La Estrella cumple 99 años y camina hacia el centenario
Desde su fundación, el 1 de enero de 1921, ha vivido numerosos cambios, pero se mantiene como el diario más leído de la región.
Una nota publicada en la página editorial de El Mercurio, el 11 de diciembre de 1920, bajo el título "Un nuevo diario", daba cuenta de lo que, días más tarde, se concretaría en el nacimiento de La Estrella de Valparaíso. "Desde el primero de enero", señalaba la editorial, "Valparaíso contará con un nuevo órgano de publicidad. La empresa El Mercurio ha resuelto refundir sus dos ediciones, la de la mañana y la de la tarde, en una sola, que aparecerá a la misma hora que lo hace la primera edición, de modo que el nuevo diario, editado por esta misma empresa periodística, vendrá a llenar el vacío que dejará El Mercurio de la tarde. La Estrella es este nuevo diario. Su nombre es irradiación, es luz, es un símbolo de esperanza. Nace con fulgores que alumbrarán su senda de prosperidad y de constante renovación y perfeccionamiento".
Este texto anunciaría el nacimiento de un nuevo diario en Valparaíso que hoy cumple nada menos que 99 años de saludable existencia, convertido en la publicación más leída en la región.
La primera edición de La Estrella apareció, en efecto, el 1 de enero de 1921, junto con el primer día del año. Un valioso testimonio de Carlos Alzola, jefe de Crónica y quien luego llegaría a ser director de nuestro diario, recordaba así el nacimiento del diario: "Durante la mañana del 1 de enero, no hicimos otra cosa que ir y venir entre las oficinas y los talleres, ansiosos de ver ya algunas de las páginas armadas para seguir el proceso de impresión hasta el instante en que la prensa rotativa lanzara los primeros ejemplares. Como las madres, cuando aguardan con incontenida emoción la llegada de su primogénito".
A las cuatro de la tarde de aquel día, los "canillitas" voceaban por primera vez La Estrella en las calles del Puerto, que no tardó mucho en agotarse.
Palabras iniciales
El primer número de La Estrella tenía 16 páginas, en un formato grande, similar al actual de El Mercurio de Santiago. Una bellísima ilustración de una mujer con aire mitológico, con una estrella en la frente y, de fondo, un horizonte donde se ve el año 1921, ilustraba la portada de aquella señera edición.
Bajo el título "palabras iniciales", Joaquín Lepeley, destacado periodista porteño, primer director de La Estrella y también director de El Mercurio, trazaba las directrices de lo que sería la nueva publicación: "Aspiramos a cimentar un diario donde resplandezca un bien entendido espíritu de modernidad, y donde junto a la noticia fresca que dicta la vida cotidiana, pueda encontrar el lector (cualquiera sea su condición), la nota amable de la crónica ligera o del comentario fundado".
Entre las noticias de aquel primer diario -que incluía una sección de noticias en inglés en la última página- figuraban una nota sobre las hazañas del destructor Uribe, el fracaso de una colecta para obsequiar camiones al cuerpo de policía y la construcción del Camino Plano Valparaíso-Viña. Tres editoriales hablaban sobre las candidaturas a las próximas elecciones parlamentarias, el consumo de alcohol entre los trabajadores y la dilación de la construcción del Estadio de Playa Ancha.
Los avisos ocupaban un importante espacio dentro del nuevo diario. Destacaban la famosa casa Ridell, ubicada en calle Esmeralda, dedicada a artículos para "damas, caballeros y niños"; la fábrica de cemento Melón; el célebre té Ratanpuro; y varios avisos de los nuevos automóviles que se abrían camino en el mercado nacional.
También había espacio para el servicio social y de utilidad para los lectores, que caracterizaría siempre a La Estrella. Un pequeño anuncio en la segunda página decía: "A las personas caritativas, se les ruega envíen ropa usada, de hombre, para vestir al desnudo, a Galería Condell 112 o Cerro Concepción, Papudo 38".
Para 1921, año en que nació La Estrella, circulaban en Chile… ¡270 revistas y 619 diarios y periódicos! Una nada despreciable cifra de 889 publicaciones, según un catastro elaborado por la Biblioteca Nacional el año anterior.
