San Luis y un año para el olvido
Con un plantel desjerarquizado, los canarios nunca pudieron levantar un rendimiento que los terminó por hundir. Tres DT no pudieron salvar al equipo.
Claudio Morales Salinas - La Estrella de Quillota - Petorca
Terminado el torneo de Transición 2017, el gran logro del que se ufanaba San Luis era haber mantenido a un técnico que "sonaba" en Colo Colo y en la UC. Miguel Ramírez había hecho campañas decentes en Quillota y en el arranque del campeonato 2018, un triunfo -agónico- ante Curicó y un empate en el estadio CAP, ilusionaban a los hinchas. Pero fue solo un espejismo que pronto se disipó.
Los malos resultados se sucedieron rápidamente, destacando para colmo, la facilidad que mostraba el conjunto canario para encajar goles en su puerta. Y eso que tenían a un arquero como Ignacio González, quien semana a semana evitaba derrotas mayores con sus tapadas.
Plantel pobre para un entrenador que insistía con jugar al ataque, fue una fatal combinación. El desequilibrado equipo sanluisino se comenzó a hundir en la tabla, y ni siquiera el acostumbrado triunfo ante Colo Colo del 8 de abril, alcanzó par maquillar una campaña que se iba por el despeñadero.
La derrota ante Universidad de Concepción en el Lucio Fariña cerró una primera rueda con el despido de Ramírez y los hinchas vociferando afuera del recinto.
Descendido y vendido
En la trilogía de accionistas canarios, pesó la voz de Gaspar Goycoolea para, en un ejercicio de nostalgia, traer a Diego Osella como salvador. El argentino que había subido al equipo canario a Primera el 2009, se encontró de entrada con un insólito escollo: no podía traer a uno de los "refuerzos" que pretendía porque el volante Lucio Compagnucci, "refuerzo" de Ramírez, decía que no estaba lesionado. Lo sacaron igual y terminó demandando al club.
San Luis pasó a ser un cuadro especulativo y contragolpeador. Esa forzada transición nunca terminó de cuajar. Los extranjeros que trajo Osella no marcaron la diferencia y el conjunto amarillo no se despegó más de la cola.
Obligados a cambiar de técnico otra vez, tras el gran escape de Osella, en San Luis le pasaron el buzo al entrenador de cadetes Mauricio Riffo, quien con poco margen de acción, realizó un infructuoso intento por rescatar al equipo de las fauces del descenso. La realidad golpeó en la cara a toda la hinchada quillotana.
Pero irse a la B no fue lo último. Para cerrar un año negro faltaba el episodio de la venta del club. Manuel Gahona, Goycoolea y Jaime Baeza vendieron su 71,55% de participación en la S.A. a un grupo inversor argentino encabezado por Cristián Le Bihan y Gustavo Cerioni... exaccionistas de Unión La Calera! Desde mañana ellos tendrán el control absoluto del club quillotano.