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La multifacética vida y los sueños del seremi de Salud

Aparte de su cargo público, Francisco Álvarez dedica su tiempo a dos actividades que se han transformado en una pasión: el surf y la música.
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Paula López Sepúlveda

Llegó a la región hace siete años, misma cantidad de tiempo que practica surf, aprovechando las bondades de nuestra costa. Se trata del secretario regional ministerial de Salud de la Región de Valparaíso, Francisco Javier Álvarez Román (32 años, soltero, militante de Renovación Nacional), oriundo de la comuna de San Miguel, en la Región Metropolitana.

Pero no es lo único que lo apasiona. También fue músico de, al menos, siete bandas en sus casi 33 años de vida, específicamente, durante su etapa escolar en el Instituto Nacional (enseñanza media) y universitaria (en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde estudió Química y Farmacia). Tocaba guitarra, bajo y piano, en ritmos tan diferentes como rock, folclore, cumbia y pachanga. Además, fue DJ en la universidad, como una manera de obtener ingresos para sus gastos.

Familia de esfuerzo

Francisco Álvarez nació el 18 de junio de 1986 en el hospital de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), en Las Condes, pero creció y se crió en San Miguel.

Proviene de una familia de esfuerzo, como él mismo cuenta, y muy católica. Su padre era productor artístico y su madre trabajaba en el cementerio Metropolitano en la oficina de ventas. Hoy ambos están jubilados. Tiene cuatro hermanos y es militante de Renovación Nacional desde los 18 años, siguiendo la tradición familiar (su tío, Rodrigo Barrientos, fue concejal de RN en San Miguel).

Actualmente, el seremi de Salud vive en Viña del Mar con su novia, con quien tiene una relación hace tres años. Espera casarse y tener hijos en pocos años más.

-¿Cómo se autodefine como persona?

-Bastante trabajólico, apasionado por lo que hago. Soy tranquilo y apegado a mi familia. Trato, en el tiempo que me queda, de compartir con mis amistades.

-¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

-Mi familia es de esfuerzo, crecimos en una población en San Miguel. Se me abrieron las oportunidades cuando entré al Instituto Nacional.

-¿Cómo fue su adolescencia?

-Tuve una adolescencia tranquila, entre el estudio y la música.

-¿Cómo y por qué se convierte en surfista?

-Hace siete años tomé la decisión de empezar a practicar surf, porque somos una región que tiene la ventaja de poder practicar deportes acuáticos. Consideré que el surf era una forma de desconectarme del quehacer diario y, también, de mantener un estilo de vida saludable, conectado con el mar. La experiencia ha sido increíble. La sensación de estar el mar y yo solos es indescriptible, la adrenalina que sientes no se puede explicar.

-¿Ha vivido situaciones riesgosas?

-Sí, en dos oportunidades he estado a punto de ahogarme, pero siempre en este deporte hay alguien que te ayuda. Somos muy solidarios entre quienes practicamos surf. Luego de eso, hice un curso de sobrevivencia en el mar, lo que me ha permitido, también, ayudar a otros que han estado en peligro.

-¿Cuántas horas dedica al surf?

-Practico tres horas a la semana, generalmente en playa La Boca, en Concón, a veces solo, con amigos, con mi novia... Es que esto es una verdadera experiencia de vida, pero sobre todo cada ola es un gran desafío.

-¿Qué lo emociona?

-Poder estar con mi familia. Ahora, con el trabajo que tengo, tengo poco tiempo para verla.

-¿Qué lo hace enojar?

-Me cuesta mucho enojarme, tiene que ser mucho, siempre trato de mantener el control. Pero me molesta el desorden y las mentiras, principalmente.

-¿A quién admira?

-… ¡Uf! Admiro a mi papá, porque él se forjó en la vida desde muy chico, en una familia numerosa. Y pudo salir adelante, siendo que a temprana edad tuvo que salir de la casa.

-¿Y cómo es su relación con él?

-Demasiado cercana.

-¿Se podría decir que es su amigo?

-Sí.

-¿A qué le tiene miedo?

-A la soledad.

-¿Y a la muerte?

-No, y te voy a explicar por qué. Trabajé durante cinco años en unidades de cuidados intensivos. Antes de ser seremi, trabajé tres años en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Gustavo Fricke, y al trabajar en un lugar así, el concepto de la muerte cambia un poco. Uno está trabajando, día a día, tratando de salvar la vida de un paciente. Hay un antes y un después de trabajar en la Unidad de Cuidados Intensivos.

-¿Cómo llegó a la política?

-Bueno, además de trabajar en la UCI y hacer clases en la Universidad Andrés Bello, hay otros factores por los que llegué a ser seremi. En la universidad, además, me involucré en proyectos de vinculación con el medio, por ejemplo. Elaboramos un proyecto en donde comprometimos a 14 carreras para ayudar y hacer clases en Valparaíso, durante el gran incendio que hubo (2014). Por otro lado, en el hospital (Gustavo Fricke) era dirigente gremial y a nivel nacional, también era dirigente del Colegio de Químicos Farmacéuticos. (También) Me tocó tener presencia en el Congreso, en los últimos años, porque siempre se están tramitando leyes en relación a los medicamentos, como la Ley de Fármacos, por ejemplo. Aparte, mi familia también tiene militancia en Renovación Nacional. Mi tío fue concejal de San Miguel por muchos años y, también fue candidato a alcalde (Rodrigo Barrientos).

-¿Cómo se ve de aquí a 20 años más?

-Probablemente trabajando en alguna universidad, a cargo de una carrera, siempre en relación a la Salud Pública. Y, por otro lado, con hijos que, a lo mejor, ya estén en la universidad, con una gran familia y con una gran red de contactos.

-¿Cómo le gustaría que lo recordaran?

-Como una persona que se la jugó por la salud pública de la región. En términos familiares, como un referente para la familia, en el sentido de lo que querían mis papás: que pudiese llegar no solamente más lejos de lo que ellos pudieron hacer en sus vidas, sino que, también, ayudando a más gente. Siempre hubo un compromiso por ayudar al prójimo.