por eso quiero independizarme de la esclavitud, e intervenir la población en donde yo vivo, que tiene harto riesgo social. Me gustaría instalar una barbería y enseñarle a los muchachos que se puede generar un cambio en uno mismo", manifiesta.
El director regional (s), coronel Manuel Palacios Marchant, afirmó que tan sólo en el subsistema cerrado serán 778 los internos que habrán accedido a algún curso que les permitirá tener nuevas herramientas laborales para lograr reinsertarse una vez que egresen de nuestros recintos penitenciarios. "Estamos hablando de que el 16,6 por ciento de la población recluida forma parte de los programas que realizamos gracias al trabajo conjunto con Fosis, Sence y la Cámara Chilena de la Construcción", dijo.