El segundo número de La Estrella, publicado el 3 de enero de 1921, llevaba en su portada una ilustración que compite en belleza y originalidad con la primera. A página completa, aparece una pareja ataviada al estilo de los años '20, paseando con un ejemplar del nuevo diario bajo el brazo. "Un nuevo amigo", dice el texto que la acompaña. El diseño fue obra de Arthur Pergellier, quien había participado en el concurso de afiches convocado por El Mercurio para buscar estrategias de publicidad para sus diversos medios. La obra de Pergellier gustó tanto al jurado que fue utilizada para el segundo número de La Estrella y de allí, probablemente, venga el estilo más publicitario de la ilustración.
Un primer cambio
Para 1922, La Estrella celebraba su primer aniversario con una foto en portada del personal del diario, reunido en "el pintoresco Palermo, el nuevo restaurante que, a orillas del mar y cerca del Membrillo, abrió ayer sus puertas". Vestidos elegantemente de sombrero, corbata y hasta bastón, aparecen en la foto "director, redactores y operarios" de aquel aún muy joven vespertino, un grupo reducido que iría creciendo en el tiempo y que, cómo no, incorporaría con el tiempo a numerosas mujeres en las distintas funciones del diario.
Para enero de aquel año, las principales noticias de La Estrella decían relación con la moderna flota de la marina mercante alemana, en especial a través de sus navieras Hamburgo y American Line, que pasaban con sus "modernos vapores" a través de nuestro Puerto; la compartida solicitud de un ferrocarril a la capital que pasara por Casablanca; los logros de la Liga Atlética de Valparaíso; y la sección de "Actualidad Obrera", con informaciones relativas a las numerosas asociaciones de trabajadores, mutuales y cooperativas existentes en aquella década. En la publicidad, resaltan los avisos de las maravillosas píldoras de Witt -capaces de curar todo tipo de dolencias-, la CCU, el Teatro Colón y la venta de pianos y autopianos.
Un cambio importante vino el 16 de febrero de 1925: ese día, La Estrella dejaba el tamaño "standard" -el clásico formato "sábana" que caracterizaba a los medios de referencia- y adoptaba el "tabloide", más cercano y popular y que mantiene hasta hoy. La primera portada del nuevo tamaño llevaba una foto a toda página de la actriz polaca Pola Negri, una de las grandes divas del cine mudo.
"El diario del Puerto"
Algunas innovaciones ya eran visibles para el primer decenio de vida de La Estrella, en enero de 1931. Por ejemplo, la inclusión del color, un recurso escaso para la gráfica del momento. La portada del 2 de enero de aquel año parece con llamativas letras rojas (la impresión solo admitía un color además del negro y solo para las letras) y además el logo original, con las características estrellas a cada lado, había cambiado a uno mucho más sobrio, con una letra de estilo mecanografiado. El precio de tapa era entonces de 20 centavos.
El diseño interior también había cambiado significativamente en este primer decenio. Las páginas en inglés ya habían desaparecido y las noticias eran dispuestas con titulares muy grandes, en distintas fuente y formatos, más cercano a los tabloides americanos de entonces.
En las noticias, destacaban los comentarios hípicos y de wáter polo -dos deportes que, por aquellos años, brillaban más que el fútbol-, la inauguración de la sociedad benéfica La Gota de Leche en Quilpué y la inauguración del camino Viña-Concón, así como el aniversario de la conspicua Sociedad de Señoras del Cerro Alegre. La editorial del diario daba cuenta de la inauguración del Casino de Viña del Mar, al que describía como "un magnífico y soberbio edificio".
Un nuevo logo estaba en vigencia para los veinte años de La Estrella, uno que se extendería -con modificaciones- por algunas décadas. Este nuevo logo daba cuenta de forma mucho más fehaciente de la relación entre La Estrella y la ciudad puerto que la vio nacer. Detrás del título del diario, escrito con letras gruesas, aparecía un dibujo de los cerros, el mar y la actividad en la bahía, y se le agregaba la bajada "el diario del Puerto". ¿El precio? 60 centavos.
Las informaciones sobre la Segunda Guerra Mundial copaban la primera plana. En el interior, aparecían noticias sobre la Asociación de Básquetbol de Valparaíso -otro de los deportes estrella en la primera mitad del siglo XX- y algunas notas curiosas, como la del micrero que "por ganarse la chaucha" (o veinte centavos, que era el precio del pasaje de la locomoción colectiva) había atropellado a un peatón. En la publicidad, los cigarrillos Popular (preferidos "por el obrero, el empleado y el patrón") destacaban por sobre la competencia.
