Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Tiempo Libre
  • Estrellas

Mascarillas de porteño son vendidas en 20 países

El emprendimiento de Óscar Silva es mundialmente reconocido por sus certificaciones de cobre antibacterial pero, paradójicamente, dice que en Valpo casi nadie lo conoce.
E-mail Compartir

Cinthia Matus O.

"Por favor, véndame un millón de sus mascarillas", le dijo, llorando, el embajador de un país asiático.

"Disculpe, pero no puedo hacer eso. Le puedo vender a lo más 10 mil unidades, no más que eso", le respondió Óscar Silva, dueño de "CoureTex", el emprendimiento de mascarillas de cobre antibacterial, que ha tenido reconocimiento mundial.

"Por favor, haga una excepción, la gente de mi país realmente lo necesita", insistió el embajador, pero no hubo caso. La producción no alcanzaba para tanto.

El porteño de 71 años, recuerda esta anécdota como si hubiera sido ayer. Si bien prefiere mantener en reserva el nombre y el país de la autoridad que derramó lágrimas en su escritorio, dice que ese instante marcó un antes y un después en su fábrica.

¿La razón? Hasta entonces solo producía al por mayor vestuario militar y otros productos como esponjas, delantales, sacos de dormir y ropa de bebé, pero las mascarillas -o cubrebocas como él prefiere llamarle- eran prácticamente un extra de su negocio.

De Valpo al mundo

"La pandemia me pilló volando bajo y no le pude cumplir (al embajador). Me sentí mal, porque ahora, aunque ese país superó la crisis, no puedo decir que fue por mis cubrebocas. Pero desde ese día aumentaron las ventas y tuvimos que empezar a enfocarnos en esa producción", manifiesta, desde su fábrica, ubicada en la calle Malfati del cerro Placeres de Valparaíso.

Actualmente, Óscar Silva, junto a su hijo Mauricio, trabajan de lunes a domingo, fabrican 125 mil unidades de mascarillas semanales, 500 mil al mes, pero quieren hacer una reinversión y llegar al millón.

"Estamos en eso, pero ojalá que se interesaran más acá en mi Valparaíso querido, porque paradójicamente, le he vendido a 20 países, incluyendo al Presidente de la República y ministros de Santiago, pero acá ni el seremi de Salud ni el alcalde se han interesado", dice riendo.

El éxito de estas mascarillas se debe a dos razones: la primera, que son reutilizables y pueden durar hasta un año si la persona la lava y la cuida como corresponde; y la segunda, por los materiales con que están confeccionadas: telas couretex (patentadas en 2013), que usan hilos de cobre puro.

"Nosotros hacemos todo acá mismo. Fabricamos desde el hilo de cobre que queda como el grosor de un cabello y luego lo ponemos en un telar reacondicionado", detalla Silva.

La máquina, que en un principio estaba destinada a separar el agua de los alimentos, fue reacondicionada por su hijo a base de vapor y con el cobre puro lograron aumentar las producción de 100 mil a 500 mil unidades al mes.

Tres certificaciones

Por lo anterior, Óscar Silva ha recibido varias propuestas. Una de China, por una venta de 16 millones de mascarillas y otra de la empresa Tanax, para estar en el retail.

Los cubrebocas del porteño cuentan con tres certificaciones: del Instituto Tecnológico Senai de Brasil; de Intertek, una multinacional británica de aseguramiento y de Lictex, el laboratorio de la Universidad de Santiago (Usach), que confirmó que las cubrebocas matan la bacteria Escherichia coli y la Staphylococcus epidermidis.

En cuanto al embajador que lo contactó en un comienzo, el porteño comenta que ahora, por la segunda ola, se volvieron a poner en contacto. "Ahora sí le podría vender un poco más", expresa.

Ventas

Las mascarillas de Óscar Silva se pueden adquirir al por menor a $4.800 y desde 100 unidades, a $2.900 cada una. Los encargos se pueden hacer a través de la web de Linio.cl y si es de una institución, tiene la opción de que les impriman los logos.

1 millón de mascarillas mensuales quiere llegar a producir el emprendedor porteño.