Comerciantes relatan horas de terror durante caos en Reñaca
Mastrantonio: "Nunca nos imaginamos la magnitud de lo que sucedió". Dueño de local de sushi: "Nos quedamos encerrados por el incendio". Daños son cuantiosos. Vecinos denuncian excesivo consumo de alcohol en la manifestación.
Este lunes, Reñaca amaneció nublada, con 14 grados de temperatura y una intensa llovizna que, de manera intermitente, se mezclaba con el escozor de las bombas lacrimógenas. También con vidrios rotos, basureros quemados y todos los locales cerrados. Nadie abrió, ni siquiera las casas de cambio.
Son las 10.00 de la mañana y Marcelo Mastrantonio, dueño del restorán que lleva su mismo apellido, se contacta por teléfono con una persona que no pensaba llamar en años, o más bien, nunca en la vida: el ejecutivo de la aseguradora.
A la vuelta, Rodrigo Castañeda, del Ana Sushi, esquiva los vidrios rotos de sus ventanales y evalúa si vale la pena levantarse de nuevo. "Es una inversión que uno hace y en un año ocho meses no estoy viendo la plata. Todo está financiado con crédito, entonces ¿qué sentido tiene (reabrir) si igual hay que financiar y hacerse cargo de los otros créditos?", se pregunta desanimado.
Incendios y saqueos
El domingo, cuando el día estaba soleado, hubo una masiva manifestación que partió pacífica, con familias que disfrutaban de la playa, pero en horas de la tarde terminó con desmanes y una balacera.
"Pasamos un susto tremendo, porque nosotros vivimos acá, en el segundo piso del restorán. El día domingo siempre cerramos a las seis de la tarde, pero ayer adelantamos el cierre a las 15.30 horas porque se veía que podía haber incidentes. Dejamos más o menos preparado por si pasaba algo, pero nunca nos imaginamos la magnitud de lo que sucedió", dice Marcelo Mastrantonio, después de atender otra llamada telefónica. El locatario agrega que vio a las familias, pero que "se notaba que había grupos infiltrados porque pasaban, miraban, como que amenazaban y era muy notorio un público del otro que venía a destruir".
Luego, a eso de las 17.30 horas, su local fue saqueado. "Nos quebraron todos los vidrios, hicieron ingreso al local, nos sacaron todo el mobiliario y lo quemaron en dos fogatas que hubo en las dos esquinas (...) Me vandalizaron todo el bar, me robaron todo, todo, todo lo que es alcohol, cervezas, vino, todo lo que había en el restorán siendo alcohol lo robaron. También nos vandalizaron el segundo piso y después vi que el televisor estaba en la barricada de más arriba, junto con nuestra ropa", relata.
Rodrigo Castañeda, por su parte, cuenta que también cerró temprano su local de sushi y que las planchas que había puesto en la entrada no sirvieron de nada. "La verdad que es indescriptible esta cuestión. Nosotros estábamos adentro, éramos cerca de 9 o 10 y empezaron a tirar piedras, piedras y piedras. En paralelo estaban haciendo una barricada con los basureros de al lado y todos nos queríamos quedar un poco para que no se metieran a saquear", recuerda. No obstante, tuvieron que escapar.
"Hay una oficina por atrás y nos quedamos encerrados un rato ahí, porque no podíamos salir por el incendio de al lado y las piedras. Después, cuando unos 40 gallos ya estaban adentro del local, salimos corriendo para atrás y no pudimos sacar nada", relata.
El joven asegura que la destrucción fue tal que no quedó nada de su emprendimiento. "Se robaron impresoras, computadores, refrigeradores, bebidas, copete, una barra completa, cerveza, todo lo que hubiera se lo robaron. No quedó nada, incluso se robaron cosas que de repente no les pueden servir como el schop que lo botaron, lo quemaron, hicieron mierda todo", manifestó Castañeda.
Culpan al alcohol
En el Santuario de San Expedito, cuya imagen también fue destruida, los vecinos culpan de los destrozos al alcohol. "Yo ayer (domingo) vine a Reñaca, nadie me lo contó, yo lo vi. Lo que más me tiene molesta es que las botillerías que están allá (apunta hacia la calle de arriba) estaban abiertas y todos los cabros estaban comprando cervezas, vino, el olor a pito estaba por todos lados (...) Efectivamente vino mucha gente con su familia, todo lindo, me reí con varios de ellos, pero el gran error fue vender trago a la hora y a la playa", expresa Carmen Gloria Derquist, quien junto a sus hijas fue a limpiar los rayones.
Una visión similar tiene Marcela Hadermann. "La gente estaba en la playa tomando y está prohibido tomar en la playa (...) Yo veía cómo pasaban con cajas, así las jabas de cervezas. Esta gente no tiene respeto, no tiene Dios, no tiene ley, no tiene patria, no tiene nada, son puros mocosos que no le han trabajado un peso a nadie y destruyen todo a la vista y paciencia de todos los que somos mucho más, porque somos mayoría los que estamos en la casa, entonces hasta cuando", dice molesta.
Marcelo Mastrontonio comenta que también supo que "había una botillería arriba que tenía una cola de media cuadra, lo que me parece increíble con la situación que estábamos viviendo".
El cura Enrique Opaso, quien junto a la comunidad levantó el santuario en 2002, dice que es "una pena muy grande" que hayan destruido la imagen de San Expedito y hayan saqueado otros elementos, pero que "lo peor que podríamos hacer nosotros como Iglesia es encerrarnos en nuestros propio problema y no mirar al mundo. Esto pasó y qué le vamos a hacer, pero no pongamos el foco en nuestros templos, porque claramente es más grave la tragedia de una familia que vivía de un pequeño negocio que fue saqueado y quemado, a que nosotros hayamos perdido la imagen de San Expedito que la podemos reponer".
"Quiero paz"
Respecto del balance de los daños,el director de Operaciones y Servicios del municipio de Viña del Mar, Patricio Moya, precisó "todo el sector costero fue bastante dañado" y que desde las 22.00 a 06.00 de la mañana los funcionarios trabajaron para despejar las calles. Durante el día, jóvenes y vecinos salieron con palas y escobillones a ofrecer su ayuda a los locatarios.
Moya agregó que en los bienes nacionales de uso público, es decir, contenedores de basura, señales de tránsito, semáforos y jardines, el avalúo del daño es de "alrededor de un millón cien mil pesos" y que en el bien privado, "obviamente va a superar lejos esa cantidad junto a los edificios municipales, que a pesar de todos los resguardos, también tienen muchos daños que estamos cuantificando".
La alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, por su parte, afirmó: "Yo quiero decirles que de verdad es hora que la gente vuelva a la calma, yo quiero paz, paz para que la gente pueda seguir trabajando. Hay muchas personas que han perdido su trabajo y por supuesto eso no puede ser. Yo quiero que la normalidad vuelva a Viña, que la gente esté tranquila y para eso estaremos trabajando junto con las autoridades, los vecinos y quien corresponda". Posteriormente se retiró sin contestar preguntas, ya que tenía una reunión con los representantes de los supermercados que quieren volver a abrir sus puertas.