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Denuncian irregularidades tras muerte y diagnóstico por COVID de wanderino

Familia de don Gilberto Olea, socio del Decano hace 70 años, no pudo darle sepultura como hubiera querido.
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Matias Valenzuela

Una porteña cuenta el dolor de despedir a un familiar en un funeral ajustado a los protocolos por COVID-19, y lo peor de todo, es que el fallecido habría sido erróneamente diagnosticado.

Don Gilberto Olea, de 87 años, fue internado a finales de abril en el Hospital Naval. Su hija Paula dice que fue una recaída de una neumonía anterior.

La joven cuenta que como su padre tenía síntomas respiratorios fue tratado como paciente sospechoso de coronavirus. Describe que durante seis días no pudieron tener ningún contacto con él.

"Sabíamos que estaba grave, pero nuestra preocupación era poder estar con él, acompañarlo, darle amor", comenta Paula, quien agrega que como familia nunca estuvieron convecinos de que portara el virus.

Ante el avance de los días, perdían la calma. Paula empezó a averiguar por las suyas, de forma extraoficial, sobre el resultado del test. En una primera instancia le dijeron que era negativo, y otra persona le dijo que era positivo. No era información oficial.

Posteriormente, la notifican formalmente que su padre era paciente negativo, y que lo iban a trasladar a una sala en la cual podría recibir visitas.

"Pasamos una hora y algo, mi hija podía verlo de lejos. Hicimos videollamadas con mis hermanos y mi mamá... mi papá lloraba de felicidad. Él pensaba que lo habían abandonado, que no lo queríamos ver. Dijo 'Yo me quería morir porque ustedes no venían', pero ahora estaba muy feliz", cuenta Paula.

¿positivo?

Paula relata que en medio de esa visita, un enfermero la apartó para informarle que había un error, y que su padre era positivo de coronavirus, por lo que había que reingresarlo a la sala para pacientes respiratorios.

Ante tantas idas y vueltas, el 6 de mayo, como familia solicitaron formalmente que se repitiera el examen para esclarecer el diagnóstico. Al día siguiente recibe una llamada del hospital, donde le informaban que su padre había fallecido.

Paula cuenta que esta etapa es la más dolorosa. Antes de retirar el cuerpo, solo dos personas pueden verlo por última vez. Ella le cedió el momento a su hija y madre. Después, no se permitió el acceso.

"Me quedé esperando, cerca de los ascensores, y salió en una bolsita, una bolsa como de traje. Nadie podía acercarse porque era COVID-19. Hasta ahí él todavía era positivo", dice Paula, y añade: "Yo lo quería vestir como se hace antes de ponerlo en la urna, me dicen que no se puede vestir, que esas son las reglas, que en el fondo nadie puede acercarse. Se tuvo que ir con la pura camisa de hospital, y mi hija le había llevado la bandera del Wanderers para que se la pusieran".

Explica que el funeral es impersonal, incómodo y triste: "Lo sacan con estos trajes como de astronauta, con solo dos personas que pudimos verlo desde otra área. El resto estaban todos los sobrinos nietos y hermanas, todos esperando. Todo de lejitos, nadie podía acercarse ni al cajón. Estos niños de la funeraria lo sacaron desde ese como refrigerador, lo aislaron, lo alusaron, todo fue muy hermético. De ahí nos fuimos al Parque del Mar. En el cementerio nos estaban esperando siete astronautas más, esperan para bajarlo de la carroza y meterlo a las cámaras de refrigeración, todos tapados hasta el último pelo. Había una sensación de que estabas entregando un bichito. Es terrible, doloroso, muy doloroso, porque todo es muy frío, ni siquiera puedes hacerle una ceremonia, nada", expresa.

Cuando todo ya era muy duro, ocurre algo insólito. Paula recibe el resultado de ese segundo examen que solicitaron, el cual arrojó negativo; por tanto, todas las restricciones que la familia tuvo que soportar durante la hospitalización y posterior muerte del porteño, fueron en vano.

"Si hubiese salido este resultado antes de que él falleciera, no lo hubiesen aislado, por ende, habría recibido visitas, lo hubiéramos podido ver, mi hermana que iba a viajar lo hubiese podido ver, pero a él se lo llevaron antes. Mi papá se hubiera ido digno, en una urna, no en una bolsa", se lamenta la mujer.

Hospital

Solicitamos versión al Hospital Naval, y señalaron que no están autorizados a entregar información, amparados en la Ley del Paciente.

Municipio de Villa Alemana activa línea de atención sicológica

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Tras implementar el número gratuito de la línea 800, para que los habitantes de Villa Alemana puedan comunicarse con los departamentos municipales, ahora la plataforma suma el primer Centro de Atención Psicológica mediante línea telefónica.

La iniciativa tiene por objeto atender llamadas de personas que están necesitando apoyo sicológico en momentos de crisis.

El alcalde José Sabat explicó que "hoy nos encontramos con diversas necesidades y una de ellas es el manejo del estrés frente a conflictos que genera este distanciamiento físico que la autoridad aconseja y, sobre todo, casos de violencia de género que se puedan estar suscitando".

"Por ello dispusimos del nueve sicólogos pertenecientes a la Dirección de Desarrollo Comunitario para que se pongan a disposición de la población que requiera de una orientación para controlar crisis emocionales", añadió el alcalde Sabat.

Atención 24/7

Quienes requieran de este servicio, podrán llamar a la línea 800 4000 50 y marcar la opción 5. La línea telefónica atenderá las 24 horas, todos los días de la semana, orientando y apoyando a personas.

La encargada de Organizaciones Comunitarias, María Ester Munier, señaló que la orientación sicológica apunta a que la persona supere un estado de trastorno.