Caminatas melancólicas

La nueva novela de Sara Bertrand es una novela sobre el caminar recordando. Este ejercicio, que hace recordar toda la obra del transandino Sergio Chefjec, funciona como una cámara de espejos en la que los personajes hacen repaso de su adultez y su niñez, volviendo una y otra vez hasta una infancia rota que determina el sin sentido del presente.

Lili es la protagonista de "Afuera", sin embargo, dentro de su existencia -y de la de todos- habitan varios personajes atravesados por el tiempo -lo que somos, lo que fuimos, pero no lo que seremos. A partir de esto, Lili es una figura en la que conviven varias figuras, al estilo de las muñecas rusas, estamos ante un otro que contiene cientos de otros.

La novela causa melancolía y congoja, en cada uno de las caminatas por la ciudad nos vamos encontrando con nuestra propia niñez, pues en este ejercicio del yo hay una universalización en la cual reflejarnos y pensarnos en una urbe que reconocemos por nuestra condición de caminantes. Pese a que el texto esté situado en la dictadura -y de que podría enmarcarse dentro de la literatura de los hijos- hay espacios y sentimientos que atraviesan generaciones y contextos, llenándonos de cuestionamientos que nunca hemos dejado de tener. "Afuera" está dialogando de manera constante con su contexto político-social, por lo mismo, la violencia de la época nunca le resulta ajena, más bien, determina todo desde un lugar íntimo que deviene en público.

A diferencia de otros escritos de autoficción, el distanciamiento y las disputas no están encarnadas en la figura del padre, por el contrario, es la madre quien carga secretos y mentiras que irán configurando la personalidad de Lili. Este es un punto novedoso y necesario, pues, los conflictos con el padre se han perpetuado desde Telemaco en adelante, siguiendo un patrón que es necesario comenzar a resquebrajar.

La forma de escritura -minimalista y abundante en párrafos- atraviesa toda la novela, situándose como un elemento ya central de la literatura chilena contemporánea. Este recurso, que en otros libros está extremadamente gastado, Bertrand lo ejecuta con pulcritud y oficio, adueñándose de una fórmula que le permite construir una novela sutil y conmovedora.