Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Servicios
  • Tiempo Libre
  • Estrellas

Los pacientes que se deben priorizar por falta de camas

El documento ético del COVID-19, elaborado para los momentos en que falten camas y ventiladores, se enfoca en lo que se llama "muerte digna".
E-mail Compartir

Cinthia Matus O.

En breve tiempo, si la curva de los contagios no se estabiliza, los equipos médicos tendrán que hacerse la siguiente pregunta: "¿A qué paciente debemos priorizar?".

El "dilema de la última cama", que ya cuenta con un protocolo elaborado por la Mesa Social COVID-19, específicamente por el rector de la Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, establece que se debe priorizar el "cuidado de los pacientes" antes que curarlos, porque lamentablemente, habrá casos en que esto último no se podrá realizar.

Beatriz Arteaga, directora de la Escuela Técnico Nivel Superior de Enfermería de la Universidad de Las Américas (UDLA), comenta que "el objetivo de estos protocolos es tratar con la máxima dignidad a la persona" y "brindar cuidados de calidad proporcionados a la condición de cada uno y de las limitaciones que podría imponer la escasez de recursos".

Respecto de la decisión de incorporar o no un paciente a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), Arteaga manifiesta que se considerarán varios aspectos. "El no ingreso a la UCI está supeditado primeramente por la consulta a la familia, a la persona responsable de ese paciente y acá tributamos principalmente a la Ley 20.584 de derechos y deberes a la autonomía del paciente", expone.

"Buen morir"

A su vez, Arteaga explica que se hará "una evaluación en el equipo médico", dado que en "la mayoría de los recintos hospitalarios existe un comité de ética que asesora estas decisiones".

La académica de la UDLA agrega que los no ingresos a la UCI no estarán limitados por la edad como podría pensar la población. "Todos los grupos etáreos tenemos la posibilidad de ingresar a cuidados en UCI. Lo que define su no ingreso, principalmente, van a ser las comorbilidades (uno o más trastornos) o enfermedades concomitantes, aparte de la situación clínica que se está viviendo con este paciente por el COVID-19", enfatiza.

A esto se suma si el paciente es definido como terminal y si tiene o no un tratamiento a su alcance. "Probablemente el desenlace de este paciente va a ser en 6 meses (...) Pero, la limitación del esfuerzo terapéutico, no significa que el paciente se deja de lado, sino que este paciente debe tener un cuidado especial, brindando un soporte en todo momento para lo descrito en la literatura, el buen morir", acota Beatriz Arteaga.

Otros protocolos

Álvaro Hevia, doctor en Filosofía y académico de Bioética de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso (UV), afirma que además de este protocolo, se deben considerar "orientaciones de bioética clínica que han publicado diferentes instituciones y grupos de trabajo". Entre ellos, recomienda el de la doctora Diana Aurenque, el doctor Raúl Villarroel y otros expertos en ética, bioética y bioderecho, que le parece "muy completo, incluso más que el del Minsal".

Hevia explica que este texto es relevante porque también aborda la salud mental y la carga moral excesiva. Por lo que recomienda "observar estas orientaciones, tomar las decisiones entre varias personas e intentar hacer partícipe de las decisiones a los comités de ética asistencial de los hospitales".

Extractos del protocolo

El protocolo ético plantea que "el tratamiento médico debe ser proporcionado a la condición del paciente" y que "se debe tomar en cuenta las condiciones de base previas". Por esto, la edad no es el único factor para decidir qué hacer con los adultos mayores. También establece que "utilizar todos los medios disponibles no significa realizar un 'ensañamiento terapéutico' cuando los pacientes no requieren un tratamiento o una terapia invasiva debido al pronóstico de la enfermedad o a sus patologías de base". En cuanto a la UCI, el documento expone que todos los recintos de alta complejidad deberían tener comités de Ética, para tratar dilemas éticos.

Personal médico sigue sometido a altas cargas de estrés y de ansiedad

E-mail Compartir

La ansiedad, frustración, impotencia o llanto incontrolado, son algunas de las reacciones que han tenido que enfrentar los equipos médicos por el coronavirus. La carga psicológica ha sido tal, que la contención es más que vital en cada uno de sus turnos.

Liliana Contreras, directora del departamento de Humanidades Médicas y Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso (UV), explica que tanto en el servicio de Urgencias como en los Cesfam, "la carga asistencial ha sido excesiva 24/7", lo que ha derivado en un estrés intenso.

"Es una sobrecarga de turnos, de horarios y de pacientes que son demandantes, porque a la vez vienen muy asustados o no vienen con la mejor disposición (...) También está el miedo de contagiarse, porque hay mucho personal sanitario que ha tenido COVID-19 o que está teniéndolo", afirma.

La académica sostiene que para sobrellevar estas cargas emocionales, los profesionales "necesitan implementos de seguridad que los hagan sentir que están protegidos", además de descanso, apoyo y reconocimiento por parte de sus jefaturas y usuarios.

"El tema de los descansos es complejo y creo que ahí los equipos debiesen tener instancias de cuidados emocionales (...) El personal de salud hace las cosas por vocación, porque es su trabajo, pero el reconocimiento ha sido un bálsamo", manifiesta.

Respecto de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), Contreras comenta que el personal "tiene que ser acompañado en las decisiones", porque "las experiencias más positivas han tenido que ver con poder compartir las decisiones con las familias previamente, con adelantarse a ese momento crítico".

Beatriz Arteaga, directora de la Escuela Técnico Nivel Superior de Enfermería de la Universidad de Las Américas (UDLA), agrega que el estrés del personal médico está descrito en la literatura con el síndrome de Burnout, que consiste en un agotamiento psicológico tras el ejercicio profesional.

En este contexto, dice que "es favorable considerar la realización de ritos al finalizar los turnos o entremedio, hacer pausas de silencio (...) Es muy necesaria esta reflexión cuando uno está al cuidado del paciente".

16 médicos por 10 mil habitantes hay en el país, según el último reporte de Minsal sobre brecha de personal sanitario.