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"Veníamos barriendo muchas cosas bajo la alfombra y nos tropezamos"

Agustín Squella, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2009, comparte con La Estrella su análisis y reflexiones del actual contexto político y social.
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Priscilla Barrera Llanos

A 34 días del llamado estallido social y tras cientos de marchas callejeras que han sido la vía de expresión y escape a la que por años se había convertido, sin que pudiéramos anticiparlo, en una verdadera "olla a presión", quisimos conocer el análisis y las reflexiones del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2009, el académico Agustín Squella Narducci.

El jurista, profesor de la UV y de la Universidad Diego Portales, experto en filosofía del derecho y Ciudadano Ilustre de Valparaíso, señala que, a partir del 18 de octubre, lo que hemos tenido ha sido una protesta masiva y muy extendida territorial y temporalmente, pero en ningún caso una revolución.

"Una revolución es una acción que de manera exitosa consigue tomar el control de todos los poderes del Estado, sin sujetarse para ello a las normas constitucionales vigentes sobre la materia. Algo así no ha ocurrido ni por asomo en estos días", precisa de entrada.

Para este abogado viñamarino, durante años "nos hemos hecho los lesos con el malestar que venía incubándose en la sociedad".

-¿Por qué el estallido ocurre ahora y por qué no antes? ¿Qué factores, a su juicio, se dieron para que se produjera ahora?

-Las cosas ocurren cuando ocurren, y la verdad es que veníamos barriendo muchas cosas bajo la alfombra (de partida, el tema constitucional), y cuando se hace algo así hay el riesgo de tropezarnos con la alfombra. Nos tropezamos con ella, perdimos el equilibrio, pero no hemos caído al suelo.

-Cuando dice "nos hemos hecho los lesos"... ¿quiénes? ¿Todos como sociedad? ¿La política? ¿Las instituciones? ¿Qué responsabilidad le cabe a cada uno?

-Todos, pero especialmente los gobiernos de uno y otro lado, los parlamentarios, los partidos políticos, algunos intelectuales complacientes y también una buena parte de los ciudadanos que no prestaban suficiente atención a los asuntos públicos.

-¿Cree usted que el modelo del capitalismo neoliberal es el responsable de esta crisis? ¿Chile tendría o podría optar por un modelo distinto?

-La democracia, y eso en Chile, y en casi todo el planeta, está asociada a un sistema económico que se puede definir, descriptivamente y no peyorativamente, como un capitalismo neoliberal. El capitalismo es un sistema económico, pero desde hace décadas está reforzado por una doctrina que es más que económica, el neoliberalismo, si bien ese capitalismo neoliberal se da con distintas intensidades según los países, los momentos y el tipo de gobierno de estos. Por ejemplo, no fue igual el capitalismo neoliberal de Margareth Tathcher que el de Tony Blair, ni el de Ronald Reagan que el de Bill Clinton. Tampoco fue igual el capitalismo neoliberal de la década de los '80 en Chile a las lógicas neoliberales que en mucha menor medida siguieron aplicando los gobiernos de la Concertación.

Marchas v/s violencia

A esta altura no hay muchas personas que no hagan suyas las demandas sociales o que, al menos, tengan una posición respecto de ellas. Pero el tema ahora se ha enfocado -a pesar de quienes critican como intencionada la atención- en los violentos episodios post manifestaciones. Ejemplos hay por doquier; basta con caminar por el plan porteño para poder apreciar varias muestras.

-¿Cómo interpreta esa conducta?

-Es muy lamentable cómo han dañado a sus ciudades personas que viven en una y otra de ellas. ¿Acaso no tienen ellas problemas suficientes con los que arrastran hace años? La violencia que hemos visto, así como el saqueo y pillaje, provienen de muchas causas: delincuencia común que vio una oportunidad, desborde de instintos primarios de agresión que están encajados en el cerebro humano y que se potencian cuando se actúe en masa, jóvenes sin presente y que no ven para sí ningún futuro, drogas, mimetismo destructivo, y así. Las causas son muy diversas y aquí la sociología y la sicología tienen un gran tema de investigación.

-Se habla mucho de la ausencia de líderes en las manifestaciones. Aquí no hay partidos, no están los secundarios ni los universitarios... ¿Quién o quiénes son los que llevan las manifestaciones?

-El que no se vean líderes que lo conduzcan es la mejor prueba de la espontaneidad y seriedad del movimiento en curso. Pero esa falta de líderes no significa que sus demandas no deban canalizarse a través de las instituciones que tenemos. Y si estas están bajo fuego cruzado, hace ya tiempo, pueden crear nuevas instituciones que sí consigan credibilidad. Tal es el caso de una Convención Mixta Constituyente o de una Convención Constituyente. No podemos resolver nuestros desacuerdos a los puños ni tampoco reunidos en el Estadio Elías Figueroa Brander ni a lo largo de la avenida Pedro Montt.

INEFICACIA POLICIAL --A propósito de Valparaíso, se cuestionó mucho una sensación de abandono de la ciudad, de "dejar hacer", incluso habiéndose decretado el estado de emergencia que apuntaba, precisamente, a brindar mayor resguardo a la población. ¿Usted comparte esa apreciación?

-A mí me ha llamado mucho la atención la ineficacia de nuestros cuerpos de policía para anticiparse o al menos para controlar los desbordes de violencia. No tengo una interpretación conspirativa sobre el fenómeno, pero el hecho es que la ineficacia ha sido patente, aquí y en todas las regiones. Y lo peor consiste en que este enfrentamiento de algunos con carabineros se de en un momento en que esta institución, por los cuantiosos fraudes ocurridos en su interior durante años, no cuente ya con el prestigio que se le reconocía antes. La corrupción -tanto en la política como en los negocios, en el fútbol, en dos ramas de las fuerzas armadas, y hasta en las iglesias-, ha sido una de las causas más importantes de lo que ocurre. Todo eso junto produjo una indignación gradual que ahora ha estallado.

-A su juicio, ¿cómo han reaccionado las autoridades políticas en torno a este estallido (desde el Presidente Piñera hasta los alcaldes)?

-Los alcaldes muy bien y los demás no tanto. La reacción del Gobierno y de los partidos que lo apoyan, así como la de la oposición, ha sido lenta y ha estado plagada de errores, pero al final surgió un acuerdo constitucional y varios acuerdos en una agenda social de aprobación corta. El acuerdo constitucional dejó varios cabos sueltos, pero hay que confiar en que el mundo político los atará pronto y bien, escuchando para ello tanto la voz de los ciudadanos como de los expertos en materias constitucionales.

¿cuándo vuelve la paz social?

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Para Agustín Squella, la llamada "paz social" se reestablecerá. "Lentamente, pero se recuperará. En esto, como en todo, hay que ser y comportarse de manera optimista. Yo suelo ser de un talante más bien pesimista, escéptico, pero en la hora presente hay que proponerse ser optimista. Al menos optimistas de la voluntad. Desde la razón podemos ser todo lo pesimistas que queramos y creer que las cosas irán mal o no todo lo bien que desearíamos, pero desde el punto de vista de la voluntad cada uno de nosotros debería preguntarse qué está en su mano hacer para que las cosas vayan lo mejor posible".