Una editorial firmada por el columnista Justiniano hablaba de los veinte años de La Estrella, "el vespertino del puerto, que huele a tradición marinera y que se identifica en las tardes con el movimiento y agitación de la ciudad", saludando a su "incansable director" Joaquín Lepeley y a quienes componían el equipo del diario: "El lector, que no tiene más tarea que recibir del canillita el volumen que lo mantiene al tanto de los hechos que se registran cada veinticuatro horas, está ajeno a la tarea que desempeña el periodista, el lineógrafo, el compaginador y la empresa. Un perfecto equilibro entre los que tienen a su cargo la confección de la noticia y los que están obligados a entregarla a la calle con la tinta fresca de la imprenta, solo permite triunfar".
Lo curioso y pintoresco
Para enero de 1951, en su 30° aniversario, una noticia en la portada de La Estrella proyectaba que, para el año 2000, Chile tendría 10 millones de habitantes. Entonces, éramos apenas unos 5 millones 800 mil, según la Dirección General de Estadísticas. Una nota de opinión afirmaba que Valparaíso era "una ciudad en decadencia", en referencia a los problemas endémicos que, décadas después, aún sigue enfrentado nuestro Puerto.
En el auge de la bohemia, sin embargo, los locales nocturnos del Barrio Puerto copaban las páginas de publicidad anunciando sus espectáculos. La Nave, de calle Serrano, y el Roland Bar, "establecido en 1897", eran los más solicitados.
Y en las páginas de entretención, junto con los chistes y los crucigramas, una sección que durante décadas se convertiría en la favorita de los lectores de La Estrella ya había hecho su aparición: "Lo curioso y pintoresco", un simpático anecdotario de datos y sucesos, acompañado de una ilustración, que se transformaría en un clásico del diario.
La edición de los 30 años de La Estrella apareció repleta de avisos de saludos al diario de las principales empresas locales, compañías navieras y del comercio, que por aquellas décadas vivían una saludable temporada, con Valparaíso aún siendo el puerto principal del país y con una bullente actividad.
En su editorial, La Estrella hacía una reflexión profunda respecto de los últimos treinta años que habían sacudido al mundo. Recordemos que el diario nació en 1921, apenas terminada la Primera Guerra Mundial, "en medio del optimismo de aquellos días en que la humanidad, liberada de la pesadilla", confiaba en un porvenir más seguro. Pero la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, terminada hacía apenas unos años, había conmocionado nuevamente a la humanidad y hundido al planeta en una hostil Guerra Fría, que se veía reflejada en el acontecer global: "Quiera la Divina Providencia liberara los hombres de otra dolorosa prueba, aventurada en esas nubes de odio y rencor que en este día de Año Nuevo se ciernen agoreras en el horizonte".
Magazine del Puerto
En 1961, para el 40° aniversario de La Estrella, el primer saludo llegó desde Nueva York, según señalaba una noticia publicada en el vespertino, cuyo lema era entonces "un diario magazine del Puerto". "Con motivo de haber cumplido 40 años de existencia, La Estrella ha recibido numerosos saludos y visitas para congratular al diario en la fausta fecha del periodismo porteño y nacional. El primer saludo, sin embargo, llegó desde Nueva York, en un cablegrama cuyo texto es el siguiente: 'Francisco Le Dantec.- La Estrella.- Valparaíso. Saludos cordiales en la feliz ocasión del 40º aniversario.- Stanley Swinton, Director Servicios Mundiales de la Associated Press". El periodista y director de la revista cinematográfica Cine Gaceta, Augusto Pérez Órdenes, en tanto, hizo llegar al diario un mensaje que fue replicado en sus páginas y decía: "Para un porteño, el quedarse sin leer cada tarde La Estrella es algo tan desagradable como para un típico inglés privarse de tomar su five o'clock tea".
