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30 años sin Federico Moura, ícono del rock trasandino

El pasado 21 de diciembre se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del líder y vocalista del grupo argentino Virus, una de las bandas más recordadas y queridas por los fanáticos del "rock latino".
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René Campodónico - La Estrella de Valparaíso

Durante la madrugada del 21 de diciembre de 1988 en el barrio de San Telmo y susurrándole un tango en el oído a su madre, se despidió de este mundo Federico José Moura Oliva. Con la partida del carismático líder y vocalista del grupo Virus, una de las bandas más emblemáticas que ha tenido Argentina y uno de los pilares de lo que en Chile conocimos como la movida del "rock latino", se cerró un doloroso proceso para la música trasandina, que en marzo de ese mismo año también tuvo que despedir a Miguel Abuelo y 12 meses antes lo hizo con Luca Prodan de Sumo.

En el caso de Moura y Abuelo, fue el VIH el denominador común. Una enfermedad que hace 30 años significaba una sentencia de muerte y que llegó justo en el momento de máximo apogeo del grupo oriundo de La Plata, que también integraban los hermanos de Federico, Julio y Marcelo, además de Enrique Muguetti, Daniel Sbarra y Mario Serra.

Un éxito que no había sido sencillo alcanzar, porque desde su estreno con un show realizado el 11 de enero de 1981 en el Club Asociación Universal de La Plata, Virus tuvo que enfrentar un ambiente hostil que no entendió una propuesta musical que en el arranque pretendía convivir con otras ramas artísticas. De hecho, en sus primeras presentaciones la música era complementada por actores disfrazados que realizaban alocados performances.

El ambiente festivo y dinámico de sus canciones también generó escozor en una sociedad golpeada por una dictadura militar. Fueron tildados de superficiales, sin saber que esa alegría significaba una postura para enfrentar de manera distinta el horror de la muerte y la tortura. Es más, poco tiempo antes de su estreno musical, los hermanos Moura habían sufrido el secuestro por parte de un comando militar de su hermano mayor, Jorge.

Por lo mismo, las críticas que vinieron después no hicieron más que fortalecer las convicciones de un grupo que era bajado de un escenario a naranjazos e insultos, pero que lograba imponer su primer éxito, Wadu Wadu, tema que le daba el nombre al primer disco de 1981. "¿Te diste cuenta que con Wadu Wadu tiraban naranjas pero bailaban al mismo tiempo?", le comentaba Federico a Julio con inusitado optimismo.

Luego vendrían Recrudece (1982) y Agujero Interior (1983). Este último trabajo contó con la producción de Michel Peyronel, por aquel entonces baterista y cantante de Riff, y continuaba una senda marcada por el rockabilly de melodías pegajosas y festivas.

El giro musical llegaría en 1984 con la edición de Relax y la introducción de un sonido cargado de sintetizadores, con una mayor carga de sexualidad en las líricas. Este cambio de estilo generó la salida del guitarrista Ricardo Serra (hermano del baterista Mario Serra), pero trajo consigo el inicio de lo que sería su periodo más exitoso en ventas y en difusión. Amor Descartable fue el primer single y se convertiría en uno de sus temas más populares.

El segundo gran golpe llegó al año siguiente, con el lanzamiento de Locura, un disco que más bien resulta una recopilación de grandes éxitos, ya que contiene la canción Una Luna de Miel en la Mano, apología a la masturbación que los hizo conocidos en el mercado chileno, aunque a decir verdad pocos entendieran en ese momento el significado de la letra. A este período también corresponden Pronta Entrega, Pecados para Dos, Destino Circular y Sin Disfraz, este último tema compuesto por Federico justo después de que en el sello discográfico le deslizaran que escondiera su homosexualidad para no perjudicar las ventas. "En taxi voy, Hotel Savoy, y bailamos", fue parte de la letra.

Sin ser nunca un portavoz de los derechos homosexuales, Moura reivindicaba con valentía y creatividad, la libertad de vivir como a cada quien le diera la gana, en tiempos complejos y cargados de prejuicios. En 1987 compartieron en el festival Rock in Bali con otras bandas y tuvieron que soportar las burlas de Luca Prodan y Pil Trafa, de Los Violadores, gritaba a viva voz: "¡no queremos la Luna de Miel de los maricones!"

El éxito total

Locura le permitió a Virus salir al exterior y generar una masa de fieles fanáticos en gran parte de Sudamérica, sobre todo en Paraguay, Perú y nuestro país. Además, en 1986 se lanzó el disco en directo Virus Vivo (que incluía como único tema en estudio la clásica Imágenes Paganas) y las giras y visitas a Chile se hicieron más regulares, aprovechando que por aquella época una bebida gaseosa de fugaz paso organizaba los conciertos denominados "Free Concert" en el estadio Chile (Víctor Jara).

