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"La nueva normalidad es para después de la emergencia; en este momento, no"

La emergencióloga Teresa Desenzani está a cargo de la coordinación del Samu. Siente que la población no ha tomado real conciencia de la peligrosidad del coronavirus y afirma que bajar la guardia ahora, puede ser un gran error.
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El concepto de "primera línea", ampliamente utilizado desde el 18 de octubre del año pasado, ha adquirido un nuevo sentido a partir de la rápida expansión del COVID-19. La denominación apela ahora a los profesionales de la salud de la más diversa formación quienes, desde distintas instancias, atienden a los millones de pacientes afectados por la pandemia alrededor del mundo.

Teresa Desenzani es una de ellos. Parte del equipo de jefatura de Regulación Médica del Macrocentro Samu, la profesional, egresada de la Universidad de Chile, actualmente se especializa en Emergenciología.

Y no, las crisis no son algo nuevo para ella. Estuvo tres años trabajando en el Hospital Hanga Roa, donde fue la encargada de desastres y epidemiología que debió enfrentar el brote de dengue. En esa oportunidad se capacitó ni más ni menos que en el Amazonas. También participó activamente en la emergencia sanitaria de Quintero y Puchuncaví. Un extenso currículum para enfrentar "uno de los desafíos más grandes que voy a tener a lo largo de mi vida". Pues si bien su formación y experiencia previa han sido de inmensa utilidad, lo cierto es que hoy "estamos ante algo sumamente desconocido", dice.

Administrando las emergencias

Hasta antes de su designación, Desenzani se desempeñaba en la urgencia del hospital Gustavo Fricke desde donde, dadas las nuevas circunstancias, la trasladaron al Samu. Su labor hoy es articular la atención de emergencia dentro del Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota.

Se trata de once hospitales; de ellos, solo tres son de mayor complejidad. La tarea no es menor, pues hay que ir buscar, estabilizar y trasladar a los pacientes de toda la zona hacia los establecimientos que sí puedan dar respuesta a sus patologías.

Reconoce que "la habilidad del multitasking que tenemos las mujeres, ayuda un montón", pues entrega una visión general de la situación en momentos determinantes. "El departamento de emergencia y desastre está haciendo una gran labor", afirma, porque a la atención de las urgencias respiratorias de coronavirus se suman las urgencias normales, a las que también se debe dar atención prioritaria.

"Tenemos el catastro de todas las camas críticas, si existe un paciente que lo requiere, podemos destinarlo a una cama UCI, tanto pública como privada".

-Camas que eventualmente podrían no ser suficientes. ¿Teme que, llegado un punto y como ha sucedido en países europeos, deba elegir a quién salvar?

-Sí, por supuesto. La verdad que es una decisión a la cual uno ojalá no se tenga que enfrentar. Pero también hay que tener en cuenta que dentro de la medicina hay principios éticos como poder darle la oportunidad al que tiene más posibilidades de salvarse. Se han llevado discusiones, foros y videoconferencias con expertos desde que partió esto. Existen múltiples factores y obviamente creo que a todos los médicos nos da miedo, pero en el momento se tiene que tomar una decisión y para eso hay que formarse con una base ética sólida que impida colapsar ante la situación.

-¿Qué le parecen los llamados a esta suerte de "nueva normalidad"? Apertura de malls, vuelta al trabajo, retorno a las clases…

-Estamos en una fase muy precoz: la gente aún no toma conciencia de que este virus es extremadamente contagioso, que puede que personas muy jóvenes pierdan la vida, que se esparce muy rápido… Esta nueva normalidad, honestamente, es para cuando ya hayamos superado la crisis, pero en este momento no estamos en un estado de normalidad, estamos en un estado de preparación, en un estado de alerta. Y el estado de alerta, en mi opinión, debería ir de la mano de una educación muy fuerte, de autocuidado, y de saber también que hay edades de riesgo.

Más allá de las complicaciones que pueden experimentar los grupos etarios más avanzados, la profesional hace un llamado a considerar el rol que muchos pacientes asintomáticos pueden ejercer durante la pandemia: "Los más pequeños son los principales vectores, porque están contagiados y no tienen absolutamente ningún síntoma".

En ese sentido, su postura respecto a un eventual regreso a las aulas es categórica: "Son niños. ¿Cómo van a respetar el mantenerse a más de un metro, el lavarse las manos después de tocar cada cosa? Es muy difícil que lo cumplan. Ellos después vuelven a la casa y están con los abuelos, con los papás… Entonces, este concepto de 'nueva normalidad' podría aplicar, pero después de la emergencia; en este momento, no".

Desenzani dice que este tiempo es una oportunidad para no bajar la guardia y aplanar efectivamente la curva de contagios: "Tenemos que coordinarnos, y eso es en el fondo lo que todos los médicos del país estamos haciendo".

"La gente aún no toma conciencia de que este virus es extremadamente contagioso, que se esparce muy rápido".