La editorial de aquel 2 de enero de 1961 graficaba en palabras sencillas el sentimiento que inspiraba a La Estrella en aquel entonces y que conserva hasta nuestros días: "Ni colocándose en una torre inalcanzable de cristal, ni dejándose arrastrar por las mareas no siempre exactas de las multitudes, no siempre justas ni cabales en sus apreciaciones, al decir de los filósofos, La Estrella ha encontrado la razón de sí en el calor humano, en lo que emana del ser antes que en la relación de la fría noticia impersonal".
Lukas y Nostradamus
Para 1971, La Estrella celebraba su medio siglo de vida y un nuevo logo lucía en su portada, sobre un fondo celeste con letras blancas, ahora sin eslogan. El humor de Lukas, Renzo Pecchenino, ya era parte de las páginas de humor del diario. Las noticias portuarias marcaban la pauta, así como la inminente visita del Presidente Salvador Allende a Valparaíso, que se realizaría los primeros días de enero de aquel año.
Los cines de Valparaíso y Viña vivían su época dorada por aquellos días y los avisos de películas con las estrellas de Hollywood del momento, así como de filmes mexicanos y argentinos, copaban las páginas de La Estrella. El Premiere, el Imperio, El Pacífico, el Colón, el Brasilia, el Victoria, El Olimpo, el Real, el Rialto y el Condell eran los más populares.
El escritor Claudio Solar, que más tarde se haría conocido por su "alter ego" del Profesor Nostradamus, era uno de los columnistas de La Estrella, con su sección "El barómetro de los libros", que en aquella edición del 2 de enero de 1971 dedicaba al gran escritor porteño Salvador Reyes, autor de "Mónica Sanders" y "Valparaíso puerto de nostalgia".
La edición del 60° aniversario, en 1981, incluía un especial con los mejores chistes de Lukas. En las noticias, Wanderers (y la partida de Juan Carlos Letelier al Audax Italiano) era el tema principal de deportes, junto con las notas del boxeo que daba sus postreras peleas por sobrevivir en el ring profesional.
En 1991, para los 70 años, La Estrella elegía como personaje del año al entonces intendente regional Juan Andueza. Dos secciones del diario ya se habían convertido en clásicos: la "Fotofónica" y el "Sam Kudo", del querido dibujante Rubén Bastidas. El Profesor Nostradamus era un imperdible de La Estrella, con tres secciones: el "Test del árbol", el horóscopo y el "¿Qué hago, profesor?", con sus incomparables consejos sentimentales para los lectores que se comunicaban con él a través de cartas.
Y en las columnas, destacaba otro inolvidable: Tizio, alias de Leopoldo Tassara, un destacado y recordado periodista porteño, nacido en el seno de una familia de inmigrantes italianos, quien se desempeñaría por medio siglo en los diarios La Estrella y El Mercurio de Valparaíso, de los cuales llegó a ser director. Sus columnas, teñidas de amenidad, poesía y una aguda pluma, se publicarían en La Estrella hasta 1993, año de su fallecimiento.
La edición del 2 de enero de 2001, ya en el nuevo siglo, encontraría a La Estrella cumpliendo sus 80 años con una edición de lujo, donde se daba cuenta de toda la trayectoria del diario y en la que algunas de sus más destacadas plumas, como la cronista y escritora Sara Vial y el crítico de arte Carlos Lastarria, aportaban a dar contexto a este nuevo aniversario. Eso sí, la tragedia que acompaña a Valparaíso no podía estar ausente de la pauta informativa, pues un nuevo incendio, ocurrido el día de Año nuevo, había arrasado con unas 50 propiedades en el sector de avenida Francia.
Los 90 años de La Estrella, en 2011, encontraron al diario en nueva etapa. Desde hacía cinco años, el clásico vespertino del Puerto había experimentado uno de sus cambios más radicales, al dejar de circular por las tardes y convertirse en un matutino. Y aunque muchos siguieron leyendo La Estrella en la hora de once, nuestros fieles lectores pronto cambiaron sus hábitos para conocer las noticias de la región a primera hora de la mañana. Los avances tecnológicos, como la consolidación del papel digital, las redes sociales y la reciente apertura del portal de noticias SoyValparaiso, destacaban como las proyecciones de futuro para una prensa sujeta a vertiginosos cambios a contar del nuevo milenio.
Hoy La Estrella celebra sus 99 años ininterrumpidos de vida y comienza a avanzar a paso firme hacia su centenario.