Precariedad laboral afecta a mujeres migrantes de Valparaíso
Extranjera que reside en la ciudad Puerto asegura que son discriminadas por su raza y género, lo cual dificulta el acceso a mejores empleos. Investigador señala que empleadores se aprovechan de su situación y abusan.
Francisca Avsolomovich - La Estrella de Valparaíso
"De profesión soy Licenciada en Ciencias Políticas. Trabajo de manera freelance y en las tardes soy garzona. Me autoexilié en Chile porque la violencia estatal es tan dura para las mujeres en mi país que hace difícil el sostenimiento de la vida misma", relató Jennifer Piña, de 27 años, quien dejó Venezuela para radicarse en la ciudad Puerto el 2016.
Jennifer cruzó las fronteras en búsqueda de una mejor calidad de vida y con expectativas que debieron adaptarse a la realidad local. "Los primeros días fueron muy difíciles. Mi familia todavía está allá y no los veo hace cuatro años", confesó.
Agregó que cuando llegó a Chile tuvo dos trabajos. "Uno de ellos era en un packing de tomates, donde entraba a las 8.00 am y no sabía la hora de salida. Tenía jornadas laborales de 12 hasta 16 horas, eso es exclavitud moderna", señaló la joven venezolana.
Idiosincrasia
Históricamente, Valparaíso se ha caracterizado por ser una ciudad permeada por los flujos migratorios.
El Arco Británico, el clásico Cinzano, las casas victorianas de Cerro Alegre e incluso establecimientos educacionales son algunos de los legados que italianos, ingleses y alemanes dejaron en su paso por la ciudad durante los siglos XIX y XX.
Juan Pablo de la Hoz, escritor del libro, "También soy Chile: entre los sueños y la realidad", donde rescató distintas vivencias de extranjeros viviendo en el país, señaló que durante esos años, "en el contexto político y social existían concepciones de que todo lo proveniente de Europa era más maravilloso y las élites creían que de esta manera, podían fortalecer al Estado-Nación y la identidad cultural".
De igual manera, hizo referencia a la idiosincrasia de la sociedad chilena, donde "existe el prejuicio que por ser de un color de piel distinto no son buenos para el trabajo, para pensar o tomar decisiones. Son menoscavados".
Cifras
Actualmente, Valparaíso es la tercera región que más concentra población migrante en el país.
Según cifras arrojadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), se trata del 6,4% de la población total de extranjeros en el país. A pesar de que en años anteriores existía una feminización en los procesos migratorios, hoy la situación cambió.
Hasta la fecha, hay 763 mil hombres versus 728 mil mujeres a nivel nacional. Asimismo, según el INE y el DEM, son personas provenientes, en primer lugar, de Venezuela, seguido de Perú, Haití y Colombia.
Vulneradas
A pesar de que hayan más hombres que mujeres extranjeras residiendo en Chile, eso no deja de lado la violencia doméstica, la discriminación racial y de género, el acoso callejero y la precarización laboral en las que las mujeres migrantes se ven envueltas día a día.
Así lo confirmó Jennifer Piña, quien pertenece a la Brigada de Mujeres Migrantes originada en Valparaíso. Allí tejen redes de apoyo y de contención para mujeres que se encuentran en la misma situación y no cuentan con facilidades al asentarse en el Puerto.
Por lo que Jennifer ha vivido en su vida personal y también a través de los relatos de las mujeres de la Brigada, declaró que la mujer migrante es más vulnerada en sus derechos y más propensa a la precarización laboral, ya que existe hay una discriminación sistemática y una fuerte estereotipación de las mujeres afrodescendientes y centroamericanas, lo cual vuelve más difícil tener la oportunidad de acceder a mejores empleos.
"Es una forma de dominación y domesticación de esas otros/as/es corporalidades que no son nacionales", aseguró Jennifer.
Lo anterior, tiene directa relación con la precarización laboral de las que son víctimas.
Al respecto el escritor, Juan Pablo de la Hoz, quien investigó sobre el tema para la publicación de su libro, explicó que "en lo laboral llegan a empleos precarios para poder mantenerse a ellas y a sus familias. Se dedican al área de los servicios, ya sea de manera legal o ilegal, así como a la venta informal de productos, como lo es el comercio ambulante".
Agregó, por lo demás, que "hay muchos empleadores que se aprovechan de eso, les pagan por debajo del sueldo mínimo y cuando se les da la gana. Además, trabajan sin seguros y no cuentan con previsión social"
Representación
En cuanto al proceso constituyente que se avecina, Jennifer señaló que ella aún no puede ejercer su derecho a voto, pues no se le ha otorgado la nacionalidad chilena, a pesar de que se encuentra en trámite para ello hace dos años, sin embargo, "la burocracia demora las cosas", expresó.
Cree, además, que aunque pudiese votar en el próximo plebiscito del 26 de abril, "nada garantiza que haya una cuota mínima de representación del pueblo y las mujeres migrantes en el país".
Aseguró, por su parte, que siempre que sucede una nueva contingencia en el país, como el 18-O y el movimiento feminista, la lucha por las temáticas de migración pasan a un segundo plano.
Mientras en el país la ola feminista se organiza para avanzar en igualdad de género y derechos, las mujeres migrantes aún no son visibilizadas en su totalidad.
Es por esto que Jennifer se identifica con el feminismo antirracista y cree que el movimiento debiese optar por una mirada interseccional.
"Hay muchos empleadores que se aprovechan de eso, les pagan por debajo del sueldo mínimo y cuando se les da la gana. Además trabajan sin seguros ni cuentan con previsión social"
Juan Pablo de la Hoz