Murales de Eugenio Brito

A fines de la década del 50 en nuestra región, surgieron los primeros colectivos de artistas interdisciplinarios que bajo una mirada común intentaron aunar metas en cuanto a un programa para la circulación de sus obras en diferentes espacios, se enfocaron además en la práctica de la experimentación como una constante de su producción visual. Carlos Hermosilla ya había sentado el gran precedente del "Grupo de Grabadores de Viña del Mar", y desde la Escuela de Bellas Artes de esta misma ciudad varios artistas ya formados adquirían notoriedad y madurez en sus propuestas.

En 1956 se conformó el colectivo de creadores llamado "Instituto de Expresión Plástica de Valparaíso", lo componían el muralista Carlos González, los grabadores Lilo Salberg y Medardo Espinosa, el escultor Raúl Marín, el diseñador Julio Bórquez y el pintor Eugenio Brito, entre otros. Nos centraremos en éste último artista, para comentar acerca de su labor como muralista, en particular en torno a su obra desarrollada en la región en la década de los 70.

Eugenio Brito Honorato nació en Villa Alemana un 15 de junio de 1928. Realizó sus estudios formales en la Escuela de Bellas Artes de Viña, donde cursó dibujo, pintura, grabado, cerámica y escultura, especializándose en pintura y cerámica. Tuvo como maestros a Arturo Gordon, Roko Matjasic, Carlos Hermosilla, y fue compañero del muralista Carlos González y de Gastón Orellana. Se especializó en las disciplinas de pintura y cerámica.

Destacan sus murales realizados en las sedes de la UTFSM, en Valparaíso y Talcahuano. La obra pictórica más destacada y mejor conservada en nuestra región es el conjunto ubicado en el hall de ingreso de esta misma universidad, en la casa central de Valparaíso. Los dos murales fueron realizados en 1972 en la materialidad de pintura acrílica sobre soportes de planchas de vidrio y cada obra mide 5,4 x 3 metros.

Al situarnos frente al conjunto, vemos a la izquierda, un juego de perspectivas, articulando un recorrido de elementos visuales y simbólicos que organizan diversos planos cromáticos, se nos plantea la división entre matices fríos en la parte baja y los cálidos hacia arriba, se nos sugiere un horizonte con fugas y proyecciones que evocan a los mundos del maestro Siqueiros. Aparece el despertar comunitario de la conciencia social, el papel de la tecnología aportando al progreso, el ideal del estudio como herramienta de superación. El mural derecho muestra el saber académico y sus proyecciones. Se plantea como una imagen con gran rigor de perspectiva, en una conjugación maestra de variantes tonales. Ambas obras enriquecen y valorizan notablemente el espacio arquitectónico donde están insertas y son un patrimonio artístico prominente en nuestra región.