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Dejando

Francisca Cabrera puso una pausa en su carrera mientras lleva sus conocimientos a las nuevas generaciones.
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Luego de llevar una vida ligada al patinaje artístico, Francisca Cabrera decidió ponerle una pausa a la alta competencia. A sus 33 años, la deportista toma distancia de la actividad dejando un legado en el patinaje artístico donde hoy, decide crear un semillero para las nuevas generaciones que podrán seguir el camino que ella abrió para todos los que decidan seguir el deporte sobre ruedas.

"Decidí ponerle stop a la alta competencia porque me siento realizada con los resultados que he obtenido, es mucho más de lo que pude soñar cuando era niña, creo que se dio la posibilidad de ir abriendo camino a lo más alto, sobretodo en el patinaje artístico que estaba súper poco desarrollado cuando empecé a practicarlo", comenta la patinadora.

Y es que en la carrera de la santiaguina, la región de Valparaíso guarda un recuerdo especial. La primera vez que patinó lo hizo a los cuatro años en Algarrobo. "Fue en un paseo familiar, mis tíos decidieron pasar a un lugar que arrendaban patines y quedé enamorada de esa sensación de volar y libertad. Fue una experiencia mágica que me cautivó y quise seguir, me costó harto que me regalaran patines porque mi mamá era súper aprensiva pero los logré obtener como tres años después, quedé encantada con la sensación de patinar", complementa a su relato, advirtiendo que las vueltas de la vida la llevaron a volver a la zona pero en otro punto y rol.

Abriendo camino

Las aprensiones de la madre de Francisca venían de la mano con un desconocimiento de la disciplina. En aquellos años el patinaje no era masivo e incluso, parecía algo más desconocido, sus acercamientos a las ruedas no fueron de la nada, pues la gimnasia artística, el teatro y otras actividades que potenciaban su creatividad ya estaban en su carrera. "Ha sido un avance importante que a mi generación le ha costado sangre, sudor y lágrimas. Con los Juegos Panamericanos que era el único evento que me faltaba por vivir, porque había logrado ir a la Olimpiada de Deporte No Olímpico y había estado varias veces en los Odesur, he decidido hacer un stop", comenta la patinadora, a propósito del cuarto lugar que alcanzó en Lima 2019, hito que cerró la lista de competencias pendientes en su carrera.

No obstante, no todo fue color de rosas en su carrera, sino que todo lo contrario, pero Francisca supo pararse frente al mundo del patinaje artístico, donde ni siquiera su edad le puso freno a avanzar en ella. "A los 9 años fue mi primera competencia, después fui al nacional mini infantil y luego, hasta los 12 años hice solo torneos a nivel nacional, gané prácticamente todos los nacionales, fui escalando categorías hasta que se dio el primer año en que podía llegar a aspirar un mundial junior. El problema era que nadie lo hacía con 12 años, aún así me hicieron competir con las Junior, gané el torneo y de ahí me mandaron a los 13 años a Springfield, Estados Unidos", dice Francisca, dando las señales de lo que desde ahí, sería una carrera con diez mundiales en su cuerpo y una carrera sin antecedentes en nuestro país. "Pasé de estar en la posición 30 o 40 a meterme entre los 10 primeros del mundo", complementa.

La patinadora es consciente de su rol, por ello, hace la relación entre su experiencia y la ventana que abre a las deportistas jóvenes, señalando que "indiscutiblemente en mi caso y el de José Luis Díaz, que es el máximo exponente en varones, abrimos mucho camino porque hemos hecho lazos con los países potencia, empezamos a investigar junto a los técnicos para ir perfeccionándonos e ir viendo como son las escuelas en los países que son potencia que es lo que tratamos de implementar hoy en Chile".

El semillero

Una vez retirada de la pistas, la deportista repasa su vida sobre ruedas, pero también determina su legado en los distintos aspectos deportivos, aclarando que "me gustaría dejar la lección que nada es imposible siempre que se trabaje con pasión, amor, voluntad y coraje, así las cosas se pueden lograr, generar los mecanismo e incluso encontrar las herramientas donde parece no haber oportunidades para lograr los objetivos que uno se proponga. Por otro lado, a nivel técnico me dedico a hacer clases, me dedico en un 100% a mis alumnas que por más que alguna piense que no está en condiciones, cada una a su ritmo puede explotar su capacidad en un 100%. Desde el otro lado de la pista quiero entregar la experiencia como patinadora más la posibilidad de creer en los sueños de los deportistas e ir a la par buscando las posibilidades de realizarlo, eso lo veo como el mayor legado".

Hoy no todo es consejo, también es dirección. Francisca arma su día a día en base a las clases que imparte en tres puntos del país, uno de ellos en la comuna de Calle Larga, relatando como llegó a su rol. "Estaba buscando profesor, fui a ver lo que querían y al ver que en las regiones no hay tantas de recreación me motivé. Vi a 40 niñas que estaban ansiosas de que yo le diera clases y realmente esa es la particularidad por la que he seguido cinco años en esto, que pase lo que pase ellas estarán iluminadas cuando están arriba de los patines, lo que te recuerda porque uno patina realmente".


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el patinaje

Sofía Navarro Martínez

deportes@estrellavalpo.cl