El limbo de vivir del arbitraje
Una de las profesiones que está sufriendo el golpe del coronavirus es el arbitraje amateur, donde los jueces reciben dinero por partido dirigido. En el cronómetro, los torneos no han sumado minutos este año.
No es novedad que el COVID-19 golpeó a todos de diferetes formas. Las rutinas, el encierro y las postergaciones de eventos deportivos son algunos de los coletazos que ha dejado la pandemia. Si de golpear fuerte se trata, el arbitraje amateur es uno de los que saca la peor parte, pese a que pareciera ser una disciplina un tanto silenciosa hoy sufre al no registrar ni un minuto de juego este año y con ello, no sumar ni una ganancia para quienes se encargan de impartir la justicia en la cancha, pues el "partido jugado, partido pagado" es la metodología que se trabaja para luego sacar cuentas.
Stephanie Álvarez es una de las árbitras presentes en la zona, la contingencia la tiene alejada de los pastos e ingresos. Antes de detenerse el deporte rey, su rutina semanal estaba armada con cuatro partidos, tres en Concón y los fines de semana en Catemu. "Hoy no tengo ingreso. Soy una de la más afectada porque me dedicaba 100% a esto", comenta la también profesora de Educación Física.
La carrera de Stephanie está marcada por diversos hitos. Con diez años en las canchas, entró a la historia como la primera mujer árbitra en el fútbol amateur local, previo a ello, su acercamiento con la actividad fue del otro lado de la cancha, como jugadora.
"Estudié Educación Física en la Universidad Andrés Bello donde jugué fútbol cerca de ocho años. Empecé ahí, tenía habilidades y el profe me llevó a Wanderers, me probé y quedé. Después me compró Everton, estuve tres años y entremedio hice el curso de arbitraje solo porque quería estudiar, como me gustaba el fútbol pensé en darme esa oportunidad. En mi primera prueba con una Sub-12 me gustó y dije ''tengo dedos pal piano'", así que empecé", relata la oriunda de Talcahuano.
Pero no fue del todo fácil el camino, el pasar de jugadora a juez requiere un cambio de chip completo, aunque confiesa que la decisión fue algo prácticamente natural dada las condiciones de la rama femenina del oro y cielo, según dice "entrenaba todos los días, después el fin de semana salíamos a jugar, había que quedarse en hoteles y el femenino no es remunerado, es más bien un hobbie. Después te das cuenta que es desgastante".
Rompiendo barreras
Pero las diferencias de género no solo se reflejan en las condiciones de un camarín, también en la cancha y graderías.
Según Stephanie, el arbitrar en Catemu los fines de semana muchas veces es complejo y el machismo es algo que se siente. "Me han gritado cosas, los jugadores han sido uno o dos casos que recuerde, pero de la galería me han dicho "anda a lavar la loza" o me cuestionan cuanto sé y cosas aquí. Una tiene que estar concentrada en el campo de juego, ahora si un jugador lo grita, eso es tarjeta roja y para afuera. Hay que tener mucha psicología para enfrentar estos partidos".
¿Y la ANFP?
Aunque ahora la rutina cambió de arbitrar a entrenar para no perder el ritmo y estudiar las bases del torneo, los planes de la exfutbolera tienen fecha de vencimiento.
En la sinceridad dice que no se ve arbitrando en un plazo largo y descarta la opción de migrar a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, confesando que es algo que ya descartó en su momento. "Ellos no tienen contrato de trabajo en los árbitros. Tengo una conocida que se desempeña ahí, se cortó el ligamento y no le pagaron nada, estuvo un año parada y sin sueldo. ¿Quién te avala en la ANFP? ahora tienen contrato por un año y no sé que se cubre, yo lo descarté ya", dice Estephanie, profundizando en las labores que quedan para equiparar la cancha. "En Colo Colo recién contrataron este año a sus jugadoras, ¿qué pasa con los demás equipos? Es difícil pero ojalá se arregle la situación", cerró en sus palabras.
Sofía Navarro Martínez
La Estrella de Valparaíso