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Critica de Arte

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80 años de grabado (parte 2)

En el contexto (años '50-'60), es relevante recordar a los críticos que comentaron la obra de estos grabadores, tales como Alfonso Larrahona, Enrique Melcherts o Antonio Acevedo H.

A mediados de los años '60, Carlos Hermosilla cierra el ciclo del GGVM con los artistas Luis Libiot, Sergio Ayala, Edgardo Catalán, Manuel Cabezas y los hermanos Francisco y Hugo Rivera.

Su labor docente cesó el año 1973, cuando el maestro es desvinculado de esta institución, asumiendo su cargo don R. Villegas, quien siguió su huella en cuanto la enseñanza técnica, formando alumnos en este oficio hasta el año 1990, cuando Marco Sepúlveda toma la dirección de este taller.

En la actualidad el profesor Sepúlveda sigue formando alumnos, aunque en temas de formación técnica se ha orientado a otras opciones de procesos; ya no se enseña la calcografía (aguafuerte sobre cobre) en estricto rigor, ni la litografía (aún, cuando el taller posee todavía la prensa litográfica); ambas técnicas fundamentales del grabado, que catapultaron a la escuela en los años de Carlos Hermosilla.

Dicho lo anterior, nos abocaremos a comentar la exposición "La pasión del grabado". Esta fue curada por el historiador José de Nordenflycht, el cual realizó una contundente investigación de archivos y otras fuentes, lo que se refleja en el bello catálogo que complementa la exposición. En la entrada de la muestra es muy motivante encontrarse con el retrato al óleo de Carlos Hermosilla, pintado (1941) por su amigo el maestro Gregorio de la Fuente (col. Museo Baburizza). Igualmente se agradece el autorretrato del maestro del grabado porteño (col. Eulogio Rojas). Durante el recorrido, podemos visualizar las tempranas obras de Carlos Hermosilla, para luego tener acceso a catálogos y diarios de la época donde se ilustra sobre los inicios de BBAA de Viña y la relevancia de aquel contexto cultural.

Quizás el espacio más significativo de la muestra sea el denominado Escuela. Aquí hallamos obras de connotados alumnos de Hermosilla y también de grabadores argentinos, como Nello Raffo, Spilimbergo y Quinquela Martin. Esta presencia de artistas trasandinos da cuenta del activo intercambio y reconocimiento mutuo entre los grabadores viñamarinos y maestros extranjeros. Por otro lado, en esta sección extrañamos nombres claves como Medardo Espinosa y Ciro Silva, también a Aldo Bravo quien sigue produciendo obra. Entre los nuevos legados, tanto por oficio y experimentación, destacamos a Virginia Vizcaíno, Víctor Maturana, Marko Molina, Iván Díaz, Davis Contreras, Gladys Figueroa y Roberto Acosta.

La exposición cuenta con una museografía ejemplar y tiene un énfasis didáctico que valoramos en el empeño por enseñarnos esta gran historia.

expo: "La pasión del Grabado.

80 años del taller de Carlos Hermosilla".

sala: Palacio Rioja, Viña del Mar.

[Cultura Urbana]

Libro explora el lado 'no patrimonial' de Valparaíso

El guionista y escritor Christian Morales acaba de editar la tercera y última parte de su trilogía sobre algunos curiosos hitos del Puerto.
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Marcela Kupfer C. - La Estrella de Valparaíso

En la calle Buenos Aires 615, en el plan porteño, funciona el Kenp Boxing, un gimnasio dirigido por el maestro Raúl Inostroza, el único con ring y donde se puede practicar box como en el viejos tiempos, sin que usted sea un pugilista. En la avenida Matta, del cerro Los Placeres, dos caballeros de fierro soldado, con armadura y lanza en ristre, custodian la entrada de la casa de don Pedro Guerrero. Pesan 100 kilos cada uno y en el pecho llevan el emblema del Wanderers. Son "Los Guardianes de la Insignia". Agustín Jesús Apablaza, ex boxeador, se para por las calles porteñas con una pinta que recuerda a Elvis y un destartalado megáfono. Se dedica al perifoneo, o sea, a la publicidad ambulante. Recita mensajes de promoción para tiendas, espectáculos y hasta para los helados York.

Estos son algunos de los personajes e historias que Christian Morales recoge en su libro "Valparaíso no patrimonial 3", recientemente editado y que concluye una saga iniciada en 2011 junto al fallecido periodista Marco Herrera.

Tal como en los anteriores libros de la trilogía, este volumen se adentra, en un estilo ameno e irónico, en aquellas particularidades propias de Valparaíso que no aparecen en las guías turísticas pero que son muy propias de la ciudad. Algo así como un lado B, pero sin una connotación negativa; por el contrario, el libro pone de relieve aquellos aspectos de la ciudad que son excepcionales y que no están recogidos en ningún expediente patrimonial.

Así, desfilan por sus páginas casos como el de la plazuela San Luis del Cerro Alegre, un lugar que, pese a su nombre, no tiene árboles, juegos ni bancas y donde ni siquiera se puede estar, pues el punto donde conectan seis calles. De plaza o plazuela no tiene nada; "todo un despelote urbano", ironiza el libro.

También está el caldo de pata para levantar muertos del Mercado Cardonal ("no confundir con el causeo de pata", advierte el libro). "Hace 34 años que se prepara en la cocinería 'El Patito' utilizando la misma receta mantenida intacta desde hace más de un siglo. Se sirve en pequeños pocillos, de lo contrario se puede morir de sobredosis. Hay que consumirlo con rapidez; al enfriarse, se transforma en una masa gelatinosa y difícil de digerir", describe el texto.

Menciones apartes merecen la llegada de símbolos del consumo global, como un mall en avenida Argentina, "donde el comercio ambulante desafía todo lo constitucionalmente prohibido", y la cadena Starbucks en pleno Barrio Puerto, con una clientela mayoritariamente turística y "casi nada de porteños de cepa acostumbrados al jarro choquero y al pan batido". La estrafalaria efigie de una bala en el cerro Jiménez, el hotel Le Caché y su sugestivo pero equívoco nombre, el araucano y la casa decorada con tapas de autos en la calle Ferrari, son también parte de este recorrido por lo más curioso, bizarro y auténtico de la porteñidad. "Este tercer número está más orientado a lo que estuvo y lo que se fue, tiene el valor del testimonio porque hay cosas que ya no existen, por ejemplo, se murió el caballero que plastificaba en Pedro Montt, sacaron los cubos Tetris del ascensor Monjas, y la feria del cerro Alegre ya no funciona", señala Christian Morales, guionista y escritor. "Nuestra intención era mostrar básicamente que el patrimonio se compone por los lugares y la gente, no tiene que ver con el patrimonio institucionalmente instaurado", agrega el autor.

El libro se encuentra disponible en librerías Crisis y Qué Leo, de Valparaíso y Viña del Mar, y en galería de arte Bahía Utópica, en Cerro Alegre.