"Corfo debe darle un valor social a las cosas, no sólo un valor económico"
El dicho popular dice que nadie es profeta en su tierra y Barbarita Lara, chilena elegida la innovadora del año por el MIT bien lo sabe. Premiada internacionalmente por su Sistema de Información de Emergencia, el reconocimiento nacional le ha sido esquivo.
El 27 de febrero de 2010 fue un día trágico que cambió para siempre la vida de miles de chilenos. Sin embargo, el terremoto que oscureció a nuestro país fue también el evento que sembró la brillante idea que, años más tarde, llevaría a Barbarita Lara a ser reconocida por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como la innovadora del año, mismo reconocimiento que en su momento recibieron los fundadores de Facebook y Google.
Esa noche de febrero a las tres y media de la mañana, Lara fue una de las tantas chilenas que prendió la radio para buscar respuestas que no llegaron. "No se escuchaba nada. Sólo después de un rato pudimos sintonizar una emisora de Mendoza, pero me pareció raro tener que escuchar desde otro país lo que estaba pasando aquí". Años más tarde, la misma Lara sería capaz de revertir esta situación creando el Sistema de Información de Emergencias (SIE); novedosa tecnología que mantiene las comunicaciones funcionando aun en caso de catástrofe. Un invento que -según el prestigioso MIT- tiene el potencial de cambiar el mundo, diagnóstico que también comparte la ONU.
Eso potencialmente, porque el sistema todavía no ha sido implementado en Chile. La situación genera mucha impotencia en Lara quien denuncia que la Onemi y el Ministerio del Interior ya conocen la tecnología y su efectividad. Lo más paradójico es que fuera de nuestras fronteras el proyecto sí ha sido valorado por empresas del tamaño de Google y Samsung, las que actualmente colaboran con Lara y su equipo.
Apoyo privado
Falta consciencia y apertura de mente, sobra la "estrechez de corazón". La innovación tecnológica sufre falta de apoyo estatal, una enorme dificultad que Lara sólo ha podido aliviar gracias al aporte del mundo privado. "Si no hubiese sido por Andrónico Luksic nosotros no hubiésemos tenido los equipos necesarios para probar esta tecnología en laboratorios". Añade que la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) en cambio, les cerró las puertas argumentando que el producto no podría venderse fácilmente. "Corfo debe ser un instrumento que entienda que nosotros necesitamos darle un valor social a las cosas, no sólo un valor económico", dice categórica.
Ese valor social es crucial para ella, debido a esto Lara no sólo se define como una emprendedora, sino que usa un apellido; es, dice tajante, "una emprendedora social". Esta ingeniera en Ejecución en Informática titulada de la Universidad Santa María, comenzó su travesía innovadora a los ocho años cuando recibió su primer computador. Corría la década de los 90, cuando adquirir un PC no era fácil ni barato. Entonces hizo pasar un enorme susto a sus padres al decidir -a esa corta edad- desarmarlo por completo. En sólo tres días logró ponerlo en funcionamiento de nuevo. "Ahí mi mente explotó y dije: yo puedo arreglar cualquier cosa con mis manos, no hay límites", recuerda.
Girl Power
Bajo esa misma línea de pensamiento, Lara actualmente se encuentra participando del "Girl Power Codefest Americas", proyecto impulsado por el British Council del Reino Unido. El programa instruye a niñas de Valparaíso en el uso del "microbit", un dispositivo de bajo costo y de fácil uso con el cual pueden aprender a programar e interactuar con la robótica. "Añadimos kits meteorológicos y empezamos a transformar a esas niñas en científicas ciudadanas. Cada una detecta cuáles son los datos climáticos que se generan con sus kits y los ingresan al programa Glow de la NASA. Se convierten en investigadoras que están apoyando al estudio del cambio climático a nivel mundial". Lara destaca el apoyo que el proyecto ha recibido por parte del senador Kenneth Pugh y la seremi de la Mujer y la Equidad de Género, Valentina Stagno. Aportes que van de la mano con el cambio social que tanto Chile como el mundo deben hacer para disminuir la brecha de género en la ciencia y la tecnología.
-¿Cuál es la evaluación que tú haces del medio científico tecnológico en Chile en esos términos?
-Siempre se pide que nosotras seamos mejores, que seamos expertas. Cuando en otros lugares del mundo te avalan, recién ahí te empiezan a escuchar. Me apoyó el Palacio de Buckingham, el MIT, el TEC de Monterrey y aun así me costó mucho poder llegar a donde están las conversaciones importantes por ser mujer.
Continúa su reflexión: "Yo vivo cosas demasiado machistas, he intentado no victimizarme porque no es la idea, pero sí es necesario muchas veces golpear la mesa, poner un vaso de whisky y sentarte con la gente que está negociando". Así describe un escenario típico de su vida como emprendedora, pues reconoce que no son pocas las veces que la contraparte no se sienta a tratar con ella por su género. No les cabe en la cabeza que sea Lara -una mujer- la líder del proyecto. En más de una ocasión, ha visto cómo prefieren hablar con el hombre que está parado al lado suyo, pasándola por alto. "Es muy difícil estar en círculos donde se cree que una es solamente un objeto y no les interesa saber nada de lo que tú digas. Lo he vivido en el extranjero y en Chile también".