La guerra a los afters: esto es lo que se encuentra en su interior
Acompañamos un operativo de Carabineros durante la madrugada para clausurar estos locales irregulares que abren sus puertas desde las 05.00 . La red del "After Party" toma una serie de medidas para evitar ser descubiertos.
Frente a la Intendencia, pasadas las 04.00 de la madrugada, dos hileras de Carabineros se forman y reciben las instrucciones de sus superiores. Su misión: fiscalizar los afters del Barrio Puerto y clausurarlos. Nadie lo sospecha, pero la fiesta está por terminar.
El fin de semana pasado tuvo lugar una nueva "redada" a los afters. La Gobernación de Valparaíso las ordena intensivamente para hacer frente a este fenómeno. Por ley, las discotecas cierran a las 04.00 de la mañana. En ese momento surgen los "after". A la salida de las discos llegan algunos sujetos a ofrecer una extensión a la fiesta, te timbran la muñeca para entrar gratis, pero hay que hacerlo rápido, porque después de unos treinta minutos ya no dejan entrar a nadie más.
Estos locales funcionan al margen de la ley, algunos ni siquiera tienen nombre. Ni hablar de alguna noción de respeto a los códigos sanitarios. Las instalaciones eléctricas tampoco ofrecen muchas garantías. Todas estas faltas ponen en peligro a la gente que asiste a estos locales, y en definitiva, esa es la razón de las autoridades para combatir la proliferación de estos lugares.
Desde la Plaza Cívica, acompañamos a los uniformados, que integran un equipo con representantes del Servicio de Impuestos Internos, la Seremi de Salud, y la gobernadora de Valparaíso, María de los Ángeles de la Paz.
Trabajo de inteligencia
Carabineros tiene personal de civil encubierto en cada uno de los lugares, informando sobre la situación.
El minutero del reloj nos aproxima a las 05.00 de la madrugada. Partimos a la primera parada, es en calle Blanco, a la altura del #500. Es una casona, sin letreros, sin accesos, sin ninguna apariencia distintiva. Si no es por el ruido, jamás pensaríamos que adentro hay gente de fiesta. No tiene nombre oficial, pero al interior hay un pendón que dice "No-sé".
Entran los carabineros, y, al poco rato salen los primeros "carreteros". Algunos tienen cara de asustados, pero se relajan cuando ven que no están deteniendo a nadie. Era un grupo de alrededor de 100 personas, la mayoría jóvenes.
A la entrada hay una pantalla que exhibe las imágenes en vivo de las cámaras de seguridad que hay afuera.
Adentro se siente un olor extraño y difícil de describir, pero muy molesto. El lugar se ve amplio sin gente, y sin música sonando. La persona a cargo no opone mayor resistencia y responde las consultas de los carabineros con cara de desgano.
En los pasillos y repisas se ven tragos a medio tomar y latas vacías. El lugar tiene tres pisos, y algunos pasillos laterales ocultos. Afinando la mirada se encuentran fallas en cada rincón. Es sucio y mal terminado, las instalaciones eléctricas están muy mal construidas, hay muchos cables sueltos, podría ser un milagro que no se haya producido un incendio.
En el piso de arriba hay unos sillones con fecas de ratón, y el suelo está tan sucio que se pegan las plantas de los zapatos.
Uno de los pasillos se conecta con una recámara de aspecto lúgubre que se asemeja a una antigua habitación de interrogación. Es una pieza cuadrada, sin ventanas ni iluminación. Tiene piso de tierra, y un sillón individual. En el suelo hay latas de cerveza vacías y arrugadas. En el piso también hay cerca de quince envases de condones usados.
El capitán de carabineros, Mario Rojas, oficial de esta ronda, manifestó que "se requisó la bebida alcohólica que había en este lugar, se sacó a todo el público que estaba al interior, se notificó una infracción al Juzgado de Policía Local al regente de este lugar clandestino, y además se decretó la prohibición de su funcionamiento".
Además el capitán Rojas explicó que las personas detrás de estos locales mantienen un plan de contingencia para evitar ser descubiertos. Además de las cámaras, hay personal apostado en las esquinas con radios para informar de todo lo que ocurre. Incluso, se comunican entre ellos, porque cuando se fiscalizaba el primer local, los otros tres cerraron sus puertas misteriosamente.
Por su parte, la gobernadora de Valparaíso, María de los Ángeles de la Paz, extendió un llamado a no asistir a estos lugares.
"Lo más grave es la cantidad de inseguridades. El llamado es a no concurrir a estos lugares, hay una constatación clara de que no hay salidas de emergencia, iluminación, no cuentan con sistema eléctrico adecuado, ni patente de alcoholes", sentenció la autoridad.