Carlos Lastarria Hermosilla, In Memoriam
Nacido en Valparaíso, el 25 de octubre de 1942, Carlos Lastarria estudió su educación básica en el Colegio La Salle y humanidades en el Colegio Agustín Edwards. En la Universidad de Chile, sede Valparaíso, inició sus estudios de Pedagogía en Historia, que reemplazó luego por su vocación por la actividad artística, matriculándose en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, donde recibió las lecciones de Hans Scholbach, y conoció el trabajo de taller del recordado grabador Carlos Hermosilla Álvarez, de la esmaltista Adriana Ruiz y de la profesora de pintura Teresa Vidal.
El Palacio de Bellas Artes viñamarino fue eje de su etapa juvenil, donde compartió con una generación de artistas como Gerda Kroneberg, Luis Labraña, Carmen Fajardo, Cristóbal Orellana, Víctor Shehadeh, continuadores de una época dorada de la institución, que había contado entre sus maestros a Arturo Gordon y al húngaro Hans Soyka. Lastarria, movido por sus intereses sociales, encabezó el Centro de Alumnos en aquella controvertida época de la historia nacional.
En 1972 contrajo matrimonio con Rosita Cádiz, siendo padres de Tatiana y Catalina. En la década del '80 se integró a la Ilustre Municipalidad de Valparaíso, asumiendo la administración del Museo Pascual Baburizza.
Desde 1986, en que forjó amistad con Alfonso Castagneto Rodríguez (director del Diario La Estrella entre 1986 y 1999), publicó columnas de crítica de arte en la región, compartiendo espacio con el artista Álvaro Donoso.
La convivencia con figuras del arte como Adriana Ruiz, Ricardo Mac Kellar, Francisco Javier Court, Pedro Labowitz, Hilda Rochna, permitió que se integrara al círculo cultural del país, formando parte de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), que actualmente preside en su capítulo nacional Ernesto Muñoz.
Carlos Lastarria se convirtió en un defensor del patrimonio, asistió a las exposiciones con rigor profesional para apreciar y escribir de los artistas. Sus juicios, en más de alguna ocasión, provocaron debate y enojo, asunto que él nunca tomó como algo personal, logrando que su opinión se convirtiera en una apreciación respetada en el medio artístico.
"El Flaco", como lo conocieron muchos, por su estructura corporal que no se modificó con el paso de los años, se mostró enamorado de su puerto natal, comprometido con la recuperación del Museo de Bellas Artes, con diversas instituciones en las que cooperó, como el Instituto Chileno Norteamericano de Valparaíso, el Senado de la
República, los municipios de Valparaíso y Viña del Mar, la Policía de Investigaciones, entre muchas con las que mantuvo vínculos de trabajo y afecto.
Escribió un centenar de catálogos y publicó libros como "Carlos Hermosilla, maestro del grabado", "Barrio Puerto, de los orígenes a la bohemia de Valparaíso", "Jim Mendoza, pintor de abismos", "La Generación Porteña" y "La ballenera de Quintay".
Hace algunos años sufrió una caída mientras reparaba el techo de su casa. Aunque logró recuperarse gracias al cuidado familiar, su salud quedó afectada. Carlos Lastarria volvió a su querido Baburizza y a redactar sus columnas de crítica artística. La última fue publicada por La Estrella el día antes de su partida, dedicada al profesor y pintor Américo Palacios, con su muestra en Antesala Viña.
Por cierto, sentiremos su ausencia. Carlos Lastarria cumplió un rol significativo en el mundo cultural de la región de Valparaíso. Nos unimos a los sentimientos de pesar de su familia y colegas. Por propia voluntad, su cuerpo fue donado a la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, para seguir cumpliendo con su vocación de servicio público que lo caracterizó.
Jorge Salomó Flores
AICA Chile