Hecha la ley, hecha la trampa
Nadie puede decir que disfruta con las restricciones impuestas por el estado de excepción y las normativas sanitarias a causa de la pandemia. Pero la mayoría acata la norma, entendiendo que es por el bien común y que el sacrificio de una sociedad completa irá en beneficio de todos. Por eso da tanta rabia cuando unos pocos se pasan de listos y recurren a cualquier subterfugio para burlar las reglas. Hace unos días pasaba por calle Condell y me llamó la atención que hubiera un local de venta de artículos electrónicos y computación abierto y atendiendo público. La normativa es clara: en cuarentena solo pueden funcionar comercios y algunos servicios esenciales, como supermercados, almacenes, farmacias o bancos. Me acerqué a ver cómo era posible esta flagrante violación a la norma y me di cuenta de que, astutamente, los encargados habían comprado unos pocos sacos de comida de animales, que tenían la vista como para hacer creer que eran un comercio de primera necesidad. Luego supe, por la televisión, que algunos "astutos" hicieron una ampliación de su giro de actividades para lograr los permisos para atender y circular en cuarentena. O sea, hecha la ley, hecha la trampa... Somos tontos, pero hasta mediodía no más. Es evidente que esos sacos de comida de perro están de adorno ahí, solo para justificar la apertura del verdadero negocio, que claramente no es esencial.
Dos cosas me molestan de esta situación: uno, que la autoridad no fiscalice como corresponde, si uno que es ciudadano de a pie se da cuenta, ¿cómo no es visible para la autoridad? Y lo otro es la falta de consideración de esas personas. Porque uno entiende que el comercio ha sufrido lo indecible en Valparaíso, desde octubre pasado, pero eso no justifica pasar a llevar a los demás para salvar el mes. Hay muchos locatarios que están cumpliendo a un gran costo con la medida, ¿no les importa? Peor aún: con esta trampa, hacen ir a trabajadores que, de otra forma, deberían estar guardando cuarentena. ¿Tampoco les preocupa? ¡Pucha que hace falta solidaridad!
Ester Valencia