El camino a las 40 horas
La cantidad de horas de trabajo no asegura la calidad del mismo. Me pregunto ¿Le tememos a producir menos, entendiendo la lógica matemática de que a menor horario menor producción? Quizás el temor más inconsciente es a entregar oportunidades a las personas a ser más felices, con mayor libertad, seres humanos más empoderados, que tengan tiempo para el ocio, la creatividad o las fantasías.
Es muy complejo que las personas construyamos una sociedad feliz si no hay tiempo para disfrutar en familia, conocer a tu vecino, generar instancias de organización comunitaria. Pues es ahí donde podemos tener ganancias, que contribuirán en la disminución de patologías asociadas a salud mental, así como también a la disminución de accidentes laborales. Desde esta mirada, creo necesario ampliar el foco de percepción, centrándose en que a largo plazo traerá mayores recompensas que gastos.
Hace un tiempo atrás, Bután atrajo la atención internacional cuando el monarca describió su reino como "el país de la felicidad nacional bruta", después de que su pueblo se confesara en una encuesta como inmensamente feliz. Si replicáramos esta encuesta hoy en nuestro país, sería ingenuo pensar que un gran número se declararía feliz, si su día a día transcurre en el trabajo, con extensas jornadas laborales, que muchas veces no son tan productivas. Creo que como sociedad debemos poner énfasis en lo realmente importante, pues nos pasamos la vida esperando tener bienes para disfrutar e hipotecamos la felicidad, olvidándonos que ésta no es una meta y menos aún la adquisición de alguna cosa. Debemos romper el mito de que mientras más horas trabajamos, ganaremos más dinero y eso nos hará feliz, ya que esa ilusión conduce una sociedad agotada y frustrada que busca afuera algo que solo se puede obtener desde su interior.
RIvonne Maldonado
Académica Psicología
Universidad de Las Américas