Estimada directora:
Lo que le escribo tal vez sea muy recurrente, pero no podemos dejar de poner en manos de las autoridades nuestro profundo malestar por el precario estado en que encuentra Valparaíso.
Una ciudad que es única en Chile, por las casas que cuelgan de los cerros, sus construcciones, por sus ascensores y troles, y por supuesto, por su gente, no debiera estar tan abandonada a su suerte. Es increíble ver como los grafiteros se adueñaron de las vitrinas, muros, cortinas de acero, y cuanta pared les sirva para poner sus inconfundibles rayados ininteligibles, de muy mal gusto y faltos de calidad (tags). Es triste ver como los edificios de calle Esmeralda y de tantas otras céntricas ofrecen una postal de miseria, ruina y decadencia. Se ha permitido que el lumpen invada sin ningún estorbo de nadie la ciudad convirtiéndola en lo que vemos hoy en día. ¿Hasta cuándo se va a permitir que los enemigos del orden, el ornato y la limpieza nos digan qué es mejor para nuestra ciudad? No es posible que la autoridad guarde silencio frente tales actos vandálicos. Recuerdo que cuando pasaba por plaza Aníbal Pinto veía con impotencia como ese sector estaba invadido de vendedores de baratijas, cigarrillos artesanales, queques de mariguana y más de alguno hasta drogas. Y añoraba que alguien hiciera algo para terminar con dicha situación. Aplaudí la medida que los sacó de ahí y con ello me di cuenta que "si se puede revertir lo que antes mencioné acerca de nuestra ciudad". Que se debe "poner mano dura" para erradicar esos rayados que están haciendo ver a Valparaíso como una ciudad sucia, desordenada y miserable. Gandhi dijo: "Debemos ordenar el caos. Y no tengo duda de que el mejor y más veloz método es implantar la ley del pueblo en vez de la de la turba". No dejemos que la turba que trae su suciedad cambie la cara de este puerto maravilloso. Y por supuesto no esperemos a que ocurra como dice la canción del gitano Rodríguez, "y una vez más el viento como siempre limpió la cara de este puerto herido". Sino que es tarea de todos y principalmente de sus autoridades, a quienes emplazo para que se pongan a trabajar para quienes los pusimos en ese lugar; "el pueblo y no la turba".
Felipe Berríos Chacón