Mirian Mondaca Herrera. - La Estrella de Valparaíso.
Las olas golpeaban fuertemente contra las lanchas de la Armada, mientras sus tripulantes hacían su mayor esfuerzo para mantenerlas estabilizadas, víctimas del violento fenómeno de marejadas que afectaba la tarde del martes a Maitencillo y gran parte de la costa chilena. Eran pasadas las 18.00 horas, y en este balneario de la comuna de Puchuncaví se trabajaba contra reloj y con la oscuridad como enemiga para encontrar a un kayakista de 33 años que estaba desaparecido y, peor aún, con su celular apagado.
Una hora antes el hombre , identificado con las iniciales C.A.V. y que registra domicilio en el sector El Rungue, se había internado en el mar cercano a la playa El Chungungo. No se trataba de un deportista avezado, ya que solo ejerce la actividad como hobby, por lo que la preocupación sobre qué capacidades tendría para enfrentar las adversidades climáticas en medio del frío y la oscuridad eran un misterio. La vida del puchuncavino estaba en riesgo.
Hasta el momento, solo se sabía que el hombre solo alcanzó a llamar a sus padres y enviarles su ubicación vía WhatsApp antes de que su celular se apagara. Fue justamente su familia la que contó esto al personal de la Autoridad Marítima en la llamada que ingresó al 137 alrededor de las 17.45. "Desde que nosotros recibimos este aviso, a los cinco minutos teníamos una patrulla en el sector dentro de sus rutinas diarias", relata el capitán de Puerto de Quintero, Mario Besoain.
Resplandor de vida
Casi tres horas de incertidumbre y desesperación pasaron para que la ardua búsqueda por los alrededores de El Chungungo tuviese un positivo final. Con el frío haciendo mella en su cuerpo y su concentración, el hombre (que había apagado su smartphone para ahorrar la poca batería que le quedaba), encendió su móvil al escuchar el motor de una de las tres lanchas de la Armada que lo buscaban.
En aquel decisivo momento, detalla Besoain, "cuando él ya siente un motor de una lancha un poco más grande, porque antes habían pasado lanchas de pescadores que también lo buscaban, él grita y enciende su celular. Con lo poco de batería que le queda logra iluminar, dar señales de luz. Escuchamos los gritos y después vimos este reflejo de una luz tenue y nos dirigimos al sector". Apenas hecho ese último acto instintivo de sobrevivencia, el teléfono del kayakista se apagó. Todo ocurrió, de manera casi milagrosa, justo a tiempo.
Al ser encontrado el hombre estaba en un sector de roqueríos, es decir, de rompiente de olas, lo que hace aún más particular el rescate: si no hubiese sido encontrado esa noche, quizás jamás se habría reencontrado con su familia. En el momento de ser encontrado, detalla el Capitán de Fragata Besoain, "él estaba sobre su embarcación. El único elemento de seguridad que poseía era un chaleco salvavidas. Estaba vestido con ropa baño, prácticamente un short detraje de baño y una polera". Afortunadamente para su integridad física, solo estaba con un principio de hipotermia y sin lesiones.
El puchuncavino tendrá la oportunidad de pasar tranquilo los días de Semana Santa junto a su familia, pero no todo será felicidad, ya que durante los próximos días deberá responder ante la Fiscalía Marítima por su irresponsable decisión de ingresar al mar bajo condiciones inadecuadas de luz y con marejadas.