"Mi proyecto literario apunta a desmontar los discursos políticamente correctos"
Joaquín Escobar, autor de "Cotillón en el capitalismo tardío", habla sobre el libro que lanzó un día antes del estallido social y sobre su versión delirante de la realidad.
Alejandro Stevenson - La Estrella de Valparaíso
El jueves 17 de octubre pasado, justo un día antes del "estallido social", el escritor Joaquín Escobar presentaba su libro "Cotillón en el capitalismo tardío", en la Biblioteca del Centro Gabriela Mistral, en Santiago. Un día después, el país explotaba y Chile comenzaba a vivir una movilización histórica. Parte de ese Chile es el que recoge Escobar en este libro de cuentos, donde explota su estilo de "realismo delirante", ya exhibido en su anterior título "Se vende humo", para hablar de política, ideologías, literatura y fútbol, sus temas favoritos
-Al leer tus dos libros se puede ver cierta continuidad entre uno y otro. En el primero, la "venta de humo", el chanterío o la mentira, eran un recurso para salir de situaciones complejas. En el segundo se percibe una atmósfera más festiva, donde abunda el cotillón como especie de remedio para contrarrestar el vacío existencial de la época. ¿Cómo ves el contexto donde se mueven tus personajes?
-Es muy febril. Hay barras bravas que son poetas, curas-paramilitares contrarios al aborto, hinchas del Everton que imitan a las FARC, soldados de juguete que cobran vida para armar una rebelión, es decir, transitan por contextos llenos de realismo delirante. De todas formas la sociedad chilena es de por sí una cosa bastante febril. Las cavernarias formas con las que el gobierno de Piñera atacó el estallido social es una prueba de ello. Haber dicho que estamos en guerra contra un enemigo desconocido y poderoso es una frase que perfectamente la podría haber dicho uno de los frenéticos personajes de "Cotillón".
-Así como para Bolaño los bandos literarios representaban la única forma de comunidad posible, en tus cuentos es el fútbol. ¿Por qué, para ti, el fútbol representa ese tipo de oportunidad?
-Desde el mundo académico siempre se ha visto al fútbol con desdén y menosprecio. Se suele decir que son 22 millonarios corriendo detrás de una pelota. Ese tipo de afirmaciones me parece que son de un simplismo abismante. Los personajes de "Cotillón" están muy politizados y son muy futboleros, dos cosas que parecieran no tener ningún tipo de relación acá se conjugan. Hay exmiristas que son hinchas de Fernández Vial y militantes de Patria y Libertad que discuten sobre táctica deportiva con Marcelo Bielsa. En "Cotillón" se sostiene la idea de que las barras de fútbol, debido a su organización y estructura, son lugares fértiles desde los cuales hacer política.
-En el libro se plantea cierta nostalgia por las luchas sociales pasadas y una crítica explícita a la naturaleza de los movimientos sociales actuales, en donde caben tanto el feminismo como el ecologismo o el veganismo. ¿Por qué deberíamos desconfiar de ellos?
-Han pasado siglos y la dialéctica entre explotador y explotado sigue existiendo. Las injusticias sociales, incluso en estos momentos de pandemia, nos permiten ver las bestiales formas en que se desarrolla el capitalismo. Me parece que si al veganismo, por ejemplo, no se le incluye lucha social, queda algo como meramente performático e individualista, se ancla en una parada socio-cultural y no en un proceso de transformación real.
-En más de un cuento los personajes sentencian que "la literatura de los hijos es la literatura de la Concertación". ¿Se superó esa etapa? ¿Cuáles serían los rasgos característicos de la literatura actual en Chile?
-Creo que se está dejando de lado la literatura de autoficción. Estamos entrando a un período en el cual se está empezando a escribir más sobre delirio que sobre ombliguismo. Quizás va de la mano con todo lo que está sucediendo, de hecho el coronavirus parece extraído de alguna novela. Me interesa leer y escribir textos sórdidos, descarnados y provocativos. Hay que romper con el status quo literario que desde Gómez Milla nos quieren imponer; por lo mismo, soy un ferviente seguidor de Marcelo Mellado, me parece uno de los proyectos más sólidos e interesantes de la literatura chilena actual.
-Al leer el libro me dio la sensación de que estaba escrito para un público ya delineado. ¿Pensaste en esto al momento de escribir los cuentos? ¿Tienes algún modelo de lector para tus libros?
-Sé que mi literatura no le va a gustar a todo el mundo, y está bien que así sea. Mi proyecto literario apunta a desmontar los discursos políticamente correctos. Juego con el humor negro, la irreverencia, la parodia, el ridiculizar las tendencias actuales. Eso genera cierto tipo de lectores, se ancla en una comunidad que no ve a la literatura como un megáfono para reproducir lo que se quiere escuchar.