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La voz de una familia golpeada por un conductor con alcohol

Pedro Ascencio, padre de un joven fallecido por un irresponsable que manejó bebido, participó en un spot para hacer consciencia sobre la responsabilidad de cara al 18.
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Matías Valenzuela

Un spot televisvo de 30 segundos cargado de profunda emoción y un mensaje que condena una irresponsabilidad que, sencillamente, no se puede repetir nunca más. El protagonista, un porteño que fue víctima precisamente de este delito.

Pedro Ascencio, hoy de 58 años, fue la voz y el rostro escogido este año para la campaña del Senda y Conaset que busca concientizar sobre el riesgo de manejar y beber. El hombre oriundo del cerro Cordillera fue golpeado por una tragedia el 21 de septiembre de 2014 cuando un conductor borracho atropelló y mató a Pablo, su hijo de 24 años.

En el video, que ya circula en la televisión, cuenta mirando a la cámara la noche más difícil de su vida, en la que su hijo estuvo internado para finalmente perder la vida a la mañana siguiente.

Relata que la experiencia de salir en cámara hablando del accidente, fue dura, pero decidió participar por un bien mayor: que no haya más víctimas.

"A mí me contactaron a través de Senda y Conaset para preguntarnos si podíamos participar en una campaña por un 18 seguro. Lo conversamos en familia y pensamos seriamente que podíamos ser un aporte, así que decidimos participar. Fue duro revivir los recuerdos de la muerte de mi hijo, y todo lo que eso conlleva. Fue duro para todos, no solo para mí, para los hermanos, para la mamá, el resto de la familia y para los amigos también. Fue una tarea bastante ardua para llegar a una filmación de solo 30 segundos", cuenta.

Yo odio el 18

El eslogan oficial de la campaña es "Yo odio el 18". Sobre esa consigna, Pedro cuenta que es una estrategia para generar impacto, pero reconoce que esta fecha no la puede celebrar como el resto de la gente, por razones obvias.

"En realidad lo que a nosotros nos sucede con el 18 es que lo vivimos de una manera diferente a todos los chilenos, porque sin lugar a dudas significa recordarnos de la muerte de nuestro hijo", comenta.

En su círculo cercano, está grabado a fuego el pasar las llaves después de un trago. No obstante, dice haber sido testigo de irresponsables que se suben al auto en mal estado. Una bofetada para años de trauma de la familia.

"Nosotros lo tenemos muy claro, de antes que pasara el accidente obviamente, pero a nosotros nos ha tocado presenciar a gente drogada manejando. La gente no tiene ningún criterio al respecto. El problema más grande es que no solo le causas un daño a la persona, dañas a la familia e incluso a ti", expresa.

Un tema de educación

Esas Fiestas Patrias, Pablo fue una de las 32 víctimas fallecidas en este tipo de accidentes. Año a año, las cifras se mantienen más altas de lo que deberían. Sobre posibles soluciones para esto, Pedro tiene una postura clara, que se define en cuatro pilares.

"Yo creo que hay cuatro frentes que atacar. El primero es el que está haciendo este Gobierno, de plantear un campaña publicitaria para golpear a la gente. Lo segundo es una educación, que se va a notar en el futuro, yo creo que de aquí a unos 20 años más los 'peques' de ahora van a tener un pensamiento absolutamente distinto. El tercer punto es el de la vigilancia a través de todos los elementos modernos que existan para controlar a todos aquellos irresponsables que insisten en conducir drogados y borrachos. Por último, una vez que tú detectas a la persona que comete la infracción, es importante qué sanción recibe en el momento, en ese punto estamos a años luz de lo que es el extranjero", detalla.

Sin cárcel

Pablo Ascensio, estaba a punto de titularse en la UVM para ser arquitecto, igual que su padre y uno de sus cuatro hermanos.

El accidente ocurrió en Viña del Mar, en la avenida Perú, un 21 de septiembre, cuando caminaba con amigos hacia el Casino de la Ciudad Jardín. Estaban cruzando el paso de cebra con luz verde para peatones, y un vehículo a toda velocidad lo atropelló, quitándole la vida.

El chofer escapó del lugar y fue detenido a las poca horas por Carabineros en Recreo. Estaba en visible estado de ebriedad, marcando 1,77 microgramos de alcohol por litro de sangre. El hombre de 28 años fue formalizado por los delitos de manejo en estado de ebriedad, por su negación a realizarse la alcoholemia y por el hecho de haber huido del lugar.

Pasó 90 días en prisión preventiva, pero finalmente fue condenado a una pena remitida vigilada en su grado máximo, vale decir, no fue puesto tras las rejas. Desde la familia de Pablo, dicen que nunca se acercó para ofrecer disculpas.

No está de más decirlo: si va a beber, pase las llaves.