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El minero que partió jugando en La Calera

Franklin Lobos, eximio pateador de tiros libres que defendió a varios equipos, entre ellos al elenco cementero, también fue uno de los 33 protagonistas del recordado accidente que ocurrió en la mina San José durante el año 2010.
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En las décadas del sesenta y setenta, algunos jóvenes futbolistas de la zona de Copiapó, que tenían talento para jugar, debían emigrar hacia el centro del país si querían probar suerte en el profesionalismo. Algunos de ellos vinieron a La Calera, como Osvaldo "Pata Bendita" Castro, Manuel Soto y Franklin Lobos, siendo este último un mediocampista que pasó a la posteridad por su eximia técnica para pegarle al balón, lo que capitalizó con innumerables goles de tiro libre y penal.

Desde su natal Copiapó, quien era conocido de chico como "Kaki", comenta que "yo soy copiapino, pero antiguamente en esta ciudad no existía el fútbol profesional, entonces uno tenía que ir por una oportunidad a otros lados, y lo más cerca era Antofagasta, La Serena o Calera. A mí me vieron jugar en un nacional escolar y me llevaron a Deportes La Serena, donde estaba Dante Pesce de técnico. Ahí me integré a un club profesional en 1976, aunque donde realmente debuté fue en Unión La Calera, porque en Serena era prácticamente imposible que pudiera jugar, con 17 o 18 años, teniendo a Jorge Toro y Ernindo Onega, dos seleccionados, uno chileno y el otro argentino. En esos tiempos se respetaba mucho a los jugadores que tenían trayectoria".

Toro fue mundialista del 62, e hizo la transición de ser jugador en La Serena a convertirse en técnico del equipo calerano. Así fue que se trajo a Franklin Lobos en 1978, haciendo debutar al entonces melenudo volante en el campeonato de Segunda División, junto a otros jóvenes valores que después hicieron carrera, como Sergio Salgado y Francisco Ugarte.

Así recuerda el especialista en pelota parada esos inicios en el cuadro calerano con tintes de amauterismo. "Jugamos en una 'Semana Cabildana' representando a Colo Colo de Cabildo. San Luis iba con todas sus estrellas, el Pato (Yáñez), el "Pindinga" (Muñoz), el "Pititore" (Cabrera), el "Guatón" Bahamondes; y nosotros estábamos recién armándonos con un equipo muy joven, con muchos jugadores a prueba; y le ganamos 1-0 a ese San Luis y nos adjudicamos el campeonato aquel", evoca Lobos, quien agrega con un dejo de nostalgia que "fueron dos años que estuve en Calera, nos tuvimos cariño con la gente, y pienso que podía haber seguido ahí, pero a fines del año 79, el club me vendió a Regional Atacama, que ya había aparecido, y como yo era de acá, jugué por ellos".

El partido más duro

Franklin Lobos jugó 19 temporadas en distintos equipos, siendo la camiseta de Cobresal la que más lo convocó, aunque los hinchas de Iquique, de Antofagasta, de La Serena (ya más grande) y hasta de Wanderers, también supieron de su precisión en los balones detenidos.

Sin embargo, esa extensa carrera en el fútbol no le permitió, tras el retiro, tener una solvencia económica, "porque nosotros jugamos en una época en que no se ganaba tanta plata", reflexiona Lobos, quien se vio en la necesidad de trabajar en la minería. Así fue parte del recordado accidente en la Mina San José, donde este exfutbolista estuvo atrapado 69 días bajo tierra junto a otros 32 compañeros.

Con lo traumática que resultó es experiencia, Lobos dice que "creí que no salía de ahí. Estando adentro, lo importante fue mantener al grupo unido, tal como se hace con un equipo de fútbol que quiere conseguir resultados. Yo lo único que quería era que me sacaran de ahí, aunque fuera muerto, para que nos entregaran a nuestras familias, que fueron las que más sufrieron. Ahí en la mina teníamos agua de un estanque, con barro, pero que era como agua bendita; y quince latas de atún para los 33. Es increíble como estando en la casa uno siempre anda con hambre; en la mina yo nunca tuve hambre".

Tras meses de incertidumbre, el momento más recordado fue cuando las autoridades lograron rescatar a todos los mineros a través de una cápsula, aunque Franklin Lobos asegura que el instante en que se torció una suerte que parecía echada, fue otro.

"Que una sonda llegara hasta donde estábamos, era casi imposible. La felicidad más grande que tuve yo fue cuando llegó la sonda, y arriba supieron que estábamos con vida. Dijimos, no importa que se demoren, uno, dos o tres meses más; ya saben que estamos con vida, no nos vana poder abandonar. Nos podían mandar comida hacia abajo, pero nosotros no comíamos si no llegaban las cartas de nuestras familias. Al final nos sacaron y yo pese a que soy apolítico, soy un agradecido del presidente Piñera... aunque soy más zurdo que derecho, a diferencia que lo que era en la cancha".

Claudio Morales Salinas

La Estrella de Quillota - Petorca