"Lágrimas negras fue un disco adelantado a su tiempo"
Diego El Cigala celebra 15 años de su álbum más famoso y ganador del Grammy, con una gira internacional que recala el 5 de octubre en Viña.
Marcelo Macellari C.
Diego Ramón Jiménez Salazar, más conocido como Diego El Cigala, es todo un referente del flamenco, en cuya carrera hay un antes y un después del disco "Lágrimas negras" (2003). Es su álbum más exitoso hasta la fecha, ganó un Grammy y le dio fama global. Y para celebrar los 15 años de esta placa, donde colaboró con el pianista cubano Bebo Valdés, el intérprete madrileño inició una gira internacional en 2018 que lo trae el 5 de octubre al Enjoy de Viña del Mar. De sus visitas a Chile, recuerda al teléfono desde España que "tengo grandes amigos y siempre he contado ahí con un público fiel, bueno y bonito, con luz en el pecho, que es la música. Qué más se puede pedir".
En paralelo a esta gira, el músico prepara un nuevo disco que saldría a fines de este año o principios del próximo, que lleva por título "Cigala canta a México", cuyo repertorio abarca canciones de Armando Manzanero, Chavela Vargas, Rocío Durcal y Juan Gabriel, entre otros. "He escogido el repertorio que a mí me gustaba -dice-, que estoy seguro que también será del agrado del público".
-¿Qué significa para ti el disco "Lágrimas negras"?
-Significó todo, porque a raíz de conocer a Bebo, conocí el mundo de la música latina y la música afrocubana. Si no llega a ser por el piano, que Bebo me descubrió, yo habría seguido con el acompañamiento de la guitarra flamenca toda la vida. El piano me abrió nuevas fronteras y, después de que grabáramos "Lágrimas negras", dio paso a los discos que he sacado posteriormente.
-El disco ganó un Grammy y vendió millones de copias alrededor del mundo. ¿A qué atribuyes el éxito?
-Fue un disco muy adelantado a su tiempo. Un flamenco y un cubano se juntan y hacen música. Y hacen música de verdad, sin trampas. Era un bolero de toda una vida, con una voz flamenca y un piano como el de Bebo, así que difícil que fallara. Sin embargo, nosotros lo hicimos más que nada por amor a la música, no lo hicimos pensando en qué podía pasar. Y pasaron muchas cosas.
-Este álbum también te dio fama mundial.
-Sí claro, al país que fuera, desde Australia a Japón, todos conocían "Lágrimas negras". Y hoy, cuando han pasado 15 años, la gente todavía recuerda el disco.
-¿Qué recuerdos tienes de Bebo Valdés?
-Él es mi héroe. Me encandiló su música y su vida. Muy serio para su trabajo, pero también muy divertido. Me queda su sabiduría, su arte, sus consejos, su personalidad y humildad. No he conocido a un artista mejor en mi vida. Bebo siempre estará presente en mi corazón
-¿Qué balance haces de estas dos décadas de carrera?
-El balance que hago, después de haber luchado tanto, es muy positivo. No me puedo quejar, porque me mantengo estable y puedo hacer la música que quiero y disfruto, cosas que no todos pueden llevar a cabo.
-En la última década tu apuesta ha sido fusionar el bolero, la copla y el tango. ¿Por qué el interés de mezclar estos sonidos?
-Porque siempre he pensado que son sonidos del alma, salidos del corazón, con mucha profundidad y sentimiento. Me siento como un pez en el agua fusionando distintos géneros. A la medida que he ido haciendo esta música voy creando y llegando otros públicos, que van desde jóvenes de 15 o 20 años a personas de la edad de nuestros padres, que recuerdan esas canciones o momentos importantes de su vida. Lograr abordar ese amplio público me parece muy bien.
La Estrella de Valparaíso