El otro nexo con nuestro país lo generaba Daniel Sbarra, guitarrista y tecladista amigo de infancia de Federico que llegó para reemplazar a Ricardo Serra, luego de trabajar en Europa con Miguel Abuelo. Sbarra estaba casado con una chilena y vivió durante dos años en Santiago tras su retorno a Sudamérica.

De manera paralela, Federico Moura había producido el primer disco de Soda Stereo, sugiriendo que incluyeran -pese a la resistencia de Gustavo Cerati de hacer covers- el tema "Trátame Suavemente" de Los Encargados, grupo que lideraba su amigo Daniel Melero.

Si bien en el tiempo de apogeo pudieron venir al Festival de Viña, se cuenta que la propuesta estética del grupo no le agradaba a los organizadores de la época por encontrarla peligrosamente "andrógina" y mal ejemplo para la juventud.

"Preferimos tocar en todo Chile que ir a la Quinta", respondía Federico por los diarios, mientras confirmaban fechas de recitales por todo el país, incluyendo el estadio Sausalito de Viña del Mar.

Así fue como en febrero de 1987 Virus tocó para cerca de seis mil personas que se ubicaron en la galería "cerro" del antiguo recinto viñamarino, con un escenario instalado en el sector donde se ubica uno de los arcos. "Todavía recuerdo que los integrantes del grupo emergieron del túnel que estaba al otro lado del estadio, recorrieron la cancha vestidos de blanco y de pronto aparecieron en escena, con un Federico que se robaba todas las miradas con su baile y su voz. El sonido del grupo era impecable", recuerda todavía Oriana Ortiz, una de las asistentes a esa mítica jornada.

Y claro, porque gran parte del éxito de la agrupación lo aportaba el vocalista, que con una voz y una elegante puesta en escena que hacían que lo compararan con David Bowie o Ney Matrogrosso. Sin duda, Federico era la gran atracción de un show cuidadosamente preparado, donde la estética jugaba un rol tan importante como lo musical.

Comienzo del fin

De hecho, el líder de Virus (que antes de la música había tenido un par de tiendas de ropa), siempre se rodeó de amigos involucrados en diferentes disciplinas del arte, como el sociólogo del Instituto Di Tella y letrista de la banda, Roberto Jacoby, el artista plástico Eduardo Costa, con quien compuso Una Luna de Miel en la Mano o el diseñador Daniel Melgarejo, autor de las carátulas de Locura y de Superficies de Placer, el último disco en el que cantó Federico y donde se puede apreciar un culo azul que resalta sobre un fondo de puntos anaranjados.

Un trabajo complejo, porque fue durante su grabación realizada en Río de Janeiro cuando el líder de Virus se enteró de su enfermedad. Tras varios días sin poder ir al estudio de grabación por culpa de un insistente estado febril, la por entonces esposa brasileña de Charly García, Zoca, le recomendó a Moura realizarse el test del VIH, que resultó positivo.

Así, lo que parecía una placentera forma de trabajar en una de las ciudades donde Federico había vivido (la otra que visitaba con regularidad era Nueva York), vendiendo cinturones y artículos de cuero, terminaba en jornadas complejas, tensas y de mucha tristeza.

Para tratar de cambiar en parte todo esto, Moura le pidió nuevamente a Eduardo Costa componer un tema que fuera incluido en este disco y que sirviera de despedida para sus fans. La sutil obra se llamó "Encuentro en el Río Musical" y en parte de su letra dice: "de todo nos salvará este amor, hasta del mal que hay en el placer, prolongaré mi sonido azul, por los parlantes te iré a buscar…el río musical, bañando tu atención, generó un lugar para encontrarnos".

Después de Superficies de Placer, disco en el que participó como músico invitado el chileno Joe Vasconcellos, se comenzó a gestar lo que sería Tierra del Fuego, pero Federico ya no fue capaz de cantar y le cedió su lugar a su hermano Marcelo. Pocos meses antes de su partida pudo escuchar el material recién mezclado en Nueva York y respiró satisfecho. El trabajo incluía diferentes colaboraciones, como el piano del propio Charly García en Despedida Nocturna.

Un final que después de todo no ha sido tan definitivo, porque pese a los 30 años transcurridos, el sonido azul de Federico Moura se sigue escuchando en los parlantes y sigue viviendo en el recuerdo de sus miles de seguidores.